CTBA. Para la reapertura del Alvear vendrá Alexis Michalik, el director francés más destacado de la última década
Estrenará Edmond, una pieza de su autoría que ya lleva siete años en cartel en París y que acá protagonizará Gabriel Goity
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Tal como lo anunció el ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro, en junio de 2023 se reabrirá el teatro Presidente Alvear. El espacio, uno de los ámbitos más destacados de la calle Corrientes, dejó de funcionar en 2014. Desde entonces las obras de refacción que fueron anunciadas en diversas gestiones nunca se realizaron. En 2018 la fachada del teatro sufrió un incendio y, tras su reparación, el Alvear quedó en una especie de larga lista de espera sin que se concretara su puesta en marcha. Recordemos que el gobierno de la ciudad privilegió inaugurar el Cine Teatro el Plata, en Mataderos, antes que poner en valor este prestigioso lugar. La esperada inauguración se concretará con la puesta en escena de Edmond, una obra del francés Alexis Michalik, quien es reconocido en Europa como uno de los fenómenos escénicos franceses más relevantes de la última década.
La cartelera teatral parisina muestra hoy una particularidad muy singular. Este artista tiene cinco espectáculos en cartel en diferentes salas de la ciudad. Lo interesante es que excepto Los productores, la conocida comedia musical de Mel Brooks que dirigió en 2021, los restantes espectáculos lo tienen como autor y director y se reponen anualmente con notable éxito desde sus fechas de estreno. Ellos son: El portador de historias (2013), El círculo de los ilusionistas (2014), Edmond (2016), Intra muros (2017) y Una historia de amor (2020). El diario El País, de España, lo ha calificado como uno de los fenómenos escénicos franceses más relevantes de la última década.
Michalik estuvo en Buenos Aires la semana pasada con el objetivo de elegir el elenco con el que representará el año próximo, en el teatro Presidente Alvear, Edmond, una pieza clave en su producción que, además, tiene una versión cinematográfica, Cartas a Roxane, que se estrenó en 2020.
A los 39 años, este potente creador que se define como un europeo nato (su padre es polaco y su madre inglesa) creció en París y se enamoró del teatro a los 13 años. A los 20 decidió realizar su primer montaje como director (R & J, una versión de Romeo y Julieta, de William Shakespeare) y desde entonces sus campos de acción se desplazan entre el cine y el teatro. Nunca ha dejado la actuación. Puede vérselo en películas, series televisivas y, por supuesto, sobre un escenario.
Es la primera vez que el artista está en Buenos Aires. Conocía algunos datos sobre nuestra actividad escénica a través de un amigo que realizó algunos estudios sobre teatro argentino. Un recorrido rápido por la ciudad le posibilitó descubrir que, como en Nueva York –que posee una calle (Broadway) en la que se emplazan los más importantes teatros comerciales–, aquí se replica ese modelo en la calle Corrientes; y lo sorprendió que, en una de sus salas, haya una pieza que lleva diez años en cartel y es de un autor francés: Toc Toc, de Laurent Baffie. Pero lo que más le resulta atractivo (él lo califica como “increíble”) es nuestro sistema teatral en el que conviven el teatro comercial, el teatro público y el alternativo.
Alexis Michalik escribió su primera obra a los 30 años, El portador de historias, y esa experiencia le permitió reconocer que había gente interesada en su producción. “Mis obras están a mitad de camino entre el teatro privado y el teatro público –explica– pero suelo trabajar con una economía de recursos escenográficos, por ejemplo, que me permiten pasar de uno a otro sin problemas. A la vez, constituyo tropas de actores que van a tener muchas participaciones dentro de una obra. No hay una verdadera jerarquía entre los intérpretes. A veces trabajo con cinco actores; otras con doce, como en Edmond, pero ninguno posee un papel principal. Tienen partes importantes pero en igual medida. Es la razón por la que no necesito una estrella para producir una obra. Y cuando no necesitás estrellas podés cambiar de actores si es que alguno se va a hacer una película u otra cosa. El éxito del espectáculo se mantiene. Y esto ha permitido que mis trabajos tengan una continuidad muy rara en el tiempo”.
Profundo admirador de William Shakespeare, no tanto de Molière, el dramaturgo y director cuenta que no posee influencias de autores contemporáneos franceses a la hora de abordar la escritura dramática. Pero sí reconoce como sus maestros, en el campo de la dirección, a Peter Brook y a Ariane Mnouchkine. “Son grandes figuras de Francia –dice– y ambos tienen pasión por el teatro popular. Brook fue un gran referente del teatro simple pero realizado con mucha humanidad. Y Mnouchkine es un poquito lo contrario, grandes compañías, grandes troupes de 25 o 30 actores pero que hacen todo, actúan, cambian los decorados, se mueven en escena coreográficamente. Estas dos personalidades son muy importantes para mí y yo intento hacer un teatro simple y también de troupes. Entonces utilizo una escenografía simple, casi siempre, y mi dramaturgia es cinematográfica porque hay muchas escenas pero muy cortas. En Edmond hay 80 escenas que se desarrollan a un ritmo intenso. Continuamente todo cambia, cambia, cambia. Entonces el espectador no se aburre. Esa es mi manera de hacer teatro”.
