Comedia sobre lo judío
La shikse / Dramaturgia y dirección: Sebastián Kirszner / Intérpretes: Mariela Kantor, Ignacio Goya, Sebastián Marino / Escenografía: Nicolás Aloisio, Héctor Vidaurre / Iluminación: Lucrecia Peralta / Música original: Sebastián Aldea / Coreografía: Fabiana Maler / Sala: (La pausa) Teatral, Corrientes 4521 / Funciones: viernes, a las 21 / Duración: 60 minutos / Nuestra opinión: muy buena
El año pasado, Sebastián Kirszner estrenó El ciclo Mendelbaum. La obra sigue en cartel y no estuvo exenta de polémica. Según algunos teóricos, era el puntapié inicial de un nuevo teatro judío, uno que le hablaba a una generación ya no centrada en la nostalgia, sino que piensa su identidad de forma irreverente. Otros lo consideraron un gesto provocador. La shikse continúa este derrotero alrededor de la construcción de lo judío desde la actualidad tratada con humor, canciones y mucho juego.
En la Argentina, shikse es una forma un tanto despectiva que usa la comunidad judía para referirse al personal doméstico. La palabra proviene del idish y, en sentido estricto, refiere a la mujer que no respeta los preceptos religiosos. La obra de Kirszner trata de una de estas mujeres, María, que vino del Paraguay y vivió la mayor parte de su vida ocupándose de la casa y los hijos de la familia Sucovsky. Ha compartido sus viajes y aprendido sus costumbres. Al iniciar la obra, desea que el público le permita convertirse al judaísmo. A diferencia de otras religiones, el judaísmo no es misionero, no busca sumar adeptos en forma demasiado explícita, por lo que para hacerse merecedora de esta nueva condición deberá probar sus dotes judaicas. Cada knishe amasado, cada rikudim bailado, cada versículo bíblico aprendido la acerca al 100% de judaísmo real al que aspira llegar. Así, la obra es una exposición de los hitos que marcan la pertenencia a una tradición no heredada, pero sí compartida. Asistida por dos músicos que juntan el virtuosismo en la ejecución de sus instrumentos con la capacidad de tocar sin salirse del personaje, la obra despliega una serie divertidísima de cuadros.
La escenografía consiste en un gran trono con una estrella de David. Ese espacio se reformulará varias veces, transformándose en una cocina o en una pensión. Fuera de los aciertos en este campo, el vestuario y una correcta iluminación, La shikse es una obra que se define por el trabajo de su actriz protagónica y en ese punto Mariela Kantor se destaca. Su simpatía gana a la platea de inmediato, consigue abrir el juego todo el tiempo, hacer participar al público sin ser invasiva, es una actriz completísima, generosa en su entrega y precisa en su ejecución. Muestra un amplio rango emotivo, sabe pasar de los momentos risueños livianos a una conmovedora profundidad en transiciones bien armadas, guiada por una dirección que sabe seguirla más que ponerle límites. Aunque el personaje invita a la caricatura, Kantor nunca cae en eso. La historia de María es, además, goi friendly. Trasciende la referencia específica a la comunidad judía y deviene universal para todo el que se pueda sentir relacionado con esta mujer que postergó su propia vida para hacer felices a otros y que, en ese camino, se encontró a sí misma.
Graciosa y emotiva, La shikse propone un acercamiento descontracturado a las formas de relacionarse con una tradición. Esta insistencia tiene, también, marcas de autor que Sebastián Kirszner está desarrollando como joven y prolífico representante del teatro nacional. Es bastante más que una comedia cuya finalidad única sea la risa, entretiene sin ser superficial, con maestría va trazando debajo de cada carcajada una reflexión profunda acerca del problema universal de pertenecer.
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