Gracias a la cuarentena, se afianza la cercanía entre el cine indie y el teatro
Desde hace tiempo, el vínculo entre directores del cine indie y los creadores escénicos alternativos viene desplegando una sinergia propia de enorme potencia creativa. La producción de Mariano Llinás (La flor) está íntimamente ligada al colectivo Piel de Lava. La película Los posiblesimplicó la alianza entre el director Santiago Mitre y el coreógrafo Juan Onofri Barbato mientras Alejo Moguillansky es una pieza clave en la creación del grupo de danza/teatro Krapp. Las obras de otros creadores independientes (Federico León, Lola Arias, Santiago Loza, Diego Lerman o Gustavo Tarrío) suelen habitar la programación tanto del Bafici como del FIBA.
La actual pandemia, con esa habilidad que está demostrando de poner en evidencia cuestiones de arrastre, lleva a que por necesidades y urgencias se avance hacia otro nivel de alianza entre estos dos campos de la creación. Cuando las autoridades del Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA) idearon la programación de este año convocaron a directores y directoras para llevar adelante diversas propuestas para presentar en sus salas (San Martín, Regio, Sarmiento, Teatro de la Ribera). La llegada del coronavirus puso todos ese proyectos en estado de pausa. Pasado el tiempo, ese estado pasó a modo de transformación, reformulación. Buena parte de la diversidad de títulos programados pasaron ahora a formar parte de Modo híbrido, ciclo que toma esos títulos para convertirlos en piezas audiovisuales de no más de 30 minutos pensadas para el streaming. El ciclo debuta el jueves, a las 20, con El Barco. De forma gratuita se podrá ver por tres meses en la plataforma del Complejo Teatral y en Vivamos Cultura, del Gobierno porteño.
Modo híbrido también se articula con propuestas musicales que suelen programarse en el Hall del San Martín (el sábado, a las 20, se podrá disfrutar de parte del recital de Natalie Pérez, que estará disponible durante una semana); pero en el terreno de lo escénico y tomando como base la programación prevista para esta temporada excepcional se han generado prometedoras duplas entre directores de teatro con directores de cine. Mariano Tenconi Blanco lo hace con la cineasta Agustina San Martín; Francisco Lumerman, con Benjamín Naishtat; Mariana Chaud, con Moguilansky; Vivi Tellas, con Agustina Comedi; Felicitas Kamien, con Pigu Gómez; y las hermanas Paula y María Marull, con Belina Zavadisca. Las propuestas, grabadas y editada por el Equipo de Audiovisuales del CTBA, van a contar con subtitulado.
El barco, un registro teatral como mirada autora
El ciclo del CTBA comienza con El barco. Para ese caso Mariano Tenconi Blanco convocó a Agustina San Martín, quien obtuvo el año pasado obtuvo la Mención Especial del Jurado de Cortometrajes de la Competencia Oficial de Cannes por su filme Monstruo Dios. Sus dos cortos anteriores, No hay bestias y La prima sueca, se presentaron en el Bafici, en la Berlinale y el Festival de Cine de Huelva. Ella se encarga del trabajo audiovisual de El barco, prólogo de La saga europea, proyecto compuesto por cuatro obras que se proponen explorar la compleja relación entre la Argentina y Europa desde la literatura que dirige el creador de obras como La fiera, Lima Japón Bonsai o Todo tendría sentido si no existiera la muerte. En este proyecto audiovisual gestado por la Compañía Teatro Futuro actúan Santiago Gobernori, Agustín Rittano, Lorena Vega, Marcos Ferrante, Laura Paredes y Juan Isola.
