Crónica de un secuestro: la hipocresía de la vida burguesa
Un texto de Mario Diament recreado por buenos intérpretes
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★★★ Dramaturgia: Mario Diament. Intérpretes: Julián Caisson, Gabriel Cavia, Santiago Cerra. Vestuario y escenografía: Andrés Díaz Mendoza. Iluminación: Gabriel Cavia. Dirección: Marco Pasetti. Sala: El Método Kairós, El Salvador 4530. Funciones: Viernes, a las 22. Duración: 80 minutos.
La inmersión en la obra es efectiva: los espectadores transitan por un espacio venido a menos en el que un hombre, como un autómata, mira una revista. Cuando la función empieza, las luces muestran el alcance del desorden: multitud de latas vacías, vino en cartón, una escopeta, sillas rotas y otros signos que inundan la propuesta de sensorialidad. En esos detalles que se iluminan y resultan pregnantes, Crónica de un secuestro encuentra sus mayores aciertos.
La historia trata del secuestro de un hombre por parte de dos matones. Con un guiño a lo fantástico, la víctima se apellida Morel. Sin embargo, lo que no puede dilucidarse son los motivos del secuestro. Antes que la exigencia de algo concreto –dinero, información– uno de los secuestradores plantea el dilema a partir de cuestionamientos de índole filosófica con ribetes absurdistas: ¿por qué no podrían haberlo secuestrado? La esgrima verbal de preguntas y respuestas por momentos detiene la acción dramática al poner en primer lugar el texto. Algunas de las puntas que se sugieren desde estas réplicas agudas y el compromiso de los tres actores mantiene el interés en lo que sucede, pero hay una falta de apuro en la tensionante situación del secuestro que lo termina empequeñeciendo como suceso.
Queda en evidencia el paso del tiempo que tiene esta obra, parte de la abundante producción dramatúrgica que ponía su crítica en la hipocresía de la vida burguesa. Si bien con los años esta hipocresía no ha desaparecido, sí ha perdido un poco su condición de descubrimiento el revelar que la existencia cotidiana de las personas integradas a la sociedad incluye acciones moralmente cuestionables. Se destaca la composición de Julián Caisson que en forma orgánica mezcla lo rudo y lo refinado para dar tridimensionalidad a su personaje.
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