Borges y yo, una experiencia sensible que devela nuevos misterios del gran escritor argentino
Andrea Bonelli le pone el tono justo a esta obra de la actriz polaco-alemana Hanna Schygulla, una reconocida apasionada del autor de El Aleph, que podrá verse hasta este jueves en el Teatro San Martín
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Borges y yo: recuerdos de un amigo futuro. Autora y directora: Hanna Schygulla. (sobre textos de Jorge Luis Borges en versión de Schygulla y Andrea Bonelli). Intérpretes: Andrea Bonelli, Shino Ohnaga (piano), Cristina Titi Chiappero (cello). Diseño y programación de sonido y video: Iván Grigoriev. Dirección musical: Julián Vat. Iluminación. Eli Sirlin. Escenografía: Oria Puppo. Colaboración artística: Melisa Hermida. Música original y arreglos: Peter Ludwig. Sala: Teatro San Martín, Corrientes 1530. Funciones: miércoles a domingos a las 19.30. Duración: 70 minutos. Nuestra opinión: muy bueno
A comienzos de 2003, la reconocida actriz polaco-alemana Hanna Schygulla estrenó, en Munich, una experiencia denominada El tango, Borges y yo-Homenaje a Buenos Aires. A fines de la década del 90 se había presentado en esta ciudad, integrando la programación del Festival Internacional de Buenos Aires, con el espectáculo Hanna Schygulla chante Jean-Marie Sénia, donde recreaba textos de Rainer Werner Fassbinder, Peter Handke y Heiner Müller y, por supuesto, música de Sénia. Aquella experiencia compartida con el público local la marcó notablemente.
En octubre de ese mismo año regresó a la Argentina para realizar una única función, en el marco del Festival Internacional de Teatro Mercosur, de Córdoba. Allí dio a conocer Ella, un homenaje a la actriz del cine mudo Louise Brooks.
Apasionada por los textos de Jorge Luis Borges, Schygulla introdujo muchos fragmentos de ellos en otros espectáculos que fue recreando, a la vez que se animaba a desarrollar con mayor intensidad su faceta de cantante. En una entrevista publicada en este diario, en oportunidad de aquel estreno en Munich, la intérprete, refiriéndose a la obra de Borges explicaba: “Me atrae su relación con lo inexplicable, lo misterioso, lo laberíntico, esa creación de mundos en el que los seres transitan por misterios que quizá nunca lleguen a develar”.
Borges y yo: recuerdos de un amigo futuro, es un espectáculo que Schygulla decide entregarle a Andrea Bonelli y entre las dos recrean una nueva versión. En algunos aspectos, podríamos decir que es más performática, ya que ocupan un lugar muy destacado las proyecciones audiovisuales, el video y la iluminación. Esos elementos se lucen notablemente y enfatizan las imágenes de este recorrido que Bonelli realiza sobre textos como Borges y yo, Los espejos velados, El episodio del enemigo, El cautivo, Utopía de un hombre cansado, El fin, Ulrica y La suma.
Y entre esos fragmentos de los cuentos se irán filtrando algunos tangos (”El choclo”, “La última curda”, “El día que me quieras”, “Cuesta abajo”, “Uno”) y también unas magníficas creaciones del alemán Peter Ludwig, un músico muy admirador de Astor Piazzolla, que deja ver esa influencia en sus muy refinadas composiciones.
Una nostalgia distante
Hanna Schygulla presenta el espectáculo a través de un video y luego es Andrea Bonelli quien irá lentamente comprometiéndose a la hora de enhebrar los textos con los tangos, en una experiencia que resulta muy singular. Porque, si entre ellos pareciera que poco se relacionan, la manera en que está estructurada esta dramaturgia hacen que unos materiales precisen de los otros para provocar en el espectador, por momentos, una profunda fascinación. Pero también, y esto es bueno aclararlo, una gran nostalgia.
Bonelli no juega con su emoción. Hasta a veces resulta algo distante su manera de narrar. Pero logra que esos textos (la intención con que expresa cada palabra), esas canciones, sus desplazamientos por el espacio escénico, sean seguidos por el público durante 70 minutos con mucho interés. Sin duda, redescubriendo a un Borges admirado, que marcó con su obra a varias generaciones, que hoy está un tanto olvidado y nos damos cuenta que es muy necesario recuperar.
Resultan muy destacadas las interpretaciones de la pianista Shino Ohnaga y la cellista Cristina Titi Chiappero. La dirección musical de Julián Vat ha logrado poner en su justo valor la música original y los arreglos del alemán Peter Ludwig que, además, forman parte del esquema dramatúrgico del espectáculo. Lo mismo sucede con la iluminación de Eli Sirlin y esa austera escenografía de Oria Puppo que, en varios momentos, adquiere una rica vitalidad.
“Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y lo infinito, pero esos juegos son de Borges y ahora tendré que idear otras cosas. Así, mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro”, dice Jorge Luis Borges en Borges y yo. Schygulla parte de allí para dar forma a esta experiencia única, extremadamente sensible y en la que ese otro será quien deberá develar nuevos misterios.
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