Con burbujas sociales y cuidados, el balance de estas vacaciones de invierno fue positivo
Las propuestas escénicas presenciales para chicos agotaron entradas; las obras de La Galera Encantada y Ana y Wiwi extienden sus presentaciones
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En las atípicas vacaciones de invierno que finalizaron el fin de semana se registró una especie de incipiente primavera teatral de los espectáculos para chicos. En el marco de una cartelera no muy extensa y con aforos limitados, se agotaron las entradas en gran parte de las funciones, para sorpresa de muchos artistas y productores, que encararon la minitemporada con expectativas acotadas.
La última experiencia había sido la reapertura de las salas en marzo, que duró pocas semanas ante el rebrote de los contagios. El público se mostró reticente en aquel momento. Cuatro meses más tarde, no parecían alcanzar las propuestas que salieron a los escenarios para colmar las ansias de vivir una experiencia en vivo. Las obras por streaming y otras iniciativas virtuales tuvieron, en tanto, una respuesta en algunos casos interesante, pero que refleja cierta saturación acumulada en los tiempos de reclusión.
Las 36 funciones que programó el grupo La Galera Encantada en su teatro durante el receso escolar agotaron entradas. “El jueves de la primera semana ya teníamos todo vendido hasta el final de las vacaciones”, dice Héctor Presa, director del elenco. Es cierto que se trata de una sala pequeña, que con el aforo al 50 por ciento admitía solo 33 espectadores por función.
Pero lo mismo ocurrió con los 14 recitales del grupo Canticuénticos en el Astral, con una capacidad veinte veces mayor. La ocupación promedio fue de un 95 por ciento del aforo, sólo quedaban entradas sueltas, de a una, por cómo resultaba el singular “tetris” de la configuración de la platea: si alguien compraba cuatro entradas quedaban bloqueadas dos de un lado y dos del otro, cuatro adelante y las cuatro de atrás, o sea que se armaba una burbuja en todas las dimensiones. También en este caso se agotaban las entradas con varios días de anticipación.
Al igual que en las funciones de Ana y Wiwi, el estreno más importante de la temporada, en una puesta de Lorena Romanin en la Sala A del Cultural San Martín: agotadas las diez funciones. Incluso más allá de ellas, hasta el 15 de agosto, fecha que en principio se había planeado para bajar de cartel. Ya no. Seguirá los fines de semana al menos hasta fin de mes. También La Galera Encantada extendió su programación hasta, al menos, septiembre incluido.
También en el Club Cultural Céspedes se vendieron todas las entradas disponibles en las 15 funciones del tradicional Encuentro de Teatro y Títeres de la Universidad Popular de Belgrano. La dificultad mayor pasó por otro lado que el de la boletería: “Fue muy complicado rearmar elencos, los actores se buscaron otros trabajos en la larga pausa, cada uno marchó para su lado”, dice Carlos de Urquiza, director de Pérez & Gil, Piratas, graciosa obra para actor y títere de María Inés Falconi que formó parte de esa programación.
Vivito y coleando, el unipersonal estrenado por Carlos March a comienzos de julio, comenzó con pocos espectadores, pero apenas iniciadas las vacaciones pasó a llenar la capacidad de El Alambique, en Villa Urquiza, en los tres domingos del receso escolar y también en el que viene. En tanto que las reservas ya tomadas para el Día del Niño, el 15 de agosto, apuntan en el mismo sentido. Otra obra que continuará en escena más allá de los planes iniciales. “Al lado de marzo, fue un éxito total”, comenta March. De alguna manera, su obra es un epílogo de la saga iniciada en televisión con la serie Vivitos y coleando que él mismo protagonizara junto a Andrea Tenuta y Roberto Catarineu. Aquellos capítulos históricos del programa emitido originalmente en 1989 por ATC –hoy Televisión Pública– fueron subidos digitalizados a las redes por la Dirección de Cultura de la Cámara de Diputados en estas vacaciones de invierno, presentados por Diego Reinhold.
En Hasta Trilce, en Almagro, se presentó Mundo Bilina, una atractiva obra de teatro de títeres y objetos coproducida por tres elencos de fuerte arraigo en el conurbano, la Compañía Nacional de Fósforos, la Compañía Omar Álvarez Títeres y el grupo Arde la Nona. La incursión al corazón porteño resultó también en un encuentro con el entusiasmo del público, que en vacaciones llenó dos tercios de la capacidad habilitada en la sala. Tras una breve pausa por otros compromisos volverá a subir a escena el 21 de agosto.
El titiritero Omar Álvarez organiza desde hace más de dos décadas en su propio bastión teatral, el Centro Cultural Espacios de Villa Ballester, un ciclo de obras para chicos en vacaciones de invierno. Este año, la concurrencia de público superó todas las previsiones: “Teníamos programadas sin mayor expectativa 17 funciones, con un aforo de apenas 30 personas, la mitad de la capacidad de nuestra sala... Hicimos 44 funciones, todas a sala llena, todas. Fueron más de 1300 personas que pasaron por la sala, público real, pagando su entrada, con todos los cuidados que indican los protocolos. Los grupos que tenían programada una función tuvieron que hacer cuatro. Vamos a continuar en agosto porque el público buscaba el reencuentro presencial, claramente.”
Desde ese mismo festival se lanzó una propuesta virtual, el ciclo El terror en casa, con piezas grabadas y en vivo que se emitían online. “Tuvimos muy buena respuesta, no obstante, comparativamente fue mucho mejor lo que pasó con lo presencial”, dice Álvarez.
Otras propuestas virtuales, como las tres obras ofrecidas por el Centro Cultural de la Cooperación , también registraron una respuesta menor a los espectáculos presenciales de la cartelera de vacaciones. Más repercusión tuvieron los talleres virtuales gratuitos con tutoriales sobre las técnicas utilizadas en cada una de esas tres obras: el teatro negro de Música, maestro, el plegado de papel pop-up de Lo que esconden los libros, y el milenario arte titiritesco chino de Montaña hoguera.
La propuesta online del Teatro Colón también se apoyó en buena medida en actividades para los chicos vinculadas a las artes escénicas. Las visitas a las redes del Colón se cuadriplicaron en las vacaciones de invierno con respecto a las semanas previas a unas 23.700 visualizaciones.
Pero la interacción personal desde un escenario y los espectadores, que en esta situación se destacan casi individualmente por su disposición en burbuja, fue la nota predominante de las dos semanas de vacaciones, con una cartelera limitada en cantidad de propuestas y capacidad de aforo, pero de calidad homogénea y sin las aglomeraciones agotadoras que solían verse en otros años.
Unas 30.000 personas asistieron a los espectáculos y las actividades de juego programadas por el Ministerio de Cultura de la ciudad en la Usina del Arte, jardines de museos y el casco histórico, entre las que se destacaban las puestas en escena de Emiliano Dioinisi versionando con humor a Shakespeare.
Viviana Cantoni, subsecretaria de gestión cultural de la ciudad, se refirió a la propuesta oficial con una frase que se puede hacer extensiva al conjunto de la programación para chicos de estas vacaciones de invierno: “Con protocolos, con aforos reducidos, logramos espacios de sociabilidad y encuentro”
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