Cuando los poetas suben a escena. Cuatro espectáculos brillantes hacen que la poesía sea la protagonista
Poetas como Jacobo Fijman, Vicente Zito Lema, León Felipe, César Vallejo y Federico García Lorca están reflejados en bellísimas propuestas que nos invitan a revalorizar la palabra
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La creación de reconocidos poetas nacionales y extranjeros se muestran en escena en esta temporada a través de tres espectáculos muy disímiles en su conformación estructural. Aunque en todos ellos la voz de escritores como Jacobo Fijman y Vicente Zito Lema, Federico García Lorca y César Vallejo se apoderan de la atención de los espectadores con un interés particular. Es que al ser reconocidos en un contexto que escapa a la lectura en soledad, algunos versos adquieren una repercusión muy significativa.
La actriz Ana Yovino conduce un espacio denominado “Poesía en acción”, destinado a realizar investigaciones actorales acerca de la palabra poética en situación dramática. Su intención de máxima es, según explica: “que la belleza nos invada, que no sea posible escapar de ella”. Uno de sus alumnos, Alejandro Spangaro, le acercó un material del cual era autor, en el que expone la relación entre el poeta Jacobo Fijman y un interno del hospital Borda.
El autor Vicente Zito Lema realizó una muy profunda investigación sobre la historia de este hombre que, al cabo de los años, realizó una profusa actividad, no solo como poeta sino además como docente o periodista y que, lamentablemente murió luego de padecer severas crisis mentales, en 1970. Lema fue quien buscó a este autor maldito de quien en algún momento se desconoció su paradero hasta que lo encontró y produjo una serie de materiales sobre su vida y esa relación que, juntos, construyeron durante un tiempo.
Esa experiencia fue trasladada luego a espectáculos denominados Yo soy Fijman, de Martín Ortiz y Alan Robinson (2010); y El cristo rojo, escrito por Zito Lema y Galileo Bodoc (2018). “A Spangaro lo estimuló también contar ese hermoso relato de amor y fuimos a verlo a Vicente, quien nos abrió las puertas de su escucha –explica Yovino– y nos acompañó durante todo el proceso. Vino al estreno, esa fue su última salida antes de su muerte. Nos regaló unas preciosas palabras. Dijo que era ‘una ceremonia de amor’ y ‘que cuando el bien se junta con el amor nace una belleza que es eterna’”.
En Encuentro de poetas se combinan poemas de Jacobo Fijman y la historia del encuentro entre ambos creadores. “La obra transcurre en una caja de cartón desechada en la basura que oficia de espacio sagrado donde la poesía de Fijman brilla en sus sombras, a pesar y a través de su marginación. Buceamos en el potencial infinito de ese metro y medio. Una caja mágica donde habita lo que pudimos escuchar en los versos del poeta. La búsqueda conmovedora de Vicente plasmada en su relato y poemas. Fijman recluido en el hospicio desplegando sus dibujos, música, máscaras. Invocadas para su aparición, las multiplicidades de Fijman, resucitan en esta misa de desechos”, explica Yovino.
Jacobo Fijman decía ser el cristo rojo y en la experiencia aparece materializada esa seudorealidad. Se incluyen poemas como “Canto del cisne”, que habla de la locura y así el espacio habitado por el protagonista –esa caja– se transforma en un gabinete de electroshock, en el infierno. “De esta manera –dice Yovino– aparece la dualidad, el sufrimiento transformado en arte, abriendo las puertas de otra realidad. Fijman nos alumbra con sus poemas, Vicente Zito Lema, hurga en la noche oscurísima para encontrar el alba”. El espectáculo, que se presenta en Mil80 Teatro, está interpretado por los actores Alejandro Mazza y Alejandro Spangaro, el violinista Brian Pombinho y la cantante Julia Conlazo.
Al reencuentro de César Vallejo
Durante la pandemia, la actriz y directora Irina Alonso fue convocada por Sagai para formar parte de un ciclo denominado Leer en casa, cuya curaduría estaba a cargo de Juan Parodi. Ella seleccionó varios poemas de César Vallejo, poeta que conoció a los 14 años y de quien se sintió deslumbrada “por esa oscuridad –dice–, ese retorcimiento del lenguaje, esa desautomatización a la que me arrojaban esas palabras que me conmovían tanto, a pesar de su opacidad, y que alcanzaban –yo lo sentía así– el hueso de la vida”.