Agustina ya había estado vinculada a un montaje de Tenconi. De hecho, fue la diseñadora audiovisual de La vida extraordinaria. Lo conoce de cuando tomó un curso de dramaturgia que él dictaba y ahí se produjo entre ellos un diálogo lúdico, de acompañamiento creativo. "Cuando surgió lo de Modo híbrido, Tenconi ya tenía escrita la obra Ciencias naturales, que terminó siendo la actual. Pensamos este nueva propuesta como una especie de prólogo, como una pieza en sí misma que den ganas ver la obra escénica. Algo así como un anexo. A partir de ese momento tuvimos eternos debates sobre el significado de la palabra híbrido y fuimos poniéndole varios nombres: película teatral, drama film, biodrama. Es que es un término tan amplio que se niega a su propia clasificación. En ese mapa me gusta pensar que lo que hacemos es un registro teatral como mirada autoral. Yo sabía que tenía ganas de involucrar a la cámara, que fuera un personaje más en contraposición del registro teatral frío, con una cámara en plano general y dos a los costados. Apostamos a largos planos secuencias para que el ritmo interno lo vayan marcando los actores y no el montajista. Así fue surgiendo El barco".
Fueron seis jornadas de filmación de seis horas cada una. Grabaron en la sala Martín Coronado, aunque el espectáculo se iba a estrenar en otro teatro del CTBA. El registro de "teatro teatral con mirada autoral", como le gusta llamarlo, está terminado. "¿Con qué me encontré? Es difícil saberlo..., el tiempo seguramente me va a permitir digerir la propuesta; por ahora todo es muy reciente. Pero lo que descubrí es que hay muchísimo para explorar. Creo que puede haber nuevos códigos, nuevas reflexiones sobre otro tipo de registros del vivo sean experiencias escénicas o musicales. Es uno de los puntos que la pandemia ayuda a pensar. Todo esto fue como tirarse a la pileta, me dio mucho nervio; pero terminó como algo muy excitante para mí", admite la joven cineasta.
Reconstrucción, una obra de Alfonsina Storni atravesada por la pandemia
El jueves de la semana próxima será el turno Reconstrucción (el amo del mundo), trabajo con dirección y dramaturgia de Francisco Lumerman, el creador de la elogiada obra El amor es un bien, al que se sumó Benjamín Naishtat, otro cineasta cuyas películas suelen formar parte de los festivales más importantes y prestigiosos. Con su ópera prima, la provocativa y experimental Historia del miedo, participó en la competencia del Festival de Berlín 2014, Su segundo largometraje, El movimiento, participó de la sección oficial de Locarno. En 2018, fue el turno de Rojo, premiada en San Sebastián. En Modo híbrido, ahora es parte del equipo creativo de Reconstrucción, un trabajo que muestra cuyo disparador prepandémico fue la obra El amo del mundo, de Alfonsina Storni. Actúan, entre otros, Diego Gentile, Fiamma Carranza Macchi y Elena Petraglia. Según prometen los creadores, se trata de un juego de cajas chinas en el que conviven imágenes del detrás de escena, el contexto de la pieza original, y el mundo pandémico actual. Pero hay un cruce previo a esta historia: Francisco Lumerman ya había trabajado en varias películas de Naishat.
"Admiro su trabajo como director y actor, por eso apenas me propuso participar del ciclo acepté. Fue una experiencia nueva para mí, un verdadero desafío y fue la posibilidad de volver al ruedo, de hacer algo, de verse las caras con otros. Porque hay que tener en cuenta tanto el mundo escénico como el audiovisual están muy golpeados. El teatral más todavía. Es un año negro para la cultura, que en todo este tiempo pandémico nunca fue considerada una actividad esencial como si un país se pudiera reconstruir prescindiendo de sus artistas. En mi caso soy un curioso por indagar las dinámicas de trabajo, por eso mismo, aún por cuestiones generacionales, tengo un contacto fluido con Francisco como con Juan Onofri Barbato. Considero que en estos momentos los creadores cinematográficos como lo escénicos estamos forzados a pensarnos, a encontrar nuevas formas creativas", apunta el cineasta.
