Colaboración/ Tomar partido: un doble programa dinámico sobre el nazismo
Colaboración/ Tomar partido
Libro: Ronald Harwood / Elenco: Osmar Núñez, Boy Olmi, Lucila Gandolfo, Sebastián Holz, Romina Pinto, Néstor Sánchez / Músicos: Vicky Gaeta, Mariano Manzanelli, Agostina Sémpolis / Dirección: Marcelo Lombardero. teatro: San Martín / Duración: 180 minutos / Nuestra opinión: Muy buena
El dramaturgo sudafricano Ronal Harwood es conocido en Buenos Aires sobre todo por las puestas que se realizaron de su pieza El vestidor. Es un autor interesado en introducirse en el mundo del arte y, desde allí, analizar el compromiso que algunos creadores pueden mantener con el social histórico en el que realizan su actividad.
Colaboración y Tomar partido son dos de sus tantas producciones (teatrales, narrativas y aun cinematográficas) que se detienen en un período: la toma del poder del nazismo en Europa. Ambas obras están escritas en distintos años. Colaboración es de 2008 y Tomar partido, de 1995.
El director Marcelo Lombardero decidió hacerlas compartir un mismo programa. Ambas resultan un complemento perfecto para reconocer un universo que resulta inquietante. Por momentos sofoca y a la vez promueve una profunda reflexión en el espectador.
El tema común: en qué medida un artista puede comprometerse con una política de Estado que lo obliga a reprimir su creación más sincera. Cómo tomar partido por un régimen que anula intereses legítimos y, a cambio de la vida, propone la entrega más absoluta aunque esta implique dejar de lado los valores más importantes en los que esos artistas fueron formados y ante los que poseen la convicción más absoluta. El Estado reclama obsecuencia y el arte, libertad.
En Colaboración se describe la relación entre Richard Strauss y el escritor Stefan Sweig en tiempos en que escribieron juntos la ópera La mujer silenciosa. La pieza repara en la fructífera amistad entre ambos. La calidez de esa relación y la productividad de sus encuentros dan vida a una obra que termina siendo censurada porque Sweig es judío, circunstancia que lo lleva a exiliarse en Brasil y, algunos años más tarde, a suicidarse.
Tomar partido expone ciertas instancias del interrogatorio que debe enfrentar el director de orquesta Wilhelm Furtwängler, quien es obligado a justificar cómo desarrolló su carrera en tiempos del Tercer Reich.
El director Marcelo Lombardero construye una experiencia dinámica, con climas muy ajustados y una precisa dirección de actores que posibilita no solo reconocer el clima dominante en cada una de las épocas, sino a unos personajes apasionados que se debaten por mantener su espíritu en alto mientras la tensión política intenta quebrarlos.
Un mismo elenco recrea ambos textos y con muy buenos resultados. Si en Colaboración la acción se apoya mayormente en la relación creativa de Strauss (Osmar Núñez) y Zweig (Boy Olmi) que se ve totalmente modificada cuando el nazismo se apodera del gobierno de Alemania, Tomar partido se desarrolla por carriles en los que la violencia ocupa el centro de la escena. Aquí Olmi recrea al mayor Steve Arnold, un hombre casi brutal que pareciera no tener límites a la hora de acosar al músico Furtwängler, interpretado por Núñez.
Ambos protagonistas apelan a sus recursos más sinceros para dar vida a estos hombres de conductas sumamente complejas. Ellos consiguen construir unos vínculos muy sólidos. En Colaboración quien guía la acción es Osmar Núñez y lo hace con mucha profundidad, en tanto que en Tomar partido es Olmi quien se apodera de un personaje detestable y lo hace también con gran precisión.
Lucila Gandolfo sobresale en su rol de la intempestiva esposa de Strauss; Sebastián Holz recupera a dos personajes muy opuestos y encuentra en ambos los ricos matices que los diferencian; Néstor Sánchez recrea al violinista Helmut Rode con creatividad y cierta picardía, y Romina Pinto le aporta la ingenuidad necesaria a la secretaria Emmi Straube.
Es muy destacable la participación al final de la primera pieza de los músicos Mariano Manzanelli (piano), Agostina Sémpolis (violín) y la cantante Vicky Gaeta, así como la escenografía de Gastón Joubert y el vestuario de Luciana Gutman. Colaboración/Tomar partido resulta una experiencia que expone una labor de equipo muy atractiva que posibilita engrandecer las piezas de Harwood.
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