Daniel Hendler o el renovado desafío de volver al escenario
Reconocido por sus intervenciones en el cine, en títulos como El abrazo partido o Esperando al Mesías, el actor uruguayo regresa al teatro con El inestimable hermano
Es la suya una poesía actoral que se transformó en una verdadera marca personal: la del tipo que no encaja con su entorno, que no termina de adaptarse del todo a la realidad que lo rodea. Pese a esa apariencia de hombre discreto y en cierto modo invisible, la figura del uruguayo Daniel Hendler (Montevideo, 1976) es bien reconocible por sus trabajos para el cine en 25 Watts o en El abrazo partido, Esperando al Mesías y Derecho de familia, los tres films dirigidos por Daniel Burman que integran la "trilogía de Ariel", tal el nombre de su criatura.
La entrevista se desarrolla a la salida de un ensayo de El inestimable hermano, de Heidi Steinhardt, la pieza teatral que se estrenará mañana y lo devolverá a los escenarios, y en la que comparte responsabilidades interpretativas con Natalia Salmoral. Hendler aborda allí un personaje que, asegura, lo lleva al borde del grotesco.
"Cuando Heidi me envió el texto, me pareció un desafío inusual para mí, un personaje totalmente verborrágico, muy desinhibido y con un desafío físico y mental que no me habían exigido desde mis primeras obras de teatro en Montevideo. A una semana de la primera función, empiezan a emerger todas las pesadillas. Lo disfruto y padezco a la vez, estoy preocupadísimo", admite este montevideano que desde hace 12 años vive en Buenos Aires.
Para Hendler, ser actor es precisamente enfrentar las propias pesadillas, aunque, en su caso, el impulso de subir a escena también va acompañado de "cierta hipersensibilidad, una necesidad de dar y recibir afecto, de llamar la atención y de observar conductas, hasta de alguna carencia afectiva o algún desorden en el ego. Todas esas cosas me siguen llevando a un escenario", reflexiona después del ensayo, sentado a la mesa de un bar de la esquina de Espacio Callejón -la sala donde se presentará la obra-, en una breve pausa anterior al momento de entrarle al filet de merluza con puré que acaban de servirle.
La pieza de Steinhardt es el retrato de dos hermanos invadidos por una historia familiar, mientras sus padres, que ya no están, parecen espectros que los manejan como si fueran títeres. Es una comedia trágica o una tragedia cómica, que cuenta las historias, muchas veces inconclusas, de una familia que parece estar habitada por espíritus.
Además del estreno de El inestimable hermano, Hendler trabaja en otros proyectos. Por un lado, hace de fiscal en Edha, primera ficción argentina original de Netflix, dirigida por Daniel Burman, ambientada en el mundo de la moda y protagonizada por Juana Viale, Pablo Echarri y Antonio Birabent.
También está escribiendo una serie web en la que será actor y director -Hermanos del espacio es su título provisorio- y fue convocado para protagonizar El cambista, una película de Federico Beiró que se rodará en Uruguay y en la que trabajará junto a su hermano, el músico y actor uruguayo Matías Singer. "Es una coproducción con Argentina y Alemania ambientada entre los años 60 y 80, en Montevideo, y narra las aventuras de este cambista, un ser bastante siniestro", adelanta.
Casado con la actriz y directora Ana Katz, padre de dos hijos, vecino de Caballito y creador de la productora uruguaya Cordón Films, Hendler cursó cinco años de la carrera de Arquitectura hasta que comenzó a verse cada vez más involucrado en la actuación. Enseguida hizo sus primeros trabajos en el cine, hasta que finalmente se decidió a abandonar la facultad. "No me animé a asumirme como actor hasta que me sentí totalmente envuelto en ese oficio", advierte.
Consultado sobre su forma de encarar cada intérpretación, asegura que desde su formación siempre fue muy importante concebir la actuación como un juego de conexión con el otro. "Cuando uno sabe que va a ser actor y que va a vivir de eso, enseguida aparece el peso de la responsabilidad y cierto grado de especulación en las decisiones, que atenta un poco contra ese período de florecimiento actoral. Creo que los actores que logran conservar ese sentido del juego durante toda su vida son los mejores. Uno lucha siempre contra eso, y cuando nota que empieza a alejarse de ese impulso lúdico trata, cada tanto, de patear el tablero y regresar a él. Es un camino difícil, pero también divino."
En su faceta de director, pronto viajará al Festival de Biarritz para acompañar su segunda película, El candidato, que si bien ya está disponible en Netflix aún permanece en carrera y continua su recorrido por festivales de Suiza y Portugal. Además, este año estrenó también La división, una serie para Internet de bajo presupuesto escrita, dirigida y protagonizada por él mismo y que plantea un relato de misterio dividido en ocho capítulos cortos. Allí interpreta a Alfredo, un empleado que es trasladado por la gerencia a una nueva sección de la empresa con el objetivo de optimizar los recursos humanos, cuestión que deriva en el planteo de una extraña división genética de la especie humana.
En todo caso, la poesía hendlereana se disfruta tanto cuando se lo ve actuar como cuando se consagra a la dirección, si uno piensa que las películas y las series en las que ha intervenido como realizador (Norberto apenas tarde, El candidato, La división) son todas un poquito perturbadoras, en tanto que sus personajes procuran amoldarse a una forma aunque siempre se encuentran en el borde de ese límite. Otra vez la incomodidad, el desajuste, la dificultad de encajar en el entorno, una cualidad distintiva que hacia el final de la entre vista se revela como filigrana de su infancia.
"De chico, como consecuencia de una situación familiar, yo advertí que no quería ser parecido en ciertas cosas a cierta gente de mi familia -rememora-. Era un constante tironeo entre algunos ejemplos que tenía y la búsqueda de mi personalidad. Yo sabía que no terminaba de encajar en eso que se me estaba pidiendo. Capaz que eso tiene que ver con este desencaje del que hablamos. Me gusta esa idea, porque puede llevarnos a hablar del sistema así como de los conflictos familiares. La actuación es un ejercicio de espejo, y siempre es interesante. Es un oficio en el que se interactúa con otros actores y directores, se van tejiendo personalidades, formas de estar, de conectar. Es algo que nunca se termina de aprender. Superás algunas dificultades y te encontrás con otras nuevas, pero jamás uno puede decir que ya sabe hacerlo.
El inestimable hermano
De Heidi Steinhardt
- Viernes, a las 22.15
- Espacio Callejón, Humahuaca 3759
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