Estrenan en Timbre 4 Algo podría salir mal, una obra con mucha interacción con el público
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Todo empezó con un mensaje de audio. Corina Fiorillo tomó la iniciativa y consiguió buenos resultados: muy pronto, el que se convertiría en su socio artístico se entusiasmó con la idea y se empezó a perfilar un proyecto realmente original que unirá dos talentos, el de esta directora teatral premiada en 2016 con el ACE de Oro (la única mujer que obtuvo ese galardón hasta hoy) y el de Hernán Casciari, escritor y editor que primero logró cautivarla con sus relatos y ahora tendrá un rol muy especial en Algo podría salir mal, una obra con características inusuales que se estrenará este lunes 8 de febrero en Timbre 4. Producido por el teatro creado por Claudio Tolcachir y la Fundación Orsai que dirige el propio Casciari, este espectáculo contará con el aporte de un elenco de profesionales con mucha experiencia (Osqui Guzmán, Mercedes Funes, Dalia Gutmann, Peto Menahem, Fer Metilli, Sebastián Wainraich, Eleonora Wexler) que llevará adelante un ciclo experimental de cuatro funciones (con tres cuentos diferentes de Casciari como base por función), todos los lunes de este mes, a las 20. Habrá que apurarse para reservar entradas, dada la capacidad limitada de la sala, establecida por el protocolo sanitario vigente: apenas habrá 54 butacas por noche.
Una de las curiosidades de esta obra que Fiorillo define con razón como “un proyecto audaz” será la participación de Casciari en un papel presencial que combinará la observación crítica con el arte de la mediación. Es que el experimento nació con sus propias reglas, a saber: 1) La directora no le permitirá al autor conocer las adaptaciones ni participar de los ensayos de los relatos. 2) El autor deberá estar presente y tendrá derecho a interrumpir hasta tres veces a los intérpretes en directo. 3) Los espectadores presentes en la sala (y los del streaming, ya que también se podrá comprar entradas para participar a distancia) tendrán un sistema para puntuar y comentar cada relato. 4) Los intérpretes y la directora deberán aceptar con gallardía las críticas del autor y del público.
“En plena cuarentena, pensando en darles un sentido a estos formatos a distancia, se me ocurrió llamarlo a Hernán para proponerle escenificar algunos de sus cuentos -reconstruye ahora Fiorillo-. Sabía que lo quería a él en el escenario y no mucho más... Mantuvimos algunas conversaciones por Zoom y surgió la idea de delinear algo que tenga un espíritu lúdico y al mismo tiempo promueva la interacción con el público en la virtualidad”.
La directora no ahorra elogios a la hora de hablar de su nuevo compañero de aventuras artísticas: “Lo que más me gusta de Casciari es su capacidad para llevar adelante la ilusión, esa virtud que solo tienen los magos. Yo lo leo y pienso ‘¡Qué vida increíble!’. Y también celebro que nos abra las puertas a ese mundo maravilloso. Hernán tiene una virtud que tiene muy poca gente, se lo dije a él mismo en el primer mensaje que le dejé: sabe cómo provocar empatía directa, es alguien que sentís cercano muy pronto, todo aquel que lo lee siente que puede haber estado ahí, en esa historia que le están contando, y haber reaccionado igual que alguno de los personajes. Además, tiene mucho sentido del humor y es muy emotivo. Es un autor versátil y al mismo tiempo con una identidad definida, una especie de trovador que se va reinventando constantemente”.
La convocatoria de Fiorillo llegó justo cuando Casciari -autor de Más respeto, que soy tu madre, una serie de textos publicados inicialmente en un blog que terminaron convirtiéndose en un fenomenal éxito teatral de la mano de Antonio Gasalla- estaba con ganas de armar algún proyecto que involucrara a la actuación. “Hacía rato que tenía eso en la cabeza -asegura el escritor-. Pero no sabía bien cómo darle forma. La aparición de una directora de teatro tan prestigiosa resolvió el problema. Ya a partir del primer contacto todo fue muy sencillo. Nos pusimos de acuerdo rápido sobre el cómo y el qué. Después empezó a avanzar la parte lúdica de la propuesta, que también es importante”.
Casciari adelanta que ocupará el lugar de “un nexo, una intermediación feliz entre los artistas y el público”. Ese rol le exigirá estar muy atento a un sistema de conversación privada con los espectadores. Después deberá revelarles a los actores y las actrices de la obra las opiniones del público y su análisis personal sobre lo que ocurre en el escenario. “Vamos a ver qué dice la gente y qué digo yo cuando veamos las adaptaciones de los cuentos que preparó Corina con el elenco -señala el escritor-. Me resulta muy interesante todo el juego de interacción en el marco de este híbrido entre lo presencial y lo virtual que nos propone la pandemia”.
Parte del atractivo de esta experiencia tiene que ver con la sorpresa: así como Casciari se mantuvo alejado de los ensayos y verá la representación de sus cuentos con una información parecida a la que tendrán los espectadores que conozcan esos relatos, Fiorillo sabe que el escritor podrá detener la obra cuando lo desee para hacer alguna observación en vivo. “La analogía que me planteó Hernán es buena: será algo parecido a la Fórmula 1 -dice la directora-. Nosotros vamos a tener los cuentos ensayados, pero él será quien elige cuál se hace. Nos propone uno de los cuentos, entramos rápido a boxes para armar todo con la mayor velocidad posible y salimos a la pista. Creo que también se parecerá bastante a la dinámica de un set de televisión en vivo. Y cada cuento tendrá una escenografía distinta y un planteo diferente de utilería y vestuario”.
Co-fundadora del espacio teatral independiente El Ópalo, Fiorillo ha sido muy elogiada por sus montajes de obras como El vestidor, El principio de Arquímedes y Nerium Park, entre muchas otras. Como gran parte de sus colegas, se sintió empujada a pensar en nuevas alternativas para producir teatro en esta época tan difícil: “No sé si me hubiera atrevido a estos formatos mixtos si no estuviéramos en medio de una pandemia -admite-. Me atreví porque se dio esta circunstancia específica. Si no, seguramente estaría ensayando una obra en una sala. Pero también es cierto que de a poco estoy descubriendo el formato audiovisual y me doy cuenta de que tiene un valor en sí mismo, así que si se abriera el cupo para ocupar las salas al cien por cien, igual seguiría con esta obra. Creo que lo que estamos viviendo es algo transformador en todo sentido. Espero que después de esta crisis amanezcamos mejores de lo que éramos”.
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