De Merlí al Festival TABA, de Timbre 4
Elizabet Casanovas, la simpática Tania de la serie, hará su unipersonal Cassandra
Un tema muy contemporáneo en diálogo inteligente con una historia de la mitología griega, una actriz joven en pleno despegue y el aval de una recepción inmejorable de la crítica de su país. Todo eso trae a la Argentina Kassandra, monólogo del franco-uruguayo Sergio Blanco dirigido por el catalán Sergi Belbel y protagonizado por Elisabet Casanovas, a quien los seguidores argentinos de la serie Merlí conocen a la perfección por su papel de Tania en esa celebrada ficción cuyas tres temporadas se pueden ver en Netflix.
Nacida hace veinticinco años en Barcelona, Casanovas ha recibido calurosos elogios por su trabajo en un papel exigente: la protagonista de este unipersonal se pone en la piel de un hombre que siempre se ha sentido mujer y ha tenido que vender su cuerpo para sobrevivir. Y lleva adelante con mucha convicción un espectáculo que la crítica europea calificó ingeniosamente como "stand up tragedy". Hará funciones el viernes próximo, a las 19.45; y el sábado 8, a las 22.15.
Kassandra es una de las muchas obras internacionales que serán parte de la atractiva programación de la octava edición del Festival Temporada Alta, que tendrá lugar en Timbre 4 entre el miércoles 5 y el 16 de febrero. Habrá también espectáculos de Uruguay, Chile, México, Perú, Francia y Venezuela, mesas de conversación sobre temas relacionados con el teatro, workshops y el ya tradicional torneo de dramaturgia transatlántico. Toda la información sobre el festival (incluyendo compra de tickets) está en www.temporadaaltaenbuenosaires.com.
"Una de las características de Kassandra es la participación del público, que tiene un papel muy importante -dice Casanovas-. Mi trabajo depende bastante de ese vínculo que se genera en cada función. Es una obra dramática, pero a la vez muy festiva. Toca temas muy profundos, pero lo hace desde la comedia. Eso para mí es una virtud a tener muy en cuenta, porque la comedia suele ser más asertiva que el drama".
En la mitología griega, Casandra es una sacerdotisa de Apolo, con quien pactó, a cambio de un encuentro carnal, la concesión del don de la profecía. Una vez que pudo contar con el don de la adivinación, rechazó el amor del dios, que la condenó a que nadie creyera jamás en sus pronósticos. "Más allá de la historia del personaje mitológico, la obra pone el foco en las vivencias silenciadas de tantas mujeres de tantos lugares del mundo -sostiene la actriz-. Y es también una crítica a los privilegios".
Formada en el prestigioso Instituto del Teatro de Barcelona, Casanovas fue convocada en 2015 para ser parte del elenco de Merlí (donde interpretó a Tània Illa, una jovencita naif y soñadora que se transformó en uno de los personajes más simpáticos de la serie) cuando aun no tenía demasiada experiencia en el lenguaje audiovisual: "Fue todo muy fuerte, no solo por el impacto que produjo la serie, sino también porque era un trabajo diferente para mí, que venía del teatro. Sergi Belbel me hizo las cosas muy fáciles. Es un auténtico maestro para mí", señala ella.
Después llegó Paradise, una creación Nico&Sunset -productora independiente de Oriol Vila y Raquel Salvador, autores y directores de la obra- ambientada en un prostíbulo rutero, y ahora se viene Monroe-Lamarr, otra obra dirigida por Belbel y programada en el Teatro Nacional de Catalunya que recrea el encuentro secreto, en 1962, entre las actrices Marilyn Monroe y Hedy Lamarr, una mujer excepcional que también despuntó como ingeniera gracias al desarrollo de un sistema precursor de la tecnología wifi actual.
"No esperaba todo esto, para ser sincera. El suceso de Merlí aceleró las cosas, así que ahora tengo que concentrarme en aprovechar las oportunidades -confiesa Casanovas-. Fue un éxito inesperado, pero también lógico, si se tiene en cuenta el trabajo de ensayo que hicimos y la honestidad con la que abordamos el proyecto".
Si bien sabe que en el mundo del espectáculo no existen las fórmulas infalibles, Elisabet remarca como fortaleza de Merlí "un guión sólido que unió con mucha inteligencia la filosofía con el mundo adolescente". Aunque se dijo muchas veces que era un producto destinado principalmente a la juventud, con el paso del tiempo, asegura ella, eso cambió y la serie empezó conquistar la atención de público de todas las edades.
"A mí me tocó un personaje muy generoso, que pone a la amistad en un lugar privilegiado, pero también lleno de las inseguridades típicas de la gente de su edad (16 años), sobre todo en temas amorosos", sintetiza Casanovas sobre su rol en la serie creada por Héctor Lozano y Eduard Cortés.
A la hora de elegir una actriz favorita, no duda: Cecilia Roth, a quien descubrió en un film de Adolfo Aristarain, Martín (Hache). "Quedé flipada con su trabajo -subraya-. Creo que la Argentina tiene una enorme tradición actoral. Y es genial que sigan entrenando incluso los que tienen experiencia. Eso no es tan común en España".
Casanovas también admira el trabajo de Pedro Almodóvar y quedó muy entusiasmada con Girls, la serie de HBO creada por Lena Dunham: "Obviamente sería un honor trabajar con Almodóvar, ¿a quién no le gustaría? -se pregunta-. De Girls me gustó su honestidad. Me interesan mucho las ficciones que nos acercan a lo que está pasando, y creo que aunque las protagonistas sean cuatro chicas de Nueva York, ese mundo tiene muchos puntos de contacto con el mío. Me gustó cómo se cuentan las relaciones, las rupturas, las contradicciones que tenemos. Las personas somos complejas, y esa serie lo refleja muy bien".
Al margen de su trabajo como actriz, acaba de retomar la danza clásica, una actividad que tuvo que dejar de lado durante un tiempo por la sobrecarga de trabajo. "Es un gran complemento, los disfruto mucho -señala-, y también estoy recuperando el contacto con la música. Mi madre era cantante de ópera, así que me crié en un ambiente muy estimulante".
Cuando tenía apenas 11 años, Elisabet participó en un musical llevado a cabo en un teatro de Sabadell, la ciudad en la que se crió, y terminó con una euforia que le marcó claramente el rumbo: "Supe ese día a qué quería dedicarme -rememora-. Y lo agradezco, porque nunca es fácil descubrir una vocación. El sistema educativo no nos prepara para eso, está más apuntado a las calificaciones y los resultados, más que a ayudarnos a encontrar lo que nos gusta".
Catorce años después de aquella revelación, ya es una actriz consumada que, de la mano de una obra en la que se luce de punta a punta, pisará por primera vez la Argentina, un país que -devela ahora, mientras hace las valijas- quiere conocer desde la adolescencia.