Celebración. El teatro Gran Pilar recobró su esplendor y abrió sus puertas anoche en esa localidad bonaerense
La zona norte del conurbano bonaerense recuperó una sala teatral en el corazón de Pilar, para 700 espectadores, que tiene por madrina a Graciela Borges, vecina del lugar
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En tiempos de demoliciones varias y construcciones verticales que avanzan impunemente sobre todo tipo de predios y locaciones, el salvataje de un teatro, además de milagroso, debe ser considerado como un acto de justicia y de preservación del acervo cultural de una comunidad, digno de repetirse en cadena. Este es el caso de la reinauguración del Teatro Gran Pilar, de la localidad homónima, llevada a cabo ayer, luego de cuatro años de incesantes trabajos de refacciones para su puesta en valor, y a casi 30 años del cierre de la sala.
Los héroes de esta hazaña son seis amigos y vecinos de Pilar, de distintas edades y profesiones –Gustavo Fontana, Santiago Olleac, Miguel Díaz, Adrián Santos, Gerardo Ruzo y Pablo García– que en 2018 decidieron comprar la propiedad –que a esa altura estaba en ruinas–, ante el temor de su derrumbe o demolición, e intentar devolverle al municipio parte del esplendor que su centro neurálgico, alrededor de la plaza principal, había perdido tras la aparición de los shoppings con sus opciones recreativas y gastronómicas, en los bordes del distrito de la zona norte del conurbano bonaerense. Pero, claro, luego sucedió la pandemia y el proyecto casi naufraga. Fue entonces cuando las autoridades del lugar decidieron acompañar el esfuerzo privado y el emprendimiento tomó nuevamente impulso.
El edificio fue inaugurado en 1960 y funcionó en un principio como sala cinematográfica, de ahí que su primera denominación fuera Cine Teatro Gran Pilar. Su actividad comenzó con la premiere del film de Leopoldo Torre Nilson Fin de fiesta, que protagonizaron Leonardo Favio y Graciela Borges. Este dato explica por qué ayer, en el acto de reapertura, la actriz –que hoy reside en Pilar– fuera ungida madrina de la sala principal (con capacidad para 700 espectadores) y, es más, honrada con el hecho de que a partir de ahora la misma llevará su nombre. “Cuánto me alegro que aquí no hayan levantado un supermercado o un bingo –lo cual tampoco habría estado mal, porque significaría igual fuentes de trabajo–, pero yo celebro que hayan preservado el espacio para la cultura”, sostuvo la gran figura del cine nacional, en el acto de nombramiento de la sala, en el hall de la misma, lindante con el bar, que también fue abierto en el complejo de San Martín y Bolívar. “Esto que está sucediendo aquí hoy es muy importante, porque cada vez que se inaugura o, como en este caso, se reabre un teatro, significa trabajo para nosotros los actores, y para un montón de otra gente que depende de la actividad teatral. Y para el público también es maravilloso, porque aquí se reirá y emocionará y seguramente volverá más feliz a su casa. Aún no puedo creer que me hayan elegido a mí para nombrar la sala, sigo sorprendida, pero estoy muy feliz por la decisión porque a esta sala la conozco muy bien, desde cuando empezó como cine a cuando pasó a ser teatro y más tarde terminó cerrada. La he conocido a través de todas sus épocas. Entonces, que ahora lleve mi nombre… no quiero agregar nada más porque me voy a largar a llorar”, concluyó visiblemente emocionada.
Como lo adelantó en su discurso Graciela Borges, El Gran Pilar –como aún lo nombran cariñosamente los vecinos– primero fue cine, luego teatro y hasta conoció una fallida reapertura como iglesia evangélica. En sus primeras tres décadas de vida, allí se proyectaron los éxitos más resonantes del cine nacional, como Un guapo del 900, La mano en la trampa, Piel de verano, Prisioneros de una noche, El hombre de la esquina rosada, Pájaro loco, La cigarra no es un bicho, Juan Moreira, La mafia, La Mary, Boquitas pintadas, La Patagonia rebelde, Quebracho, La tregua y La madre María, entre otros. Al comienzo de los años 90 la sala cesó sus funciones cinematográficas y cedió su escenario para la presentación en vivo de grandes cantantes de la época, como Sandro, Sergio Denis, María Marta Serra Lima y Jairo y también para algunos espectáculos teatrales. Cerró con la presentación de la obra Los Mosqueteros del Rey, que protagonizaban Darío Grandinetti, Hugo Arana, Jorge Marrale y Juan Leyrado.
“Hubo un sueño de recuperar la historia de Pilar y ese sueño, gracias a este emprendimiento, hoy empieza a ser realidad. Hoy todos queremos recuperar el centro de Pilar, es algo estratégico para nuestra gestión (que ya se ocupó de poner en valor nuestra parroquia, que este año cumple 200 años) , una forma de mantener a la comunidad unida en pos de un objetivo. Ahora vamos por la puesta en valor del Paseo del Centro”, señaló el intendente Federico Achával.
Ahora la sala estará dedicada íntegramente a la actividad teatral. Ayer, en el acto de reapertura –que fue conducido por Jimena Monteverde, contó con la bendición del padre Jorge Ritacco (de la cercana parroquia Nuestra Señora del Pilar) e incluyó unas palabras de los socios del teatro, más las de Carlos Rottemberg, en representación de AADET, y las del intendente del partido de Pilar, Federico Achával– actuaron Hugo Varela y la banda homenaje a Queen, Reina Madre, que pusieron una cuota de humor y de música a la fiesta que significó la reapertura del lugar, colmada de vecinos, entre ellos Luisina Brando (que hacía mucho tiempo no aparecía en público). De la programación de la sala se encargará Ariel Perrotti (reconocido por su experiencia en la organización de giras a lo largo y ancho del país), hoy a cargo del capitalino Teatro Regina, quien ha escogido para del debut de la sala con público, que ocurrirá mañana viernes por la noche, a la comedia Dos locas de remate, con Soledad Silveyra y Verónica Llinás. Si se adelanta el dato de que las entradas para esta función ya se encuentran absolutamente agotadas, la nueva etapa del Teatro Gran Pilar no puede juzgarse menos que auspiciosa.
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