Cuatro mosqueteros, mucho tiempo después
Arana, Grandinetti, Marrale y Leyrado vuelven a compartir un escenario tras 17 años, ahora con la dirección de Javier Daulte
La enorme foto que está sobre la marquesina del Metropolitan los muestra radiantes, cada uno de los cuatro porta una sonrisa que llega espontánea, sincera desde las alturas. Allí están Hugo Arana, Darío Grandinetti, Juan Leyrado y Jorge Marrale. Cuando se enciende el grabador, ellos mismos tratan de poner en palabras esos gestos que, con la charla, de a poco y casi sin que se den cuenta, vuelven a aparecer.
"Siempre tuvimos ganas de volver a trabajar juntos, pero no aparecía la obra o el proyecto que nos disparara esa posibilidad. No íbamos a juntarnos por el mero hecho de hacerlo, para eso nos encontramos a comer", arranca Leyrado. Y un buen día la obra apareció, y los actores que alguna vez integraron el grupo Errare Humanum Est y que vivieron durante seis años el fenómeno teatral que fue Los mosqueteros del rey dejaron de desear estar juntos para poder hacerlo.
Baraka es la obra en cuestión, la escribió en 2002 la dramaturga holandesa María Goos, ganó premios, se transformó en película y hasta llegó al tradicional teatro londinense Old Vic, cuando Kevin Spacey debutó como director artístico. Y desde el miércoles, con ayuda de este grupo de amigos -junto con la actriz Paula Kohan-, el Metropolitan será su nuevo hogar.
Los primeros en tomar contacto con la obra fueron Marrale y Leyrado, que al leerla no pudieron menos que empezar a imaginar la aventura que estaban por emprender. Por esos días, Juan Leyrado compartía escenario con Grandinetti en Ella en mi cabeza . Fue contagiosa la ansiedad. Hugo Arana tampoco tardó en responder. No era fácil encontrar una pieza con cuatro protagónicos que los volviera a reunir. Y allí estaba, encima hablaba de la amistad entre cuatro hombres, un vínculo que había mutado con el paso del tiempo a partir de los propios cambios individuales. Sería sencillo empezar a trazar paralelas entre una y otra situación. Hombres. Amistad. Paso del tiempo. Pero también sería igual de fácil, equivocarse. No todas las ecuaciones tienen el mismo resultado. "Definitivamente no es un canto a la amistad", resume Leyrado.
Pedro, Juan, Tomás y Martín (Grandinetti, Leyrado, Marrale y Arana, respectivamente) son cuatro amigos que después de bastante tiempo se reencuentran porque uno de ellos, Pedro, tiene un conflicto. Ese es el disparador para que cada uno de los personajes empiecen a desnudar qué ha pasado con ellos, en qué punto están en lo personal y, sobre todo, cómo está el vínculo entre estos amigos. "No está demás aclarar que lo que a ellos les pasó no es cualquier cosa. No son cuatro personas livianas de problemas. En esa amistad hay miserias, egoísmos, también falta de cuidado", sigue Leyrado, quien parece haber tomado la voz de mando, pero, no; Hugo Arana recoge la posta: "La obra tiene una mirada inteligente sobre lo individual y lo colectivo. ¿Qué pasa con lo personal cuando está en juego a partir de lo colectivo? Porque muchas veces no coincide lo individual con lo grupal, y esto en la obra es restallante, está permanentemente. Y cuando hay un núcleo afectivo es más fuerte el contracolor, las luces y las sombras de las interrelaciones. Y la obra está muy nutrida de esto, y está nutrida desde el humor, desde lo casi trágico, desde lo trágico, desde lo emocional".
Lo curioso es que esta mirada sobre los vínculos masculinos es la de una mujer, María Goos, hecho que a este grupo de actores les resulta más que alentador, ya que aleja definitivamente a esta propuesta la posibilidad de engrosar cualquier listado que incluya las típicas obras con temática masculina que puedan haber pasado por los escenarios locales en los que los hombres son pintados más o menos de la misma manera. Y esa mirada los sedujo hasta tal punto que ya están por subir al escenario para ponerle el cuerpo. "Yo no podría decir que alguno de nosotros se sienta identificado en algo del devenir que tienen los personajes, pero sí creo que el contacto está en el modo en que los hombres nos vinculamos", señala Marrale.
"Lo que sí puedo decir -irrumpe Grandinetti para completar el cuarteto- es que hay momentos de la obra que nosotros entendemos muy bien, momentos en que los personajes se dicen cosas muy hirientes, o que para el afuera serían muy duras, sin cuidarse, y eso nos pasa a nosotros también como amigos. Somos capaces de decirnos cosas que el que no nos conoce diría «¿y éstos cómo están juntos?». Y no pasa nada, hay un montón de cosas de las que no nos tenemos que cuidar porque nos conocemos, nos queremos."
Disfrute
Y entonces sí se entiende lo de Baraka , un término que en sí mismo no significa nada, pero que sí tiene un sentido, uno personal que este grupo reconoce dentro y fuera de sus personajes: es estar juntos, es la expresión de "un grito de guerra, de unión, de divertimento", dice Grandinetti. Ese divertimento se manifiesta, para ellos, de varias maneras. No sólo se dan el gusto de volver a verse las caras sobre un escenario o en animarse otra vez a los pasos de baile (guiados por la mano de Carlos Casella), sino que hay otro elemento que se les volvió indispensable a la hora del disfrute: poder contar con la dirección de Javier Daulte. No es exagerado decir que cuando en la charla salió el tema del director estos cuatro actores sufrieron cierta clase de hiperventilación: comenzaron a hablar a la vez, sonaban superpuestas frases como "es fantástico" (Grandinetti), "hasta ahora es un matrimonio magnífico" (Arana), "hacía tiempo que quería que me dirigiera" (Leyrado) o "estamos trabajando mucho y bien" (Marrale). Cuando los signos de admiración se aplacan, sale a la luz que los cuatro tenían en claro que sólo lo querían a él como director, ya que imaginaban -cosa que se concretó- que podrían trabajar de un modo que hacía mucho no tenían la oportunidad de encarar. "Estamos elaborando los personajes, adentrándonos y descubriendo cada rol. Javier es más joven que nosotros, es teatrero y tiene una visión teatrera de la profesión; realmente él sabe que hay que respetar ese tránsito de prueba y error, de investigación, y eso, justamente, es lo que buscábamos", toma la palabra Leyrado. Y ese transcurrir, ese "camino poceado que atraviesan en 4x4" -al decir de Grandinetti- les provoca un inmenso placer y justifica todos los miedos, las inseguridades de estar tirándose a la pileta. Esa justamente es la explicación de las enormes sonrisas que habitan las alturas de la avenida Corrientes, ésas que invitan a encontrarse con un grupo de viejos amigos, como si uno fuera uno más.
Para agendar
Baraka, de la dramaturga holandesa María Goos, con dirección de Javier Daulte y producción de Pablo Kompel.
Metropolitan 2, Corrientes 1343. Estreno: miércoles, a las 21. Funciones: miércoles y jueves, a las 21; viernes, a las 21.30; sábados, a las 20.30, y a las 22.45, y domingos, a las 21. Entradas desde 50 pesos.
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