A punto de subir al escenario del Teatro Picadero con Solo te lo quería decir, un unipersonal en el que aborda el vínculo con el recordado baterista, la actriz habla de su infancia, de los recuerdos familiares y de cómo fue ser mamá e ídola de los niños a la vez
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Mucha gente piensa en “planificar el futuro”. A muchos les sale bien, aunque nadie está exento de los caprichos del destino. Hasta 2018, Cecilia Carrizo, muchísimo más conocida como Caramelito, era una de esas personas. Tenía su vida bastante planificada y sellada a las balas del afuera. Nunca un escándalo, una carrera como artista infantil sin fisuras que hasta era respetada por quienes no eran afines a su arte. Claro, su belleza y su dulzura al hablar desarmaba a cualquier mal intencionado.
Sin embargo, esa esfera de perfección se quebró cuando su hermano, Martín Carrizo, dos años mayor que ella y considerado como uno de los mejores bateristas argentinos de los últimos 20 años [el único músico que tocó en las bandas de Gustavo Cerati y el Indio Solari], fue diagnosticado con ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), una enfermedad neurológica degenerativa, que finalmente lo llevó a la muerte el 11 de enero de 2022. Fueron seis años de lucha incansable para Cecilia, tras los cuales se quedaba huérfana, según cuenta, de “su todo”. Martín era hermano, amigo y compañero de aventuras, vacaciones, trabajos y futuros éxitos. Se había ido un alma gemela, ese coequiper con quien compartía el estudio de grabación pensando qué melodía ponerle a sus letras y también el que arengaba en Cemento para que, en pleno show de A.N.I.M.A.L -banda que integraba-, una horda de metaleros gritara al unísono “Ca-ra-me-li-to”.
La ausencia física de su hermano la rompió por dentro, reconoce Cecilia para LA NACION en esta noche fría desde su casa en Recoleta, cuando faltan horas para el debut de Solo te lo quería decir, la obra que escribió para transformar todo ese dolor en luz, en el porteño Teatro Picadero. “Yo quería expresar y contar el vínculo que tuve con mi hermano desde que nací. Es una carta que le escribo a él, donde le digo lo que representó nacer a su lado siendo hermana menor. Desde que me cuentan que me trajo mis primeros aritos cuando llegó a la clínica y yo estaba recién nacida, hasta vernos jugar al Zorro, Heidi y Titanes en el ring. Los paseos en bicicleta, él adelante y yo atrás. También compartíamos ídolos, como Charly García, Los Abuelos de la Nada. Estábamos siempre juntos, íbamos al mismo colegio, así que íbamos y volvíamos juntos”.
-Los hermanos por lo general tienen una infancia unida, se alejan en la juventud y se reencuentran en la adultez, ya con los padres grandes.
-Nosotros siempre estuvimos unidos porque compartíamos todo y cuando cada uno tomó vuelo propio en cuanto a la laboral, el arte nos volvió a juntar con proyectos musicales. Cuando yo firmé con Sony para iniciar mi carrera infantil como Caramelito, el productor me dijo que había un compositor que haría algunas canciones pero el resto del disco lo terminamos haciendo con Martín. Hicimos la mitad de las canciones y ya del segundo al quinto disco, los hicimos todos nosotros.
-¿Por qué contar lo vivido en una obra, con todo el dolor que te generó?
-Porque es mi lenguaje, mi esencia... Paralelamente a la enfermedad de mi hermano, yo fui escribiendo en poemas todo el dolor que sentía por dentro y lo heroico de su voluntad. Eso es lo quiero transmitir.
-Quien te acompañe en este viaje retrospectivo, ¿qué verá?
-Un hecho artístico de principio a fin, que puede gustar o no, pero tiene un mensaje, da un ejemplo de vida, de persona. Siento que su espíritu y carisma pueden motivar a otras personas que están pasando por algo similar. Y también siento compartir lo que me pasó a mí cuando él murió, porque yo sentía que se me cerraba la garganta y que no iba a poder cantar nunca más. La obra es muy emotiva pero también motivadora. Son pedacitos de algunas canciones a capela, toco el piano en tres momentos, confieso historias, cuento nuestro viaje a los Estados Unidos para su tratamiento experimental y algunas anécdotas muy divertidas que nos muestran tal como éramos. Es todo lo que le quiero decir a él, con el público como testigo.
Después de semejante confesión, cualquier tema que se pueda hablar con Cecilia Carrizo se vuelve superficial. En el tintero de las entrevistas incisivas quedaron las preguntas sobre su amor furtivo con Guillermo Andino en los albores de los 90, su reciente crisis matrimonial con Damián Giorgiutti, su marido desde hace más de 25 años, y su fugaz relación con Coco Sily en ese impasse. Para la actriz son -tal como asegura ella misma- “tiempos sensibles”.
