"Copenhague", entre la ciencia y la ética
Con Juan Carlos Gené, Alicia Berdaxagar y Alberto Segado, y dirección de Carlos Gandolfo
La ciencia, la política y la ética parecen mezclarse en "Copenhague", la pieza del británico Michael Frayn que esta noche se estrena en el Teatro San Martín, con dirección de Carlos Gandolfo. El elenco esta integrado por Alicia Berdaxagar, Juan Carlos Gené y Alberto Segado.
En 1941 el físico alemán Werner Heisenberg viajó a Copenhague para visitar a su maestro danés Niels Bohr. Años anteriores ambos habían trabajado juntos y hasta revolucionaron la física y la mecánica cuántica, abriendo el camino hacia las investigaciones atómicas.
El resultado de ese encuentro nunca se difundió y los temas sobre los que conversaron ambos científicos resultaron un gran interrogante para ciertos sectores científicos y también políticos, dado que se supone que Heisenberg estaba trabajando para construir una bomba atómica.
Michael Frayn escribe esta pieza en 1998, basándose en un libro del periodista Thomas Powers, "La guerra de Heisenberg". En la acción no sólo participan los dos físicos, sino que además aparece Margarita, la esposa de Bohr.
""Copenhague" -sintetiza el actor Juan Carlos Gené, quien en la ficción es Niels Bohr- es una obra muy particular, tanto como el mundo de los físicos. Es una pieza extraordinariamente bien construida y escrita que logra dar sustancia a un espectáculo tan arduo como los problemas físicos".
Gené dice que los tres personajes "son apasionantes". "Dos de ellos -aclara- viven en ese mundo tan particular de la estructura del átomo, que los hace estar en la misma incertidumbre científica que significa estudiar esa estructura tan ínfima. Están en contacto con lo más misterioso y sin respuesta de la existencia. Esto tiñe todos sus gestos. Por otra parte está Margarita, la que se encarga de poner las cosas en su sitio y señala cuanto de pasiones humanas existe en esos hombres".
La obra comienza cuando el matrimonio Bohr, ya fallecido, comienza a recordar aquel encuentro. "Pero, por qué vino a Copenhague?", pregunta Margarita, convencida de que "algunas preguntas perduran mucho tiempo después de muertos sus dueños". Y fue esa mujer, el único testigo de aquella conversación.
"Margarita es la compañera de Bohr -comenta Alicia Berdaxagar- está al tanto de todo su trabajo, conoce profundamente sus preocupaciones y, en la obra, es la que siempre los baja a la realidad. Yo siempre estoy para defender a mi marido y también para atacarlo, desnudarlo y odiarlo con amor. Este hombre que llega de visita se acercó a nosotros cuando tenía 20 años. Entonces llegó inteligente, ansioso por saber. Y lo amparamos. Cuando ahora le hacemos duros reproches esa recriminación es con dolor".
Dos seres, un encuentro
Los tres intérpretes reconocen que se trata de un material dramático de gran complejidad. Alberto Segado resume que "son dos cabezas del siglo XX", con toda la elocuencia que ello impone. "Se trata de personajes históricos tomados en su auténtica realidad de vida. Esto a uno lo coloca en una tesitura bastante particular porque además se trata de historia contemporánea, de gente que ha contribuido a crear la era en la que vivimos, con todas sus virtudes, defectos y horrores", completa Gené.
"Heisenberg, mi personaje -comenta Alberto Segado- va a ver a Bohr en 1941, en medio de la guerra, porque descubre una vía para llegar a la bomba atómica; ésta es una de las tantas versiones que se da en la obra. Este hombre tiene una especie de dilema moral y va a consultar a su maestro. En verdad ese encuentro propone una pregunta, ¿un científico tiene el derecho moral de trabajar una investigación sobre la explotación de la energía atómica?" En apariencia este encuentro se transforma en un desencuentro y esto provoca un malentendido que sigue vigente.
"Esta es la gran incógnita que asoma en la pieza -agrega Segado- y que lleva a reflexionar sobre la memoria. Aparece también el tema del hombre preso de sus circunstancias. El diálogo entre ellos se interrumpió pero siguieron siendo padre-hijo, maestro-discípulo. La guerra además los puso en una situación difícil. Heisenberg era alemán y Bohr, danés, Dinamarca estaba ocupada por los alemanes, o sea que se ubicaban en bandos opuestos."
Tal vez la arista más interesante de Bohr, y esto lo señala Juan Carlos Gené, es que el científico "está sumido en el fenómeno de las contradicciones éticas por haber desencadenado una fuerza absolutamente inmanejable. En una personalidad de la fuerza humanística de Niels Bohr esto resulta un hecho muy conmovedor. Siempre me llamó la atención esta especie de límite del conocimiento que encontraron estos grandes científicos, cuando, justamente Heisenberg, es el que fomenta el principio de incertidumbre que es la consecuencia de la imposibilidad de poder saber qué se mueve auténticamente dentro del átomo, cuáles son las partículas subatómica y cuál es su comportamiento. Es como establecer el límite del conocimiento de la materia, `hasta ahí llegamos, más allá no se puede llegar´. Después de la gran tormenta positivista del siglo XIX llegar a la primera mitad del siglo XX para proclamar que la materia es eso que, de ninguna manera se puede saber que es, es un acto de coraje muy grande".
Tal vez la gran incógnita sobre aquel encuentro científico se mantenga después de ver el espectáculo. Lo concreto es que Michael Frayn intenta aportar un poco de luz sobre un aspecto muy importante en la vida de estos hombres y en la historia contemporánea.
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