Apenas empezaron a trabajar delimitaron las tareas. "Él venía muy conectado con el material de Storni, una obra que no conocía y que es muy actual, por lo cual no me ocupé de esa capa. Nos propusimos tratar de dar cuenta, con cierta comicidad, de cómo estamos tratando de sobrevivir en tiempos de coronavirus. Creo que el resultado final es como una especie de cortometraje con varias capas. Filmamos en la sala Martín Coronado con los mismos técnicos contando historias de este tiempo, con los mismos actores entrando a los camarines mientras intentan cumplir con el protocolo sanitario, en la misma calle Corrientes preguntándonos qué va a ser del ocio después de todo este ruido pandémico si es que alguna vez volvemos a esa otra realidad. Nunca fue la idea quemar la obra sino hacer algo alrededor de todas estas capas. La obra como tal, eso esperamos, se estrenará alguna vez en el teatro Regio, como estaba previsto"; señala quien en este tiempo está tratando de sacar adelante una adaptación al presente de Los siete locos, de Roberto Art, y quien escribió una comedia junto a María Alché.
Muy boda de sangre, un montaje en modo biodramático
Luego de las entregas de las creaciones audiovisuales de Alfredo Arias y Mariana Chaud, el 21 de noviembre será el turno de la esperada propuesta de Vivi Tellas cuyo punto de partida es el montaje de Bodas de sangre, de Federico García Lorca, con escenografía de Guillermo Kuitka. Para esta versión convocó a Agustina Comedi, quien hace dos años estrenó el documental El silencio es un cuerpo, trabajo que despertó excelentes comentarios y que fue seleccionado para más de 50 festivales internacionales. Este año, Playback: ensayo de una despedida, recibió en el Festival internacional de Cine de Berlín el Premio Teddy al Mejor Cortometraje (la máxima distinción que el jurado puede otorgarle a las películas con temática LQBTIQ+). Ese mismo corto ya había sido premiado en el Festival de Mar del Plata. Muy boda de sangre, el nuevo nombre de esta nueva experiencia, estará basado en los relatos de Cecilia Roth, Maite Lanata, Esteban Meloni y Luciano Suardi, entre un numeroso elenco que acaba de empezar a ensayar en la sala.
Agustina Comedi es de Córdoba. Allí estudió con Paco Giménez, un referente obligado de la renovación teatral de dicha provincia. Nunca llegó a actuar en una obra suya porque le daba vergüenza, pero sí le interesaba aprender los procesos creativos del teatro, la forma en que se articula la dramaturgia. "Esa fue mi formación hasta que me vine a Buenos Aires", cuenta. Antes de eso, cada vez que venía a la ciudad se iba a ver algún trabajo de Vivi Tellas, figura clave en las vanguardias escénicas locales. Fue la señora de la experimentación que alguna tarde la llamó para que se encargue del trabajo audiovisual. "Diría que lo mío es como un proceso de acompañamiento para que la forma poética de Vivi tenga un correlato en lo audiovisual para generar algo que no sea artificioso ni que intervengan demasiado en su sello propio. Diría que soy una especie de facilitadora en un tipo de rol muy diferente al que estoy acostumbrada". En este proceso las historias personales de cada uno de los intérpretes devienen en la materia prima de esta experiencia. "Lo que más me apasiona de este tránsito es el amasado del relato, ver cómo esos textos se van trabajando, como ella va moldeando, vía Zoom, el proceso", apunta la cineasta.
Sobre el puente entre un lenguaje y el otro reconoce antecedentes como las particulares del momento. "Yo creo que hay algo que ya venía prefigurándose. De hecho, el cine contemporáneo argentino se nutre claramente del registro actoral del teatro. Ahora bien, con la pandemia todo eso se vuelve más concreto. El hecho teatral, su rito, es irreemplazable y no deberíamos nunca desear que se reemplace. Lo mismo podría decir del cine en sala. Dicho esto, todas las hibridaciones son bienvenidas, la mixtura de lenguajes es algo de enorme riqueza", apunta la cineasta cordobesa, que ahora mismo está desarrollando junto a Vanessa Ragone en un documental sobre la vida de la activista trans Lohana Berkins, en su próxima película y en la constante circulación de Playback: ensayo de una despedida que a fin de mes se está presentando en el FestiFreak al cual se accede por la página de esta nueva edición del Festival Internacional de Cine de La Plata.
Mientras el Teatro Nacional Cervantes está filmando sus propuestas para este tiempo dominado por el streaming, Modo híbrido apunta a consolidar el diálogo creativo en la actividad escénica alternativa y el cine de autor.
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