Daniel Casablanca tomó el desafío de encarnar a Enrique Santos Discépolo
El integrante de los Macocos se metió en un nuevo juego ficcional que dimensiona el universo del gran actor y poeta; además, dirige Chueco, la primera producción de Disney para América latina
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En la actual temporada el actor y director Daniel Casablanca está cargado de proyectos. Y la intensidad con la que trabaja no lo fatiga, por el contrario, le produce una euforia particular. Durante la semana pasada estuvo doce horas diarias grabando una sitcom para Disney denominada Chueco, la primera producción destinada a Latinoamérica, de la cual está a cargo de la dirección y que podrá verse a partir de enero.
Los sábados y domingos por la noche presenta Maten a Hamlet, en el Paseo La Plaza, con su grupo Los Macocos; en tanto que los domingos por la tarde, en el Espacio Experimental Leónidas Barletta, acaba de estrenar Discepolín, fanático Arlequín, un unipersonal en el que rinde homenaje a Enrique Santos Discépolo.
Comenzó a gestar este proyecto hace cuatro años a la par que con Los Macocos daban forma a su particular versión de la obra de William Shakespeare que estrenaron en el Centro Cultural 25 de Mayo. Y lo hizo de una manera muy minuciosa. Casablanca cuenta que nunca fue un amante del tango y que su interés por Discépolo comenzó hace tiempo leyendo Mordisquito, primero, viendo sus películas y descubriendo su historia a través del libro de Sergio Pujol, Discépolo. Una biografía argentina.
“En 2018 apareció con mucha fuerza la denominada grieta –comenta el creador–. Se iba Cristina y venía Macri. Se produjo como una explosión. La pregunta era: ¿a quién votas? ‘Porque estás con éste o estás con aquél’. Esa triste forma de ver la política se transformó en inevitable. Y ahora es un fenómeno que sucede en forma global, mundial. Y Discépolo sufrió la grieta de su tiempo. Murió de tristeza porque sus amigos, sus parientes, lo dejaron de saludar porque hacía propaganda política sin ser político. Sin hacer ningún tipo de juicio, objetivamente le sucedió eso. Es el riesgo que tiene cualquier artista. El artista hace política pero lo hace desde sus discursos poéticos”.
Pero la fuerte adhesión de Discepolín al peronismo lo condujo a una situación lamentable. No solo porque el ambiente artístico lo fue aislando sino, además, porque sus tangos fueron prohibidos. En Mordisquito ¿a mí me la vas a contar? el autor despliega un discurso que, como bien manifiesta Casablanca, “no deja de ser un discurso poético con gracia, con chistes pero muy incisivo”.
Durante su niñez, adolescencia y juventud el artista vivió momentos muy duros y padeció en carne propia las injusticias sociales que se producían en el país a comienzos del siglo XX. “Discépolo ve en el peronismo por primera vez a un Gobierno que se ocupa de los que menos tienen y da derechos –opina Casablanca–. Es como una ecuación para él. ‘¿Por qué votar a otro?, si Perón es el único que piensa en nosotros, en el pueblo, siempre tuvimos gobiernos que nos maltrataron’”.
Discepolín, fanático Arlequín es un espectáculo que fue creciendo en tiempos de pandemia. Daniel Casablanca, encerrado en su casa junto a su esposa Guadalupe Bervih (quien se hizo cargo de la dirección del trabajo), fue dando forma a una historia que no intenta contar la vida de Enrique Santos Discépolo. Por el contrario, el intérprete va jugando con ciertas anécdotas de su vida, con momentos destacados en la carrera de un hombre que fue autor de tangos, actor, dramaturgo y director. Un artista integral al que, lamentablemente, poco se ha valorizado en su dimensión integral. Y para eso apela a su costado de clown, ese ingenuo ser que continuamente tiene la necesidad de que los demás lo quieran. “El clown es eso –dice–. Me haces reír con una cosa simple para mostrarme lo desgraciado y terrible de ese personaje. Todo eso era muy familiar a mí pero no lo sabía”.
El actor además descubrió, a través de su filmografía, que Discépolo posee un estilo de actuación muy similar al suyo, al que define como “eléctrico” y describe con detalles momentos de las películas en las que actuó o dirigió. No puede dejar de lado mencionar que junto a su hermano Armando fueron los que introdujeron el grotesco en nuestra escena nacional.
“Lo que pasa es que, como decimos con Los Macocos en el espectáculo La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi, ‘el teatro se escribe en el agua’ y a este hombre es más importante recordarlo a través de una melodía que está grabada que como parte del mundo teatral. Y la verdad es que en Discépolo el tango fue una casualidad porque no era músico. Tarareaba las melodías e iba a ver a algún amigo músico y le decía escribímela, la tengo en la cabeza. Fue un gran autor y encontró en el tango una forma muy moderna de contar sus historias de las obras de teatro en tres minutos. Lo que muestro en este espectáculo sería una noche afiebrada del artista en busca de la creación con la hoja en blanco. Como si fuera la última noche. Es un homenaje a Discepolín pero también él es la excusa para lo que uno termina contando siempre que es una forma de hacer teatro.
Para agendar
Discepolín, fanático Arlequín
Dirigida por Guadalupe Bervih
En el Espacio Experimental Leónidas Barletta, Av. Luis Sáenz Peña 943.
Los domingos, a las 17.
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