Coronavirus: solo un 22 por ciento de los teatros y centros culturales alternativos pagó el alquiler de abril
En este contexto de pandemia y sin actividad en los espacios culturales de la ciudad de Buenos Aires, las distintas entidades que nuclean a teatros alternativos, clubes de música y centros culturales, que suelen ser inquilinos de antiguas casas o galpones convertido en lugares de formación, producción y exhibición artística, expusieron el crítico panorama del sector a través de un sondeo. El informe cubre los problemas económicos de 120 espacios culturales, teatros alternativos, clubes de música y espacios de circo (no de milongas, por tratarse de un circuito itinerante). Solo el 22 por ciento de estos espacios pudo pagar el alquiler de abril. Casi la mitad, un 44 por ciento, no pudo pagar, mientras que el 34 por ciento restante lo hizo parcialmente. "La proyección para mayo empeora, ya que solamente el 7,5 por ciento pagará la totalidad del alquiler; el 50 por ciento afirma que no podrá pagar y el 42,5 por ciento restante lo hará parcialmente", apunta Claudio Gorenman, quien formó parte del debate del comunicado que lleva las firmas de Artei (salas alternativas porteñas), MECA (Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos), Clumvi (Cámara de Clubes de Música en Vivo), Escena (salas alternativas más pequeñas) y Abogados Culturales.
Los alquileres de estos espacios oscilan entre los 30.000 a los 200.000 pesos mensuales. Pero el costo de funcionamiento dexcede el precio del alquiler. Gorenman, de MECA y de Abogados Culturales, suma otra anomalía en tiempos excepcionales: "como Edusur y Edenor no fueron a medir el consumo, lo hacen tomando el promedio, con montos que van desde los 7.000 pesos a 30.000 y que no reflejan el gasto casi nulo que tuvimos. En este contexto, diría que la gran mayoría visualiza la posibilidad de cerrar. Lo cual nos plantea un escenario muy angustiante",
La situación ya tiene heridos con nombre y apellido. El sábado cerró el Cultural Freire, en Colegiales. "Sabemos y entendemos que la cultura no es prioridad para quienes pueden auxiliar, también que no somos los únicos ni los primeros, pero ha llegado un momento en que no es posible seguir acumulando pérdidas y nos vemos obligados a cerrar con todo lo que eso conlleva", se despidieron en una carta que subieron a las redes. Marcelo Castresana es uno de los gestores de El Quetzal, ubicado en Palermo. "Somos una cooperativa de trabajo y estamos haciendo lo que podemos. A los dueños, con los cuales tengo la mejor relación, ya les conté que no estamos en condiciones de pagar el alquiler. En estos nueve años siempre pagamos. Teníamos un fondo, pero ya lo gastamos y ni sabemos ni cuándo ni cómo volveremos a la actividad".
Gorenman explica a LA NACION: "Ante esta situación límite, los espacios culturales están intentando sentarse a renegociar las condiciones contractuales con los dueños de los inmuebles. Si bien el artículo 1203 del Código Civil y Comercial contempla cesar el pago en caso de que una situación de fuerza mayor no permita hacer uso de la cosa alquilada, y el DNU 320/2020 del gobierno nacional prohíbe los desalojos y contempla la imposibilidad de pago hasta el 30 de septiembre, la intención de quienes alquilamos estos espacios es la de tener un diálogo razonable con los dueños de los inmuebles para renegociar los contratos y evitar perjuicios mayores a ambas partes". El comunicado firmado por las entidades concluye de este modo: "Prioricemos el diálogo y el consenso, y garanticemos la continuidad de nuestros espacios culturales".
"Lo mejor que podría hacer el gobierno porteño –continúa Corenman– es acelerar los subsidios para que podamos hacer frente a los costos mínimos mientras estamos cerrados. Y con respecto a los alquileres, solo pedimos que Cultura nos acompañe, que nos asesore para que la negociación sea en otros términos, tomando en cuenta nuestra especificidad y sabiendo que cada acuerdo es una particularidad en sí misma. La idea es evitar litigios, conflictos; de ninguna manera es un llamado a no pagar, es un llamado que apunta a concientizar sobre el tema".
Liliana Weimer es la presidenta de Artei, la entidad que nuclea a ese abanico que va desde salas como Timbre 4 hasta El Portón de Sánchez pasado por La Carpintería o el Teatro Payró. "Nuestras salas dependen de los tiempos del Estado y de los escasos recursos que disponen tanto el Instituto Nacional del Teatro como Proteatro, las dos entidades dedicadas al fomento de a actividad escénica. Si los subsidios llegan tarde, no nos permite organizar el hoy ni pensar a futuro en medio de este panorama tan incierto. El INT lanzó rápidamente el Plan Podestá en donde entramos todas las salas de CABA que ya contábamos con subsidios, con montos que fueron de 90.000 a 120.000 pesos", apunta sobre ese sector, en el cual alrededor del 40 por ciento funciona alquilando viejas casas o galpones. Weimer sabe que hay propietarios que dependen de cobrar ese alquiler para vivir y otros que tienen varias propiedades. "Con todo esto apuntamos a encontrar una medida solidaria para todos", destaca.
Weimer es quien gestiona la sala Abasto Social Club. Como responsable de ese espacio aporta su caso como un testigo más de este endeble y vital entramado para la cultura de la ciudad. "Con los 90.000 pesos del INT –recuerda– pagué el alquiler de abril, las deudas de marzo, servicios e Internet. Ahora formo parte de esa gran mayoría de salas que no ha podido pagar el alquiler. El dueño está al tanto, tiene una buena actitud, pero estamos todos en medio de esta cadena".
Dentro de Artei, la actriz y directora Alejandra Carpeti es una de las que gestiona el teatro La Carpintería, de Abasto. "Me queda claro que la situación de los alquileres afecta a otros sectores comerciales como a particulares, y me queda claro que la pandemia visibiliza un tema difícil de poner en agenda que es el tema inmobiliario de la ciudad y de cómo afecta a los espacios teatrales independientes. Considero que hay tres pilares en todo esto: las tarifas de los servicios públicos, los alquileres y, a mediano o largo plazo, el protocolo a implementar para cuando se reactive el movimiento teatral que, a manera de borrador, ya fue acercado al ministro de Cultura Enrique Avogadro. Ahora bien, los tres temas necesitan de la intervención del Estado. Y en lo que hace al pago de alquiler es dejar en claro que nosotros tenemos voluntad de pago".
Alejandra Carpeti intuye que lo más complejo de todo esto ocurrirá cuando se reanuden las funciones, dado que los espacios podrán utilizarse con la mitad de la capacidad total de espectadores. Y todo esto sucede en el medio de una actividad a la que, ya antes del escenario pandémico, la crisis económica ya había golpeado fuertemente.
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