El cantante debutó como actor en Regreso en Patagonia, obra en la que comparte el escenario con Fernando Dente y Franco Masini; el llamado de Teresa Parodi que le cambió la vida y el encuentro casual con la madre de sus hijos
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“Me llamó mucho la atención la propuesta, me llegó en un momento donde estaba preparando la gira para la segunda parte del año, pero, cuando me contaron la idea, me sedujo mucho”. Nahuel Pennisi cuenta cómo llegó a su primer rol como actor en el musical Regreso en Patagonia, una de las propuestas del género que se destaca en la marquesina del teatro Metropolitan porteño.
“Me gustan los desafíos, salirme de la zona de confort”, explica, como si hiciera falta. El músico, cantante y compositor, nació no vidente, característica que lo llevó a explorar otros universos sensoriales como el de la música, desde donde puede ver el mundo, su mundo, y desarrollar su sensibilidad hacia los millones de fanáticos que siguen su arte y hacia esos espectadores del teatro que hoy lo están descubriendo en un lugar diferente.
Nace un actor
“Me llamó la atención el elenco, gente que admiro y, por supuesto, me interesó mucho el libro original de Alejandro Roemmers”, reconoce Pennisi sobre El regreso del joven príncipe, la novela del también empresario, una suerte de secuela de El principito de Saint-Exupéry. El texto fue adaptado al lenguaje escénico en un trabajo conjunto del autor y el dramaturgo Gastón Cerana. “El principito es un libro que quiero mucho”, sostiene Pennisi, quien en Regreso en Patagonia también deslumbra con su yo cantante, junto a Fernando Dente y Franco Masini, referentes del género.
“Me gusta mi rol, porque representa a esa persona que todos necesitamos, a ese ser querido que nos empuje a a salir adelante. Esa es mi misión en la obra, un mensaje hermoso”, explica.
-¿Puede significar el comienzo de una carrera como actor?
-Más me veo con la música, pero no puedo descartar nada. Hoy lo vivo con mucha naturalidad y Fernando (Dente) y Franco (Masini) me dan mucha confianza. Me siento cómodo, pero no sé qué pasaría en otra obra, quizás es una carrera que nace, vamos a ver hasta dónde llego. Luego de esta experiencia, tendré más en cuenta al teatro.
La ficción escénica lo sorprende con un lenguaje de características propias y en una forma de comunicar que tiene algunos puntos en común con la interpretación como cantante. En definitiva, una canción requiere de un don para darle vida a esa historia inventada y musicalizada.
Para Pennisi, realizar temporada teatral también implicó un cambio de hábitos, un desacostumbrado sedentarismo geográfico, ya que su tarea como músico lo lleva a girar, de concierto en concierto, por todo el país. “Hace poco me mudé con mi familia, con lo cual trabajar en algo fijo de jueves a domingo me iba a dar la posibilidad de estar cerca de los míos sin viajar tanto”.
Los constantes viajes de Pennisi no solo tenían que ver con sus tours como cantante, su mujer es de Tucumán, lo cual implicó que se movilizara desde su Florencio Varela natal, en el Conurbano sur, hasta la provincia del norte con frecuencia semanal. “Me instalé en Buenos Aires porque el trabajo sale desde acá”.
-Dios es argentino, pero atiende en Buenos Aires, dicen…
-Totalmente, pero como estoy con mi mujer y mis hijos, está todo bien.
-Deberíamos ser un país más federal.
-La verdad que sí, pero, por la pandemia, las aplicaciones de videoconferencia hacen que todo sea más fácil y no hay que viajar tanto para estar en reuniones de trabajo.
Está claro que no fueron pocos los motivos, artísticos y personales, que motivaron al cantante de voz dulce y luminosa a aceptar compartir el protagónico de la obra.
“Mi personaje vive en el sur y es quien estimula al que interpreta Fernando Dente, un escritor que no encuentra su camino. Me gusta mi rol, porque representa a esa persona que todos necesitamos, a ese ser querido que nos empuja a salir adelante. Esa es mi misión en la obra, un mensaje hermoso”.
-¿Cuál fue esa mano que te ayudó a vos en un momento de dificultad?
-La vida me regaló varios amigos, aunque no son muchos.
Menciona a León, con quien comparte la autoría de algunas canciones y al eximio guitarrista Luis Salinas “un amigo de la música que quiero mucho y me dio un primer lugar, él apostó por mí cuando nadie me conocía”.
