Chacovachi, el payaso callejero que recorrió 20 países, escribió un libro y hoy es un gran referente
Antes de viajar a la Costa se presenta gratis el 26 de diciembre, en el Parque Avellaneda
- 8 minutos de lectura'
Artista callejero, de culto, fundador del Circo Vachi, director de espectáculos y director artístico de la Convención Argentina de Circo, Payasos y Espectáculos Callejeros desde sus inicios en 1996, el Payaso Chacovachi fue de los primeros artistas callejeros de la Argentina en trabajar el payaso de calle, primero en el Parque Centenario luego en el Parque Lezama y posteriormente en Plaza Francia, donde trabajó 16 años.
La gran noticia es que luego de presentarse recientemente en el 8° Encuentro internacional de clowns de México y en el Festival Internacional de Payasos “tran tran” en Fuerteventura (Canarias), regresará a Villa Gesell para presentar Un payaso malo puede arruinar tu vida, junto a su inseparable compañera Maku Fanchulini, en el Circo del Aire. Antes de partir se despedirán el 26 de diciembre en el Parque Avellaneda, a la gorra.
“Cuidado, un payaso malo puede arruinar tu vida es el nombre de mi espectáculo genérico. Yo soy payaso, hago números, rutinas, algunas tienen 35 años y otras dos. Mi personaje fue cambiando a lo largo de mi vida, soy el desarrollo de ese payaso, que no es el mismo después de la muerte de mis padres, ni es el mismo después del nacimiento de mis hijos. No soy el mismo porque el mundo cambia. Y si bien el nombre es el mismo, el espectáculo tampoco es igual si voy Villa Gesell o al Parque Avellaneda o si voy a una favela en Río de Janeiro, porque veo y decido qué hacer según el público y el lugar donde vaya”, señala el experimentado Fernando Cavarozzi –como se llama en la vida real–, que con su propio Circo Vachi realizó 12 temporadas consecutivas en San Bernardo, a la vez que empezó a viajar cada vez más a Europa, donde se convirtió en un habitual de los festivales de teatro más importantes, como la Convención Europea de Malabaristas o la Feria de Tárrega.
“En 1983 estudiaba en la Escuela de Mimo de Angel Elizondo y todavía estaban los militares en el poder, y escuché que pedían algunos artistas que quisieran ir a una plaza. Se empezaban a hacer encuentros tratando de presionar a la dictadura que ya había dicho que presumiblemente se iba a ir, y fui más por una cuestión de compromiso que artística. Armamos unas cositas con unos amigos, fuimos al Parque Lezama y ahí me cambio la vida. La gente que estaba en la plaza era la gente común, como mi familia, y enseguida vi en sus ojos que veían en mí otra cosa. Mucho después me di cuenta que lo que veían en mí (y en cualquier artista callejero) era la libertad. Cuando volví ese lunes a la escuela ya era otro, y desde entonces nunca dejé de hacerlo. Ya pasaron 38 años de esto”, relata el artista que a lo largo de su extensa trayectoria recorrió más de 20 países, desde Marruecos, Cuba, Perú, Brasil, Venezuela, España, Inglaterra, Holanda, Colombia, Francia, entre otros. “He trabajado en más de 20 países, desde la Favela La Rocinha en Rio, hasta la plaza de Marrakech, Marruecos, al lado del encantador de serpientes. El mundo fue un lugar que yo podía ocuparlo como payaso”, relata.
Si bien clown significa payaso en inglés, Cavarozzi sostiene que existe una gran diferencia entre los payasos y los clowns modernos, que vienen “todos cortados con la misma tijera y, de alguna manera, pertenecen a otro nivel social”.
“Los clowns no animan fiestitas infantiles en Lugano I. No es que yo lo haga, pero si lo he hecho y si lo tuviera que volver a hacer lo haría. El clown se pone a llorar si le toca eso, al lado de una familia que escucha reggaeton. Está acostumbrado a trabajar en lugares más protegidos y, por consiguiente, es más livianito, trabaja otro tipo de humor, mientras que en la calle se trabajan todos los humores, porque ahí están todos los tipos de público”, dispara.
También sostiene que con la llegada del clown la figura del payaso se desfiguró, y con la excusa de buscar sentimientos se olvidaron de hacer reír, de provocar, de delirar. “No me gustan los artistas blanditos. El oficio de payaso es claro. Primero tenés que aprender el oficio: entretener, divertir, asombrar. No alcanza con ser actor. Hay que tener recursos, show, y después te transformás en artista. Porque el payaso tiene que ser artista, no actor. Una persona que crea, y todo lo que dice, lo dice desde él, y se hace cargo. Después triunfará o no, pero no hay duda que es desde ahí que tiene que decir todo. ¿Y cómo te transformas en artista? Delirando, provocando, denunciando. Si no hay locura no hay payaso. Y qué es la locura, ¿no? Es la libertad de la expresión en el arte. No hay dos locos iguales”.
