Coronavirus: Cerró el Cultural Freire, vanguardia de la danza y el teatro
Hace apenas unos días días las redes sociales de la sala Cultural Freire se llenaban de comentarios ante la penosa noticia de que la sala cerraba sus puertas. El anuncio duele y preocupa, pero de alguna manera es extrañamente esperable, dolorosamente esperable, que estas noticias se empiecen a multiplicar. La cultura sensible a los embates económicos sucumbe dramáticamente en esta coyuntura. El aislamiento decretado obligatorio desde hace 74 días puso sobre la mesa un problema que existe hace mucho: la precariedad del sector y la dificultad de mantener los espacios culturales abiertos en zonas en los que los alquileres, por ejemplo, se disparan sin dar tregua. Lo que resulta más paradójico de toda esta situación es que en estos largos y extraños días que se lleva de aislamiento, el contacto con las infinitas manifestaciones artísticas se volvió para muchos un aire fresco y necesario para combatir el encierro. Obras teatrales filmadas, conversaciones con representantes de la cultura, visitas virtuales a museos, lecturas diversas, encuentros performáticos, vivos inesperados, ideas nuevas que sorprenden y un etcétera rico y diverso que le imprime un alivio a la actualidad por momentos asfixiante.
¿Pero cómo puede sobrevivir una sala cultural en este contexto? Las obligaciones no cesan, el pago de los alquileres y los gastos se vuelve una odisea en un momento en el que no hay de ninguna manera ingresos. Hace unos días el mayúsculo personaje de nuestro teatro, Agustín Alezzo, anunciaba que su espacio de formación debía cerrar sus puertas también. Mientras que los docentes teatrales se agrupan pensando soluciones en conjunto, las clases virtuales se empiezan a tomar como naturales, la situación sigue sin encontrar una solución a gran escala.
La incertidumbre sobre el fin de la cuarentena y el preocupante retorno a las salas inquieta. ¿Cuántas salas pueden sobrevivir puertas cerradas durante tantos meses?
Nicolás Manasseri, Fernanda Provenzano, Iván Mazzieri y Renzo Morelli, tres actores y un músico, se animaron hace casi tres años a tener el sueño de la sala propia. Amistad y amor por el arte mediante comenzaron a pensar en cómo iba a ser este centro cultural que se anidó finalmente en Freire 1090, pleno Colegiales, se llamó Cultural Freire y abrió sus puertas en noviembre de 2017. "Emprendimos esta utopía de compartir arte. En el espacio se programaba teatro, bandas musicales, ferias, milongas. La idea también era brindar al barrio diversas propuestas culturales y además tenía su parte de gastronomía", cuenta Renzo Morelli, uno de los cuatro socios, en pasado porque el cierre de la sala es un hecho que, parece, no tiene vuelta atrás. "Este era nuestro tercer año y estábamos creciendo en programación e infraestructura. Nunca tuvimos apoyo exterior ni gubernamental ni privado. El contexto de esta pandemia nos encontró muy solos. Los dueños del local nos exigieron la totalidad de los alquileres con intereses y dada esta situación no tuvimos otra opción que bajar el telón" agrega Morelli con angustia porque a pesar de que la noticia impactó en el ámbito teatral solamente se acercaron a ofrecer ayuda amigos. "Me pregunto por qué la cultura no es apoyada en una región con superávit fiscal", dice con bronca Renzo Morelli.
En el Freire se vieron obras de teatro, danza o teatro musical de vanguardia como Estado Constante, Mudar, Reacción, Reel, Voley: la final, Cuando no quieras sentir, El bosque de Oberón, El Hambre (Laboratorio Experiencia Cero), El otro rey, Estado constante, Lunáticas, Movimiento en dúos, Mute, Plenilunio, Revolucionados, Qué van a pensar de mí los pajaritos, Teorías de amor y odio, Troyanas, Si te veo perdés, Cuerpas que corren, Pornografía sentimental, La luna que te parió, La escuela del mundo al revés y numerosos ciclos como SOLAS (Ciclo de Solos de danza contemporánea) o Teatro Pocket o Teatro en cadena.
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