Entusiasmada con aquella experiencia consultó con sus alumnos si estarían interesados, reunión por Zoom mediante, en leer y escuchar poemas de Vallejo. Ellos aceptaron y, poco a poco, fueron dando forma a la estructura de un espectáculo integrado por veinticinco poemas y algunos textos en prosa, que lleva por título La violencia de las horas, que se presenta en Querida Elena. Está interpretado por Noelia Beret, Martín Bobet, Diana Calefa, Gabriela Calzada, Gabriela Cánepa, Fernando Larrode y Roberto Vinogradski.
Para la creadora no resulta difícil encontrar teatralidad en cierta producción poética, por el contrario. “Me interesa mucho la poesía –explica–, y me interesa mucho el teatro. Pues entonces, que la poesía entre en escena para subvertir las formas a las que nos obliga el costumbrismo (y el consumismo) que nos adormece y nos priva de otras bellezas, que los cuerpos sean atravesados por ese otro lenguaje, esas palabras liberadas de las obligaciones comunicacionales, ese nombrar un develamiento siempre imposible. Y perseguirlo en la escena, con el cuerpo y la palabra”
El grupo buscó alejarse del recital poético y decidió encontrar una mecánica posible para que los versos de Vallejo fluyeran de la mejor manera. “Nosotros, en cambio –aclara Irina Alonso– quisiéramos prestarle nuestra carne, nuestra confusión, nuestro barro. Romper cualquier ‘verdad’ que pretenda capturarnos, encontrar en cada texto estados contradictorios, problematizar al actor para devolverle la vitalidad que ser un mero recitador podría arrebatarle. Y luego, como siempre, está la belleza de los cuerpos en el espacio, los cuerpos con sus labios, sus ojos, su respiración. Eso es teatro, se hable en prosa o en verso. Y hay una idea, en nuestra obra, de recorrido, de partida y de llegada podríamos decir, de esos fantasmas vivientes, atravesados de palabra vallejiana”.
A lo largo de su carrera la actriz ha construido diversos espectáculos a partir de textos narrativos, como Los muertos, de Mario Levrero; o Sombras sobre vidrio esmerilado, de Juan José Saer. “Encuentro en la literatura –afirma Alonso– universos que se me instalan casi como obsesiones, y necesito llevarlos a escena, sin saber cuál va a ser el resultado. Me enamoro de algunos modos de utilizar el lenguaje, de algunos contenidos filosóficos, de un modo de ver el mundo que tienen algunos autores y autoras que no escriben teatro y entonces deseo ir con ellos a escena. El teatro no es un niño consentido que solo acepta un tipo de alimento: puede nutrirse de movimiento, de ausencia de él, de naturalidad, de artificialidad, de filosofía, de banalidad, de improvisación, de libertad, de constricción y también, por supuesto, de literatura”.
Un recorrido por el universo lorquiano
Pablo Razuk está presentando en El Tinglado y a partir de mayo lo hará en la sala La Tertulia El camino de la fuente. A través de él realiza un recorrido por el mundo del poeta y dramaturgo Federico García Lorca. El intérprete recuerda que tomó contacto con la poesía del autor granadino a los 16 años y no pudo desprenderse de él.
“El paso del tiempo lo volvía a traer –explica Razuk–, ya más adulto, con esas cuestiones de la mayoría de edad en la que los amores lo invitaban a la mesa. Ahora, con la obra de teatro como gran excusa, mis ya frecuentes viajes a España me inclinaron a aceptar la propuesta de Cacho Palma (autor y director de la pieza) por sentirme invadido de ese mundo español desde su música y sus calles, desde su gente y su poesía. Sin dejar de lado a mi abuela andaluza, esposa de un catalán y mis otros abuelos sirios… Por todo esto tengo que decir que siento que fue sencillo ingresar en este universo. Había algo del camino ya conocido a la hora de meterme con sus imágenes y sus palabras”.
