La actriz, comunicadora e influencer forma parte del elenco de Una familia de locos, una de las comedias que pueblan la cartelera teatral de “La Feliz”
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MAR DEL PLATA.- Se instala en su camarín del Provincial, cierra la puerta, le sirve agua a Bruna, su perrita de pocos meses y se dispone a la charla con LA NACIÓN. Lo primero que llama la atención de Brenda Di Aloy es el parecido de su mirada con los ojos de su madre, Amalia “Yuyito” González, exvedette, actriz, conductora de televisión y actual pareja del presidente Javier Milei.
Siguiendo los pasos de su mamá, que tantas temporadas realizó aquí de la mano de productores como Gerardo Sofovich, a los 28 años la joven, recibida de licenciada en Comunicación Social en una universidad privada, realiza, por primera vez, una temporada teatral en esta ciudad. Forma parte de la comedia Una familia de locos, cuyo elenco encabezan Mariano Iúdica, Belén Francese e Iván Ramírez, con dirección de “Bicho” Gómez.
–A partir del vínculo de tu mamá con el presidente, te voy a hacer una pregunta capciosa. ¿Se viene el programa de Brenda Di Aloy en la TV Pública?
–No, no creo. A mí no me llegó ninguna propuesta y tampoco a mi mamá.
–Podríamos titular “Brenda, familiar del Presidente de la Nación”.
–Es muy loco, porque lo vi dos veces en mi vida. Cuando hablo con mis amigas, les digo que es algo casi utópico, fantasioso, no lo vivo en el día a día. No es una pareja de mamá que veo los domingos en un asado. Es algo que vive ella muy privadamente y ni siquiera la familia está muy involucrada. Ella tiene tres hijos y somos todos grandes, cada uno está en su vida, con sus rutinas. No estamos pegados y vamos juntos a todos lados.
–¿Solo viste dos veces a Javier Milei?
–Sí, en una presentación y en su cumpleaños y no compartí mucho.
–¿Cuándo lo conociste?
–No recuerdo, a mitad de año.
–¿En qué tipo de evento?
–Fue en un almuerzo en lo de mi hermana.
–La segunda vez que viste al Presidente fue en la Quinta Presidencial con motivo de su cumpleaños.
–Sí, por eso, cuando me preguntan “¿cómo es?” no sé qué decir, porque yo sigo teniendo mi misma vida. Muchos creen que empecé a trabajar por esta relación de mi mamá, pero trabajo desde los 18 años.
–Que googleen y te conozcan.
–Exacto. Mucha gente opina por opinar.
–Tu mamá, ¿te lo presentó formalmente como su novio?
–Sí, así fue.
–¿Qué pudiste intercambiar con él?
-Es un hombre fuera de lo común, muy inteligente, es muy apasionado de lo que hace y eso se notó cuando comimos. Le gusta mucho hablar sobre su actividad. Es una persona muy sencilla, sin lujos, pero con una cabeza muy inteligente.
–Cuando comenzaron a salir, ¿cómo te lo “blanqueó” tu mamá?
–No fue: “Chicos, les tengo que contar algo”. Primero lo escuché en los medios y ahí le pregunté si era cierto, pero no hubo algo muy formal. Me parece que, como la escuchaba hablar mucho por teléfono, ahí me dijo: “Hablo con Javier”. Yo ya sabía que ellos venían chateando, así que se fue dando, no hubo una declaración formal de su parte.
–¿La ves bien a tu mamá?
–Sí, súper contenta, muy bien.
–¿Estás en pareja?
–No.
–A tu ex, Cris Vanadía, te lo cruzaste en Cantando 2024. ¿Cómo fue?
–Un shock, porque no lo veía desde hacía mucho. Me sorprendió y fue todo en vivo. Me quedan los mejores recuerdos.
Lo que se hereda
–¿Siempre te gustó la actuación?
–Siendo muy chiquita ya le pedía a mi mamá que me llevara a estudiar teatro y comedia musical. Siempre me gustó el canto y el baile. Entraba a su vestidor y me probaba la ropa, le sacaba las plumas. No hubo un momento en el que dijera “quiero ser actriz”, se me fue dando naturalmente.
