¿Culpables o perdedores?
Sacco y VVanzetti/ Autor: Mauricio Kartun/ Intérpretes: Fabián Vena, Walter Quiroz, Magela Zanotta, Maia Francia, Ricardo Díaz Mourelle, Luis Ziembrowski, Jorge D'Elía, Cristina Fernández, Daniel Toppino, Gustavo Pardi, Horacio Roca, Agustín Rittano/ Voz en off: Horacio Peña/ Escenografía: Nicolás Nanni/ Vestuario: Mini Zuccheri/ Luces: Pedro Zambrelli/ Música y dirección musical: Gabriel Senanes/ Dirección: Mariano Dossena/ Teatro: Nacional Cervantes/ Duración: 120 minutos.
Nuestra opinión: muy buena
Al modo de una tragedia griega de final evidente, esta pieza de Mauricio Kartun, escrita a partir de un ofrecimiento de Jaime Kogan hace veintidós años, asesta en blanco sobre negro acerca del rol de una Justicia que no es tal, sumergida en los barros de la corrupción, las parcialidades, la mentira, la búsqueda del beneficio indecoroso a cualquier precio. En este caso, ese costo es el de la vida de los célebres militantes Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. Zapatero, el primero, y vendedor de pescado, el segundo, dejaron atrás su Italia natal para intentar una vida mejor signada por el trabajo y, fundamentalmente, la libertad. Así las cosas, se unen a un grupo de anarquistas, pero en medio de la lucha por hacer valer determinados derechos e ideales, son acusados de asesinato, encarcelados, juzgados en un proceso anómalo y finalmente sentenciados a la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927 en el estado de Massachusetts, sin que medie jamás una prueba seria, válida, contundente, sobre la veracidad de la acusación.
El director Mariano Dossena abordó su puesta desde el respeto hacia el texto original, destacando la impronta documental del mismo (parte de la dramaturgia está conformada por materiales utilizados durante el juicio) y signada por un marcado espíritu épico.
Además de ser un talentoso puestista, Dossena ya ha demostrado en producciones anteriores su riguroso y exquisito trabajo a la hora de dirigir actores. En este sentido, Fabián Vena, como Vanzetti, y Walter Quiroz, en su papel de Sacco, lucen sólidos, convincentes y conmovedores. Vena apela a una alternancia entre el italiano y el acento cocoliche, según lo requiere la situación, buceando en la profundidad de cada una de las palabras que le toca pronunciar. Quiroz, por su parte, sin dejar de lado la hondura y el valor de lo dialéctico, refleja cabalmente en lo corporal el sufrimiento de su personaje ante la situación injusta y terminal.
Por su parte, Luis Ziembrowski, como el fiscal Katzmann; Jorge D'Elía, dando vida al juez Thayer, y Horacio Roca, en su papel del abogado defensor Thompson, se destacan en duelos semánticos que dejan al desnudo cada una de las posiciones desde una convicción actoral que genera adhesiones y rechazos enérgicos en una platea que, en varias oportunidades, aplaude a telón abierto. Reacción similar sucede en los monólogos en proscenio de Fabián Vena y Walter Quiroz, a partir de una lograda idea de Dossena de hacer hablar a los personajes directamente a la platea en una clara señal de involucramiento.
El resto del elenco cumple con solvencia cada uno de sus papeles, destacándose los siempre efectivos Magela Zanotta y Gustavo Pardi.
Con gran acierto, el escenógrafo Nicolás Nanni apeló a estructuras tubulares en diversos niveles de altura que generan los diferentes planos de acción. Lo monocromático del diseño afianza lo sórdido y frío de cada uno de los espacios donde se desarrollan las escenas caminando en una destemplanza estética que se condice con el alma de los dos líderes sentenciados al fin.
A su vez, la música original, interpretada en vivo, de Gabriel Senanes enmarca y confirma los climas que requiere la obra.
Las puestas en escena de Sacco y Vanzetti son siempre oportunas porque nos permiten repensar acerca del rol de una Justicia que no es tal, y que busca ganadores y perdedores en lugar de inocentes o culpables veraces. Esto excede épocas y territorios, convirtiéndose en una tragedia vigente de la humanidad. La pieza nos habla de ideas que trascienden y, como remarca uno de sus textos, deja en claro que el fin de una vida no es el fin de la esperanza. Ellos murieron. Las luchas aún persisten.