-En ficción, tu personaje responde al llamado de un amigo que lo necesita. ¿Recordás algún llamado que te ayudó a vos de manera especial y que modificó el rumbo de tu vida?
-Sí, por supuesto, recuerdo siempre un llamado de Teresa Parodi, a quien puedo mencionar como una amiga. Desde hace muchos años, ella es artista de Sony Music y sabía que yo tenía un disco desde 2012 que no podía editar porque no pertenecía a ningún sello discográfico. Ese era mi panorama cuando ella me llamó para comentarme que se iba a reunir con el presidente de la compañía y me pidió que la acompañara, pero me dijo que fuera con mi guitarra para poder cantar una canción. “Te tiene que escuchar el presidente de Sony, tenés que tener un disco”, me decía, Teresa. Fue un llamado muy lindo, me dio muchas ganas, fue un incentivo.
-¿Habías sido rechazado en otras compañías?
-Sí, porque la música que hacía no era la que, en ese momento, más sonaba. Hacía una música más sofisticada, como para músicos, podría definirla.
En 2015, finalmente, Sony Music editó Primavera, luego de tres años de conocerse El sueño de la canción, el primer álbum del músico lanzado de manera independiente, donde colaboraron Luis Salinas, Teresa Parodi, Chango Spasiuk y Popi Spatocco. Aquel primer trabajo en Sony le permitió ganar el Premio Gardel y llegar a la nominación en los Grammy Latinos. Luego llegarían las placas Feliz y Renacer y una repercusión internacional que incluyó la buena acogida del “monstruo”, como se define al público en el Festival de Viña del Mar en Chile. Y, por supuesto, más nominaciones al Gardel.
En constante búsqueda, trabajó en colaboración con nombres de la talla del argentino Abel Pintos o la puertorriqueña Kany García. Aquel El sueño de la canción que proclamaba su disco hecho a pulmón y con recursos propios se convirtió, en términos freudianos, en una profecía autocumplida. “Me gusta renovarme y reinventarme, ponerme desafíos y seguir creciendo, aunque sin perder mi impronta, pero el punto es qué hacer con todo lo que hay para poder complementar mi trabajo”.
-Sos un constante buceador de estéticas y sonidos.
-Renacer, mi último material, es más folklórico, incluso conté con la colaboración de Abel Pintos en un tema, me acerqué al tinku, que ese un ritmo boliviano, hice una chacarera, y después me fui mucho más a lo latino, donde grabé con Julio Reyes algo de estética más moderna, con sintetizadores y una ecualización distinta de mi voz.
-Muchos Pennisi en uno solo.
-Pero sin perder el mensaje que quiero dar siempre. La música es muy amplia, escucho desde flamenco a rock nacional de los ochenta y todo eso, no solo me divierte, sino que me amplía como músico, aunque sin perder la esencia, sin dejar de ser uno mismo.
-¿Les temés a los encasillamientos?
-No sería eso, aunque mucho tiempo estuve solamente vinculado al folklore, que amo, por eso siempre en mis shows hay temas de Mercedes Sosa o de Violeta Parra, pero también homenajes al Flaco Luis Alberto Spinetta o León Gieco, aunque también me gusta interactuar con lo nuevo, con lo contemporáneo.
La Konga y La Delio Valdez fueron algunas de las agrupaciones con los que comulgó su arte en ese derrotero de nuevas estéticas y sonidos. “Es un caminito nuevo”.
El próximo verano encontrará a Pennisi ofreciendo sus shows en las galas y festivales de todo el país como los de la Confluencia, Jesús María y Cosquín, aunque también existe la posibilidad que Regreso en Patagonia continúe en cartel durante enero y febrero. “Mientras tanto, sigo con mi trabajo silencioso y de búsqueda musical desde la creatividad y la composición”. El 17 de diciembre, cuando ya haya concluido la primera temporada de la pieza teatral, el músico ofrecerá su concierto de fin de año en el Teatro Opera de Buenos Aires.
Cantar para todos
“A los 16 arranqué cantando en la calle. Lo hice desde 2007 hasta 2010, fueron tres años hermosos, en un tiempo donde no sabía cómo iba a involucrarme en el mundo de la música. Desde la calle entendí que tenía que dedicarme a esto”.
-¿Dónde comenzaste?