Brenda comenzó a estudiar desde muy chica y a los 6 años le imploró a su madre para comenzar a hacer castings. Quería ser como los chicos que trabajaban con Cris Morena en la televisión. “Mi mamá era vedette, estaba en otro mundo, no tenía ni idea a dónde llevarme”.
Valeria Lynch y Pepe Cibrián fueron algunos de sus maestros. Hizo teatro independiente y nunca apeló a la figura de Yuyito para que su nombre escalara posiciones. “Hice filas inmensas para audicionar. A veces mi mamá me acompañaba, pero no había acomodo. Se juzga al que es ‘hijo de’, pero, en mi caso, me costó que no se abrieran puertas durante años. Recién a los 18 me tomaron para hacer mi primera participación en televisión”. Aquel primer trabajo fue como azafata de Guido Kaczka en el programa A todo o nada.
Incomodidades
–¿Llegaste a ver a tu mamá trabajando en teatro?
–Sí, la acompañaba siempre, éramos muy pegadas. Lo que hago ahora, lo hacía antes con ella, pero sin subirme al escenario. A los 8 años me quedaba en su camarín y, si luego de la función, tenía que hacer una presencia en un boliche, la acompañaba. Me dormía tarde.
La última temporada de Yuyito en Mar del Plata fue en 2005, cuando hizo la comedia Resistiré. Ahí se produjo su punto de quiebre.
–Siendo chica, ¿cómo vivías que tu madre fuera (lo sigue siendo) una mujer tan bella, voluptuosa e imponente que trabajaba en un rubro donde la exposición física era definitoria?
–Era natural hasta que, en determinado momento de mi niñez, a los 7 u 8 años, cuando una comienza a tener algo más de conciencia, me lo cuestioné. “Mamá está ligera de ropa en el teatro”. Incluso, en ese tiempo, también comenzó a aparecer cierta incomodidad en ella. Ahí es cuando decidió dejar el teatro de revista.
–Con mucho sentido común...
–Es que no es lo mismo ser vedette a los 20 años que a los 45.
–Ya era madre de tres hijos...
–Mi hermana, Barbie Cóppola (furto de la relación entre Amalia González y Guillermo Cóppola), también lo vivió, pero, como ella es diez años más grande que yo, le tocó una etapa más joven de mi mamá, donde hacía su trabajo sin incomodidad.
–¿Qué otros aspectos de la profesión de tu mamá te generaron alguna molestia?
–Cuando yo era chiquita, ver una revista Playboy donde estaba ella era lo normal, pero cuando me fui poniendo más grande, ya me preguntaba por qué mamá las escondía.
–¿Las escondía?
–Sí, sobre todo cuando a ella le resultaba incómodo ver esa imagen suya.
–Evolución...
–Exacto, madurez.
–¿Lo charlaron?
–Nunca fue tabú, siempre fue un tema charlado. Con mi hermano mellizo se hablaba de la incomodidad que nos generaba ver a nuestra mamá en ese rol. Cuando quiso dejar todo, mamá también lo charló con nosotros, nos contaba qué le estaba pasando y sus temores.
–¿Temores?
–Sí, ella se preocupaba, pensaba cómo haría para reinventarse, para sostener el nivel de vida. En 2005, mamá se replanteó su vida e hizo un “parate” en lo laboral, cuando decidió dejar de ser vedette. Vivimos un quiebre económico importante.
–¿Cómo cambió la vida?
–Pasamos de un edificio con pileta y amenities a algo más chiquito; se vendió el auto, dejamos el colegio bilingüe. No está mal no tener todo eso, pero hubo que ver de qué manera nos achicábamos y seguíamos adelante. Vi a mi mamá reinventarse, pero también sufrir por lo económico. A los 18 años decidí salir a trabajar para sacarle un peso de encima a ella y eso hizo que aprendiera rápidamente a manejar mi propia plata. Mis papás me dicen que los hijos nunca son un peso, pero, para mí, fue muy lindo arrancar trabajando nueve horas en una oficina.
–¿Tu papá ayudaba económicamente?
–Sí, pero era profesor de tenis, tampoco podía sostener el estilo de vida que llevábamos antes. Los dos hicieron lo que pudieron con lo que tenían. Hubo momentos en los que la pasaron mal, de tratar de sacar de donde no se puede, de tapar deudas.