Autor del Manual y Guía del Payaso Callejero (Colectivo Contramar, 2015), allí volcó gran parte de su experiencia trabajando en la calle, al igual que en El Globo Torcido, Escuela Internacional de Payasos on line, que creó junto a su compañera y artista callejera Maku Fanchulini (www.chacovachi.com) durante la pandemia.
“El libro es la base teórica, pero es ideológico, filosófico y práctico sobre todas las cosas. Por supuesto, hay millones de tips sobre el teatro callejero, una dramaturgia de muchos pasos. Hay una pre convocatoria, una convocatoria, una farsa de comienzo, el espectáculo en sí, una pasada de gorra, una despedida y final. La convocatoria y la pasada de gorra son fundamentales. Todo espectáculo callejero tiene una dramaturgia que va hacia la optimización de la pasada de gorra. ¿Cuál es el mejor día del artista callejero? El día que más dinero gana, porque en la calle nadie te regala un centavo más de lo que te merecés. Una buena pasada de gorra duplica tu ganancia, eso te permite perdurar, y si perdurás, vas a aprender”, explica el artista, que reconoce entre sus referentes como al payaso italiano Leo Bassi; al norteamericano Jango Edwards y un clásico de Barcelona, Tortel Pultrona, creador de Payasos sin fronteras. En la Argentina, menciona a José Marrone “porque laburaba para chicos y a la noche en teatro de revistas”, y a Olmedo.
“Mi pedagogía es como la pedagogía de los hombres de las cavernas. Hay un montón de gente de las cavernas que nunca salió de las cavernas, y yo sobreviví 40 años afuera, entonces vengo y te explico, te enseño, de una manera pedagógica, te muestro mis heridas, mis callos, te enseño cuál es la palmera más alta donde tenés que subirte para poder ver el mar; te enseño que si ves un monstruo gigante te escondas; cómo construir tus armas, cómo usarlas para defenderte y para sobrevivir. Y hasta de dónde sacar los colores para manchar tus manos, y dejarlas pegadas en las paredes de la caverna para nuevas generaciones. Y entendamos que actuar es sobrevivir. No lo digo yo, lo dice Marlon Brando”, sigue Cavarozzi, que también preside la Fundación Humor y Circo Argentino para El Mundo.
Entre sus talleres para artistas callejeros se destaca el Street Clown Show Business, dónde analiza y reflexiona sobre la manera de ganarse la vida como payaso callejero. “Cómo vivir de la profesión es lo primero que tenés que aprender. Si vos aprendés a vivir de la profesión tenés asegurado todo lo demás. El show business está en todos lados. Es el negocio de ser un artista callejero profesional. Y eso es un gran negocio. Tengo amigos millonarios, yo mismo he ganado dinero que no te puedo ni decir en funciones en la calle. Pero tenés que tener un buen espectáculo en el lugar indicado”, apunta.
Finalmente, consultado sobre el significado del humor en su vida luego de casi 40 años como payaso, Cavarozzi asegura: “El humor para mí es fundamental, nos atraviesa todo el tiempo. Tener trabajado el humor, poder reirse de las tragedias. Nadie está en paz con las cosas de las cuales no puede reirse. Y la risa es ese pequeño instante de eternidad, es lo que nos aleja de la muerte, es la rebeldía. Hay muchos tipos de risas, y de humores. Hay un humor más ingenuo, hay un humor más burlón. Pero la burla tiene que ser siempre de bajo para arriba o hacia los costados, no para abajo. Eso está muy mal. Siempre me tengo que burlar del poder, nunca del oprimido. Ahora, en el humor no todo es burla. A veces hay un humor que te hace entender, aceptar. Nadie se ríe de lo que no entiende. Cuando vos escuchás a alguien reirse, es porque algo entendió. Y generalmente, detrás de cada chiste, siempre hay una tragedia”, concluye.
PARA AGENDAR
Cuidad@. Un payaso malo puede arruinar tu vida. Con el payaso Chacovachi. Payasa invitada: Maku Fanchulini. A partir de enero, todos los lunes, a las 21.30 y 23 horas, en el Circo del Aire, Av, 3 y Paseo 113 (Villa Gesell). A la gorra.
Además, el 26 de diciembre, a las 18, se despiden de Capital en el Centro Cultural Chacra de los Remedios (Parque Avellaneda), Av. Directorio y Lacarra. A la gorra,
Otras noticias de Clown
Más leídas de Espectáculos
En Nueva York. Mafalda, invitada especial en la gala de los Emmy Internacional, cumplirá uno de sus grandes sueños
“Eternamente agradecido”. Gastón Pauls reveló el rol que cumplió Marcela Kloosterboer en su recuperación de las adicciones
"El dolor fue real”. Denzel Washington: su cambio físico, la ayuda que recibió de Lenny Kravitz y una impensada confesión
“All in”. El primer posteo de Colapinto en medio de su affaire con la China Suárez