-Arranqué en la peatonal de Lomas de Zamora y luego seguí en la de Quilmes, que me quedaba cerca de Florencio Varela, donde vivía. Finalmente, agarré el pasaporte y me vine a Capital, a tocar en la calle Florida. Fue una experiencia hermosa, conocí a muchos músicos.
-Por tu característica de no vidente, seguramente mucha gente que te ve hoy consagrado recordará haberte escuchado en la calle. Quizás otros músicos famosos no puedan ser tan fácilmente reconocidos por el público que los vio iniciarse. ¿Te ha pasado que, en tus conciertos, te saludara gente que te escuchó en la calle?
-Sí, aún hoy me encuentro con gente que me escuchaba en aquella época. Es más, vino un matrimonio a ver Regreso en Patagonia que me dijo que me veía en la vereda de Florida. Algunos me cuentan que en la calle me decían que me iba a ir bien o que iba a llegar lejos. Me emocionan mucho esas cosas. La vida pasa muy rápido, el tiempo vuela, pero, me parece que hace muy poco que estuve en la calle cantando.
Con la guitarra sobre su falda, estilo autodidacta que es parte de su identidad, Pennisi pasaba las tardes y noches ofreciendo su arte a cambio de la emoción de los transeúntes y de las monedas, escasas, por cierto, que dejaban en su alcancía. Y soñando.
-En una sociedad que, a veces, excluye, vos has demostrado que se puede hacer mucho con lo que se tiene y con las falencias económicas o las características físicas que se tengan. ¿Sos consciente del gran mensaje que da tu trascendencia?
-Termino tomando conciencia por lo que me dice la gente, por todo lo que me transmiten. Me emociona mucho el amor del público, me pregunto si será verdad o un sueño, me cuesta creerlo. Creo que todo eso se lo debo a mi familia, que me criaron desde un lugar de perfil bajo, humildad y sencillez. Vivíamos felices con lo poco que teníamos y no pedíamos nada, la música era lo que nos salvaba. Así crecí. Siempre creí que se podía, con lo mínimo que se tenía, creí en mí, pero no desde la soberbia, sino todo lo contrario.
-¿Alguna vez hubo enojo por ser no vidente? ¿Te has enojado con la vida o con Dios?
-No, para nada. Siempre acepté la ceguera con normalidad y tranquilidad. Empecé a valorar cosas que podemos vivir desde otro lugar, como los paisajes sonoros o enterarme de lo que pasaba en el mundo a través de la radio. El hecho de no ver me ayuda a escuchar a los demás, me gusta mucho escuchar al otro. A veces, la gente me cuenta cosas muy profundas, muy fuertes, no sé por qué lo hacen.
-Es lo que vos generás.
-Sucede eso, evidentemente. Y muchas de esas historias son futuras inspiraciones.
Tiene dos hijos. Mateo de dos años y Alma de ocho meses, tucumanos como Mayra, su mujer: “La conocí cuando fui a tocar a Tucumán, por primera vez, hace cinco años. Ella trabajaba en la producción que organizaba el festival y era quien me llevaba a las rondas con la prensa. Tuvimos mucha química, fue muy hermoso ya que hacía tiempo que no tenía ese tipo de encuentros con una persona. Formamos una linda familia, que era un anhelo que tenía. Vivir de la música y con la familia al lado es lo más importante del mundo”.
-¿Con qué músico te gustaría compartir el canto y con que intérprete desearías compartir una ficción teatral?
-Me gustaría cantar con Charly García, a quien conocí en la fiesta de una revista. Me dijeron “Charly te quiere conocer” y yo no lo podía creer. Cuando charlamos me dijo que le gustaría hacer algo compartido. En teatro, admiro mucho a Martín Bossi, es un tipo con un gran talento que hace reír a la gente de una manera transparente.
-Sus espectáculos, además, tienen mucha música.
-Es un mundo que podríamos compartir.
-Llevás una carrera que no ha conocido el retroceso.
-Recuerdo que, cuando comencé, tenía mis dudas, la incertidumbre sobre cómo me iría, pero siempre hubo alguien que me dijo que me quedara tranquilo. Por eso, prefiero un camino largo y lento, como esas comidas que se cocinan despacito, como el asado que se tiene tres horas en la parrilla. Siento que la vida me va regalando cosas lindas y quiero seguir creciendo y descubriéndome. No me quiero estancar, queda mucho todavía.
-¿Cómo es el vínculo con el público?
-Estoy muy agradecido, el cariño del público es el incentivo más grande.
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