El espectáculo parte de la idea de trabajar La comedia sin título, una obra en la que estaba trabajando García Lorca en el momento en que fue asesinado. Cuando ese manuscrito fue encontrado alguien le puso ese nombre. Lo interesante es que el texto no poseía un final. Con lo cual esta ficción muestra a un actor que intenta encontrar o intuir un final posible para presentarla ante el público. Mientras lo hace, evocará a personajes reconocibles por los espectadores como Yerma, Bernarda Alba, Doña Rosita, entre otros. La necesidad de seguir el camino de la fuente es “Ir a ella por agua –explica el actor–, ir a la fuente para dialogar con el poeta y así saber su deseo inconcluso, ir a la fuente de la verdad de los hechos para poder contar esta historia y así sanar a un pueblo”.
Cuando se le pregunta al intérprete qué cuestiones de la poesía valora a la hora de llevarla a escena, Razuk repara en el trabajo de investigación que realizó el autor sobre las crónicas de la vida de García Lorca, su asesinato, entremezclando todo ellos con la poesía, con una textura que le resulta muy interesante para trabajar. “Otra más simpática –relata– es que esta obra fue estrenada en Madrid, y yo tenía serias dudas de cómo recibiría el público español a un argentino hablando en porteño la pluma de Federico. Y fue mágico. Era lo que más fascinaba a espectadores, compañeros de tablas y periodistas. Ellos escuchan al poeta desde muy pequeños con una musicalidad española muy marcada. Nosotros, actores argentinos, tenemos inflexiones diferentes y apoyamos la palabra de diferente manera a la hora de actuar comprometidamente. La poesía de Lorca es universal. Pero es especialmente del Río de Plata. Es aquí en dónde su obra (junto con México) tuvo una enorme y trascendente repercusión; Y aún nos habita generación tras generación. Por otro lado, es un placer el reto de cada noche, en cada función, salir a buscar un final para aquella obra, sabiendo que El Poeta vendrá a ‘soplárnoslo’ al oído”.
La poesía de León Felipe
Por estos días, el enorme Héctor Alterio vino al país a despedirse de sus escenarios con el espectáculo A Buenos Aires, que se lleva a cabo en el teatro Astros. Allí abreva en los bellísimos relatos poéticos de León Felipe y, a su vez, convierte en poesía las letras de tangos escritos por Enrique Cadícamo, Horacio Ferrer, Cátulo Castillo o Eladia Blázquez. “He visto llorar a mucha gente en el mundo y he aprendido a llorar por mi cuenta. Al traje de las lágrimas lo he encontrado siempre cortado a mi medida”, dice desgarrado en una de las odas de León Felipe.
Cuando encara a su admirado León Felipe, todo se vuelve etéreo para llevar al espectador por un abanico de sensaciones. El discurso tan social como místico y metafórico en la voz o el sentir del juglar se convierte en un desesperado grito que expone injusticias, destierros, dramas e idealismo. Alterio impone sensibilidad y ritmo a la potencia lírica de los sobrios versos de Felipe. “No hay otros paraísos que los paraísos perdidos”, dirá también en su evocación a Jorge Luis Borges. “Y en su emoción está escrito el pasado, aquello que se dejó pero que les queda a otros. En resumen: eso que los grandes artistas saben hacer durante su tránsito por este mundo para que los amemos y admiremos”, afirma la crítica publicada por este diario.
Para agendar
Encuentro de poetas
Dirección: Ana Yovino. En Mil80 Teatro, Muñecas 1080. Los domingos, a las 20.
La violencia de las horas
Dirección: Irina Alonso. En Querida Elena, Pi y Margal 1124. Los sábados, a las 18.
El camino de la fuente
Dirección: Sabatino Palma. En El Tinglado, Mario Bravo 948. Los miércoles, a las 21. A partir del 6 de mayo, en La Tertulia, Gallo 826, los sábados a las 18.
A Buenos Aires
Dirigida por Ángela Bacaicoa. En el teatro Astros, Corrientes 746. Los viernes, sábados y domingos de abril, a las 20.30.
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