Entre Phil Collins y Dire Straits
Nacida en Palermo el 5 de octubre de 1973 en el marco de una familia tipo, Carrizo recuerda que en su casa, pese a que sus padres no tenían nada que ver con el mundo artístico, reinaba la música pop de Phil Collins, A-Ha y Dire Straits. Aunque ella inició su carrera profesional como modelo en una publicidad de chicles y rápidamente llegó a la televisión con Amigovios y Los machos, fue en la tribuna de Fax, el recordado programa de Nicolás Repetto, donde ganó fama.
“En esa tribuna había gente muy talentosa. Estaban Laura Oliva, Campi, Favio Posca, Pablo Cedrón. Fue una hermosa experiencia y un semillero de artistas. Recuerdo que Pablo Codevila, que era el productor artístico del programa, nos pedía a todos que presentáramos ideas de personajes y yo llegué un día con “E.T.”, una mujer que decía “Escucho tristezas”. La idea era escuchar problemas y proponer soluciones al aire. Tenía 22 años y claramente no entendía que estábamos en un programa de entretenimientos. Codevila no me dejó ni terminar de explicárselo. Me interrumpió y me dijo: ‘Vamos al mediodía en Telefe para divertir a la gente, y vos querés que te cuenten sus desgracias en vivo. Es lo más antitelevisivo que escuché. Por favor, volvé a tu casa y pensá algo nuevo’. Yo quería solucionarle los problemas a la gente (se ríe). Entonces lo reformulé e inventé a Caramelito, una profesora de gimnasia que no escuchaba los problemas sino que los planteaba con solución y todo: ‘¿Tenés que hacer las compras y no tenés tiempo? Olvidate, podés hacer tríceps, bíceps y mientras comprás, ejercitás’. Y ahí hacía mi performance de baile y canto”.
-El nombre Caramelito fue un acierto marketinero absoluto.
-Surgió porque me pidieron algo dulce y optimista... ¡Qué más dulce que un caramelo! Fue el único nombre que propuse y pegó. Una profe de gimnasia que rapeaba soluciones con buena onda.
-Tu vida cambió rotundamente cuando llegaste al público infantil.
-En el secundario me había picado el bichito de ser docente especial, o sea que no estaba tan lejos. Y siempre me sentí cómoda interactuando con los más chiquitos. Y llegó todo junto, el programa de televisión y la propuesta de Sony para hacer un disco. El programa Caramelito en barra fue un exitazo y nos llevó directamente al teatro, donde en vacaciones de invierno llegamos a hacer hasta tres funciones diarias en el Astral. Por eso cuando me preguntan si voy a llorar el jueves cuando termine la función de Solo te lo quería decir, obvio que sí, pero también lloraba cuando terminaba las funciones de Caramelito. Terminaba el show cantando “Gracias”, la canción favorita de Martín (se emociona).
-Tuviste dos hijos, Lorenzo y Benito. Para ellos en la infancia, siendo hijos de Caramelito, ¿la casa era como estar en Disney?
-Ahora tienen 15 y 18 años, y desde que nacieron es la tarea que más disfruto. Pero nunca les canté mis canciones. Les cantaba otras cosas, mucho de María Elena Walsh. Yo no era Caramelito para ellos, era la madre. Obvio que vinieron a verme al teatro mil veces, pero en casa lo lúdico iba por otro lado. Aunque debo reconocer que algunos amigos de ellos sí venían a merendar a casa porque la que los recibía era Caramelito. Ellos no me veían como la madre de sus compañeritos.
-¿Después de Solo te lo quería decir, hay espacio para su regreso a los infantiles?
-Siento que mi etapa de Caramelito cumplió un ciclo. Lo tengo como un tesoro. El formato tradicional de televisión para chicos ya no es tal. Me lo guardo para siempre pero hoy como artista quiero proponer otra cosa. Mi corazón ahora está puesto en Solo te lo quería decir y quisiera que siga. Arranco con dos funciones este mes pero sin saber dónde puede terminar. Quisiera llevar la obra a Uruguay, España, tal vez surjan fechas en el interior. Es muy artesanal pero quiero defenderlo mucho tiempo. Y aunque esté sola en el escenario cantando a capela, siento que Martín va a estar conmigo acompañándome en cada función.
Para agendar: Solo te lo quería decir. Jueves 6 y 13 de junio, 22 horas. Teatro Picadero (Enrique Santos Discépolo 1857).
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