De Los Simpson al teatro, una obra de formas e interpretaciones múltiples
Un tranvía llamado deseo / De: André Previn, sobre la obra homónima de Tennessee Williams/ Dirección de escena: Rita Cosentino / Escenografía: Enrique Bordolini / Iluminación: José Luis Fiorruccio / Vestuario: Gino Bogani / Director de orquesta: David Brophy / Intérpretes: Orla Boylan (Blanche Dubois), David Adam Moore (Stanley Kowalski), Sarah Jane McMahon (Stella Kowalski), Eric Fennell (Harold Mitchell), Victoria Livengood (Aunice Hubbell) / Teatro Colón. repite: mañana, a las 20 / Nuestra opinión: Muy Buena
Las generaciones que crecimos viendo Los Simpson tuvimos, con cierta precocidad, una impresión de lo que significa el exquisito drama de Un tranvía llamado Deseo. Luego, si tuvimos suerte, descubrimos que esta magistral obra de Tennessee Williams no solo inspiró un capítulo de dibujos animados, sino que cristalizó además en otros homenajes y formas: obra de teatro (original), películas, musicales, series y la ópera que nos convoca en el Teatro Colón. Compuesta por André Previn en un estilo posromántico, la partitura tiene intervenciones en clave de jazz y brotes de orquestación encolumnados con la tradición norteamericana encabezada por Bernstein y Copland.
La línea de Blanche fue compuesta especialmente para Renée Fleming. Esta "anécdota" es una referencia para imaginar la exigencia técnica que propone a la intérprete. En este sentido, no se puede decir menos del trabajo de la soprano irlandesa Orla Boylan: es simplemente exquisito. Administra con enorme oficio su capacidad vocal, lo que le permite transitar con seguridad la extensión de la obra. Es de particular belleza y emotividad su interpretación de "I Can Smell The Sea Air", uno de los momentos de mayor lirismo y fragilidad sentimental de la obra.
La soprano Sarah Jane McMahon (Stella) interpretó su rol con enorme musicalidad, y, si bien la proyección de su voz es más acotada que la de Boylan, conquistó con pericia las sutilezas que demandan sus arias, en particular "I Can Hardly Stand It". Por su lado, David Adam Moore cumple su rol con gran firmeza vocal, que se complementa con sus características físicas afines a las del violento Stanley Kowalski. Por su lado, Fennell (Harold Mitchell) y Livengood (Aunice Hubbell) completan el reparto con sobrada competencia.
La puesta de Cosentino empuja naturalmente al devenir drama. La escalada de violencia y locura, eficazmente desarrollada por los intérpretes, se da en la pequeña casa de los Kowalski. En ese "conventillo", con sus famosas escaleras, la régie decide acertadamente agregar a la vista del público un baño, en el que suceden situaciones de gran carga íntima y psicológica. La iluminación es la clave para que las escenas funcionen con gran precisión. La orquesta, bajo la batuta del director irlandés David Brophy, supo delinear con vigor las distintas funciones que la música cumple en la obra: por unos momentos incidental, por otros operística, por otros de musical.
"La pobre termina en el manicomio, cuando todo lo que necesitaba es que ese rufián le brindara un poco de respeto". Con esta frase, Homero Simpson interpretó con simpleza y verdad la tensión entre Blanche y Stanley, que se manifestó con soberbia sobre el escenario del Teatro Colón.
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