De Boedo al Rastro, Timbre 4 desembarca en Madrid
La emblemática sala fundada por Claudio Tolcachir en Buenos Aires ahora tiene versión madrileña, con una programación de lujo
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MADRID.– Boedo y La Latina, donde los fines de semana se celebra la feria del Rastro, se parecen. Ambos quedan al sur de la ciudad. Letras famosas les cantan a sus calles y rincones. Los dos barrios se resisten al paso del tiempo y conservan su identidad. También en ambas coordenadas, en las dos urbes, se erige Timbre 4. La célebre escuela de actuación creada en 2001, en el PH que fuera la casa de Claudio Tolcachir, fue derrumbando pasillos, puertas y muros para convertirse en un centro de formación interpretativa de calidad. Ahora abre una sucursal en Madrid y mantiene como casa matriz, con sus 20 docentes, a su espacio porteño.
En septiembre comienza en Madrid el primer curso de esta escuela con talleres para actores profesionales, adolescentes y también para quienes desean dar sus primeras pisadas sobre los escenarios. Gerardo Otero, Lautaro Perotti y Lara Ruiz integran el plantel de docentes que abren esta temporada las puertas de este espacio al que también se convocarán en el futuro profesores de la talla de Sergio Boris o Daniel Veronese. “Por ahora Timbre 4 en Madrid es un aula. Somos aventureros, pero cautelosos. Preferimos que las cosas sucedan”, explica Tolcachir, quien no se muestra ansioso con la intención de crear de modo inmediato un espacio, como el porteño, que cuenta también con dos escenarios.
Desde hace dos décadas Tolcachir viaja anualmente a Madrid para dirigir o para participar en las giras de sus espectáculos. “Hace tiempo que quiero tratar de poner un pie en España para tener un espacio físico de investigación con más largo aliento. Cuando viajo, doy talleres cortos, intensivos, generalmente a alumnos avanzados, y cuando queda todo a punto caramelo, me tengo que ir. Me daban ganas de seguir evolucionando, creciendo. Queríamos con Timbre tener un espacio propio donde se generen cosas nuevas”, destaca Tolcachir.
Tolcachir, porteño, es también un poco madrileño. Desde que estrenó hace 17 años La omisión de la familia Coleman, la obra aparece de modo intermitente en la cartelera española, siempre con entradas agotadas. También Tolcachir ha estrenado Tercer cuerpo, El viento en un violín, Próximo y Emilia (con su versión española con Gloria Muñoz y Malena Alterio), obras que tienen ese sello único, orgánico, un estilo de actuación y dirección que irrumpió en el teatro español a comienzos del siglo XXI. La productora Ana Jelin –madre de Sebastián Blutrach– confió en la dirección de Tolcachir y apostó por diversos espectáculos que recibieron elogios: Todos eran mis hijos, de Arthur Miller, con Carlos Hipólito y Gloria Muñoz; Copenhague, de Michael Frayn, donde volvió a convocar a Hipólito, quien brillo juntó con Emilio Gutiérrez Caba y Malena Gutiérrez; Tierra del fuego, de Mario Diament, con Alicia Borrachero y Tristán Ulloa; La máquina de Turing, de Benoit Solès, con Daniel Grao y Carlos Serrano; y La mentira, de Florian Zeller, también con el magnífico Hipólito.
Timbre 4 posee un sello, un espíritu, y una mirada, que se plasma, de distinto modo según cada profesor, que se conserva y se defiende. Tolcachir ensaya una explicación: “Tenemos una gran capacidad de observación para tratar de ver en cada alumno o en cada actor qué potencialidad hay en dentro de él para sí poder sacarle algo que tiene para explotar. No se trata de adherir una técnica determinada, porque las hay y son muy útiles, porque te sirven par comunicarte con el otro, para vincularte con el espacio, para crear una escena... Todo eso es muy importante, pero creo que hay algo que es muy importante: no tratar de formatear a los actores de una manera, sino sacar algo de los actores y que logre dar mayor vida a su actuación”.
Timbre 4 sobrevivió a la pandemia, gracias, destaca el realizador, a los profesores, a la capacidad de reacción que tuvo el cuerpo docente y la administración, y a la buena respuesta de los alumnos que pudieron continuar con sus estudios e incluso animarse a interpretar textos de Samuel Beckett, William Shakespeare y Harold Pinter. Timbre 4 es, además de una escuela, un teatro. La primera pudo amoldarse mejor a esta crisis sanitaria, a través de la virtualidad. “Tuvimos una reunión ni bien se nos canceló una gira en Europa, cuando empezamos a ver lo que ocurría en España e Italia, y nos prometimos algo: «Tenemos que llegar juntos al final». Hemos podido pagar todos los sueldos, pero si bien después empezamos con las funciones virtuales, bajó enormemente la cantidad de ingresos y de alumnos, muchos de ellos necesitan becas, y la cadena sigue”, explica Tolcachir.
“En Timbre encontré, junto con mis compañeros, algo que necesitaba en mi vida: se puede ser extremadamente riguroso en el trabajo y sentir placer a la vez”, dice el realizador que se instalará en Madrid junto con sus dos hijos y su pareja, el actor y profesor Gerardo Otero: “Los chicos no están aún en edad escolar. Nos podemos subir todos arriba de una valija. Para mí, mientras estemos juntos, esta aventura es espectacular”, agrega y celebra que ya tiene una plaza en un colegio y en el jardín de infantes para sus hijos..
Tolcachir arma las valijas y coordina su primer destino, Milán, donde en el Piccolo estrenará la versión italiana de Tercer cuerpo. Luego partirá rumbo a Madrid, donde ya, después de la cuarentena obligatoria, comenzará a poner los ladrillos de un hogar madrileño, de un puente transatlántico que se extenderá desde Boedo 640 hasta Anganzuela 6.
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