La metamorfosis de Amalia “Yuyito” González implicó que, no solo abandonara su rol de vedette, sino que también pateara el tablero del mundo del espectáculo. La actriz se volcó a profesar el evangelismo y a brindar charlas aspiracionales a mujeres. Una influencer de la fe cuando tal término no era lo corriente.
“Vi a mamá tocar fondo y cómo salió adelante refugiándose en lo espiritual. Se refugió en Dios, en la iglesia. Cuando uno está mal busca algo que lo salve. A ella la salvó conocer a Dios. Puede dar testimonio que la fe le dio esperanza y le impidió quedarse tirada en una cama deprimida. Cuando experimentó eso, quiso salir al mundo a contarle su vivencia, porque hay mucha gente que atraviesa situaciones similares”.
–Cuando decís “vi a mamá tocar fondo”, ¿es literal?
–Sí, claro, mi mamá estaba depresiva, pero trataba de ocultarnos esa realidad para que no la viéramos así. Pero siempre fue muy comunicativa con nosotros, así que nos dábamos cuenta que no estaba bien. La fe la ayudó a salir adelante y eso es algo que también quedó en mí. En mis redes hablo un montón sobre Dios.
–Justamente, te iba a preguntar si eras una mujer de fe. ¿Qué religión profesás?
–No me gusta la palabra religión, parece ser que se trata de reglas. Prefiero pensar en una relación personal con Dios y no estar tan pendiente de qué sí y qué no o de las tradiciones y lo legalista. Conocí a Dios a través de mi mamá, pero luego se desarrolló algo más personal en mí.
–¿No vas a la Iglesia?
–Si, voy a las reuniones de la iglesia evangélica Rey de Reyes.
-¿Tu mamá sigue profesando la fe?
-Sí, claro.
Su futuro
–Profesionalmente tenés varias facetas. ¿Con qué soñás en tu profesión?
–Vivo el ahora, aunque soy soñadora, pero me esfuerzo en darlo todo en el día a día. No estoy preocupada por lograr determinadas cosas, aunque tengo mis referentes.
–¿Quiénes?
-Zaira Nara es una persona que admiro. La amo, me encanta lo que hace. Trabaja con marcas, tiene su marca personal y desarrolló una carrera a nivel internacional.
–Te recibiste en el área de comunicación...
–Mi mamá me dijo “estudiás o estudiás”, pero también tengo vocación para eso, no fue una imposición. Me encanta entrevistar y pude hacerlo muchas veces, tanto en el canal Quiero Música como en el streaming La Casa.
Faltan minutos para la función de Una familia de locos. El pasillo del patio de camarines es festivo. Se escuchan risas, la voz inconfundible de Mariano Iúdica bromeando y los gritos de Belén Francese. “Están todos locos, literalmente”, aporta Brenda.
–¿Te da placer subirte al escenario?
-Es distinto a hacer teatro en Buenos Aires, se hacen muchas funciones por semana. Tenés que dejar tu casa, a tu familia y a los amigos; se termina muy tarde a la noche. Yo lo llamo temporada de esfuerzo.
No hay lamento, pero sí la sorpresa de quien se topa iniciáticamente con la adrenalina de la capital del espectáculo por excelencia de cada verano. Una síntesis de su currículum diría que el año pasado participó de Cantando 2024, hizo streaming y acciones con mil y una marcas que encontraron en su carisma y belleza una representante perfecta para ofrecer sus productos. “Trabajo mucho con las redes sociales”, remarca esa modalidad ineludible para los sub30.
También viajó -París le sienta bien- y no descuidó su visita a las reuniones del templo evangélico de Belgrano al que asiste su famosa mamá. “Hice de todo y nunca me aproveché de la figura de mi madre, tuve muchos ‘no’ hasta que me aceptaron para trabajar en los medios. Estar en Mar del Plata me permite seguir trabajando con las marcas y crecer artísticamente, ya que volví a conectar con la Brenda actriz que había dejado un poco de lado por todo lo relacionado a la influencer”.
–Entonces, no te atormenta el futuro ni te planteás metas imposibles...
–Lo único que me interesa es tener paz en mi vida, disfrutar de lo que hago, porque he trabajado en lugares donde contaba las horas para irme a mi casa. Siempre digo: “Yo doy el paso, Dios pone el camino”.
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