El germen de la creación de Edmond está en la película Shakespeare in love, dirigida por John Madden. Michalik la vio y, de inmediato, tuvo la necesidad de generar un material similar pero a partir de un creador francés. De inmediato, surgió la idea de trabajar a partir de Cyrano de Bergerac, de Edmond Rostand. “Cyrano –cuenta el autor– es una de mis obras preferidas pero de verdad es la preferida del 90% de los franceses. Es una pieza con la que tenemos una relación verdaderamente amorosa. Cada vez que se repone es un éxito. Eso no lo logra ninguna otra obra, ni El misántropo, de Molière. El texto posee una serie de ingredientes que a los espectadores les interesan mucho. Hay romanticismo, el personaje es heroico, tiene situaciones divertidas. Mientras la releía descubrí que hasta posee cierta cosa pedagógica. Habla de las condiciones en las que se creaba en ese tiempo y describe muy bien la época. Rostand la escribe a los 28 años y hasta los intérpretes creían que iba a ser un desastre. Sin embargo, en la noche del estreno, los actores debieron salir a saludar cuarenta veces porque el público no paraba de aplaudir. Al poco tiempo, el autor recibió la Orden Nacional de la Legión de Honor, que es el máximo galardón que se da en Francia”.
Transcurrieron cerca de 20 años hasta que Michalik logró estrenar su producción. Primero pensó en realizar un film. Un productor aceptó el proyecto y le pidió que escribiera el guión pero puso una condición, la dirección estaría cargo de otra persona. Como ninguno de los posibles directores aceptó se propuso él como realizador. La película volvió a frenarse porque la producción resultaba muy costosa. Ante el rechazo Alexis Michalik decidió viajar a Londres con la intención de ver teatro. Entre otros espectáculos vio una de las funciones de la versión teatral de Shakespeare in love, de Tom Stoppard y Marc Norman, y es así que decidió escribir su obra teatral que estrenó en 2016 en el Palais Royal, una sala con capacidad para 700 personas. El éxito fue inmediato y la pieza se mantiene en cartel desde entonces. Ya la vieron un millón de espectadores. Frente a esta realidad, aquellos productores que le habían quitado su apoyo, decidieron acompañarlo para que filme Cartas a Roxane, la versión cinematográfica de Edmond.
Si en el texto original de Rostand el autor ficcionaliza a partir de la vida de Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac (1619-1655) un poeta, dramaturgo y pensador francés (contemporáneo de Molière), Michalik, en obra, muestra a Rostand durante el proceso de creación de su texto tal vez más emblemático que, también, posee una historia singular. La reconocida actriz Sarah Bernhardt lo contactó a Rostand con el destacado actor de la época, Coquelín, quien buscaba un material para protagonizar. El autor venía seguido de algunos fracasos pero, sin embargo, logró que su obra se transformara en uno de los materiales dramáticos más importantes de Francia.
“Cyrano es muy francés –explica Michalik– porque lo que a los franceses les gusta mucho es la gente que resiste, más que aquellos que son exitosos. Es mejor ser un perdedor con dignidad. Respetan a los perdedores magníficos. No les gustan demasiado los héroes. Cyrano es todo lo que queremos. Es divertido, inteligente, puede escribir una poesía maravillosa. Tiene todo. Pero, a la vez, posee una nariz que hace que no pueda obtener a la mujer de sus sueños. Es una persona increíble para nosotros. Hay una escena al principio, cuando Cyrano interrumpe la representación teatral, en el acto I, en la que su amigo le dice, ‘qué hacés, vas a generarte enemigos, ¿cuál es tu manera de vivir?’ y Cyrano responde: ‘estaba en un momento en el que tenía demasiadas decisiones que tomar. Decidí estar admirable en todo’. Esa es su manera de vivir, estar siempre impecable. Cuando leí eso estuve pensando qué tipo, qué magnifica manera de vivir. Ante la dificultad, estar admirable”.
Alexis Michalik regresará a Buenos Aires en abril. El estreno de Edmond (con Miguel Ángel Rodríguez y Felipe Colombo al frente del elenco) está programado para junio de 2023. Mientras tanto, el creador realizará en París la versión fílmica de su última obra teatral, Una historia de amor.
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