Benjamín Vicuña: "La exposición ya es parte de mi vida, no la padezco"
Cada vez más activo en la escena teatral argentina, el actor chileno habla sobre sus motivaciones, los beneficios del psicoanálisis y su enfoque resiliente respecto de las tragedias personales
"Con el director Daniel Veronese y con el productor Sebastián Blutrach teníamos el deseo de trabajar juntos. Cuestiones del destino hicieron que, hace un tiempo, nos encontráramos en España y, en medio de esas charlas, más causales que casuales surgiera una consigna clara: 'Vamos a divertirnos'. Cuando apareció la posibilidad del humor, lo sentíamos casi como una ofensa, pero está bueno en el escenario gozar, volar, entretener. Esa es una vocación que también habita en mí", explica Benjamín Vicuña sobre la génesis de la puesta en escena de la pieza Terapia amorosa, que protagoniza con Fernán Mirás y Violeta Urtizberea, desde el viernes pasado en El Picadero. La comedia volverá a poner en blanco sobre negro ese vínculo entre pacientes y terapeutas, pero, esta vez, colocando la lupa en una sesión compartida por una pareja en medio de una de esas crisis con aspecto de batalla. "La comedia también puede ser profunda, incisiva. Esta obra es inteligente, tiene el don de poder identificar mucho a la sociedad actual, generando un espejismo importante", explica el actor nacido en 1978, en Santiago de Chile.
Si de récords se trata, Buenos Aires cuenta con uno que enorgullecería al propio Sigmund Freud: los porteños conforman la sociedad con más psicoanalistas per cápita: ¿111 por cada 100.000 habitantes?, disputando el cetro con Nueva York. Más allá de las cifras, el teatro se ocupó, y se ocupa, de reflejar el fenómeno. Aunque la rúbrica sea del austríaco Daniel Glattauer, el material resonará cercano para la platea local. "Si bien frecuentemente recurro a proyectos con determinada militancia social, también me interesa trabajar en comedias y vivir la catarsis con el público en esa terapia que es el teatro. Hoy la gente está tan desesperada que busca en el teatro ciertos asideros de lugares comunes para reencontrarse en una suerte de rito necesario. Ahí radica la vigencia y la eternidad de este arte", dice el prolífico actor que también se encuentra grabando los episodios de Argentina, tierra de amor y venganza, la tira producida por Pol-ka que se estrenará por eltrece y de la que ya se conocieron las primeras imágenes. Además, filma las últimas escenas de una miniserie, coproducción argentino chilena, que reflejará el tráfico de armas entre la Argentina, Chile y Medio Oriente. En este caso, también será parte de la producción de esta historia que se emitirá por Fox.
No hace falta aclararlo. Su carrera poco tiene de encasillamientos, algo no habitual en un medio que etiqueta y condiciona. Desde protagonizar títulos provocadores como Eva Perón, basado en textos de Copi, o La gaviota, de Antón Chéjov, hasta ser la figura estelar de telenovelas populares. Desde ser una estrella contratada hasta convertirse en su propio productor. Y si de gestión se trata, junto con el actor chileno Gonzalo Valenzuela y el ingeniero Cristóbal Vial, fundó en Santiago de Chile el Centro Mori, una organización instaladísima que ya suma cinco salas teatrales. Y hasta se hace tiempo para comprometerse activamente como embajador de Unicef. "Me siento libre editorialmente para elegir qué quiero hacer. Me guío por temas que siento que me comprometen, no me puedo limitar a un tipo de registro o de temática. Lo importante es decir y hacer. Todo es válido y legítimo, no discrimino por géneros. Es más, como actor me interesa variar", dice.
En el diván
El autor Daniel Glattauer nació y vive en Viena, ciudad en la que también desarrolla su rol de periodista. Su novela Contra el viento del norte le otorgó visibilidad a nivel internacional. Terapia amorosa conjuga la agudeza del cronista con la pluma ficcional. Para lograr cercanía con el espectador local, la adaptación del Daniel Veronese le aportó al material del austríaco ciertos matices que lo hará empático con la platea porteña. "Esta obra abarca dos fenómenos: por un lado, el teatral que define tanto a Buenos Aires. Y por el otro, se hace en la ciudad que tiene una descomunal influencia del psicoanálisis, así que la gente va a poder espejar", agrega. En Terapia amorosa, Vicuña le da vida a Valentín, un joven que decide recurrir a la terapia de pareja para poder solucionar el permanente estado bélico en el que está sumido su matrimonio. Ya lo decía el mismísimo Freud: "Nunca estamos tan indefensos ante el sufrimiento como cuando amamos". La pieza hace una radiografía, a modo de caleidoscopio, de los valores y desvalores del vínculo conyugal. "En la obra se muestran aspectos por los que todos pasamos: la convivencia, las buenas y las malas costumbres, el amor, el destrato, la indiferencia", sostiene el actor de tonada cansina.
-Nadie queda al margen de eso.
Nadie... Además, se pone bajo la lupa el rol del psicoanalista. Se cuestiona. Quién no se preguntó qué hará el profesional con nuestra información. ¿Se lo contará a sus amigos o lo guardará como un secreto confesional? ¿Qué pensará mientras hablamos? ¿Estará esperando que lleguen los 50 minutos de sesión para echarnos?
-El misterio irresoluto...
El analista de esta obra, interpretado de manera brillante por Fernán Mirás, tiene métodos muy particulares al que somete a mi personaje y al de Violeta Urtizberea, quien encarna a mi mujer. La pieza tiene un juego muy rico que le calza perfecto a Daniel Veronese, director que maneja el ritmo como nadie y potenció un material que, de por sí, tiene mucho humor y sarcasmo.
Cuando Vicuña realizaba la gira europea de Eva Perón, se cruzó con Veronese con quien ya había compartido la experiencia de Los elegidos y con el productor Blutrach. En aquel mismo tour, el actor pudo contactarse con productores locales y convertirse en uno de los intérpretes de la exitosa serie Vis a vis. Y así, hoy, su agenda se reparte entre la Argentina, Chile y Europa.
-Al contar Terapia amorosa con solo tres personajes, el duelo actoral en escena es bien intenso, ¿qué te atrajo de ese marido que te toca interpretar?
Quería encontrarme con un personaje común y corriente, tan difícil de hacer. Valentín es un tipo al que su mujer lo considera un básico: lleva una vida rutinaria, va de la oficina a la casa para ver televisión.
-Hay allí todo un universo para explorar.
El arte de las personas comunes es bien rico y más difícil de interpretar que a un prócer o a un héroe.
-Imagino que, fuera de la ficción, te parás en las antípodas de ese personaje.
-Sí, desde ya, es puro juego. Con Violeta Urtizberea estamos haciendo algo muy bonito, conformando una pareja de esas en las que los dos son uno.
-La simbiosis suele resultar peligrosa.
-En ese tipo de vínculos se pierde la identidad y la personalidad, pero sucede.
-¿Te sucedió?
-Todos podemos caer en eso. A veces se malinterpreta como amor, pero no lo es. Creo en la autonomía, en las personas que no son iguales y que por eso se atraen, en la suma. En este caso, los personajes son dos salvajes de la pelea. Espadachines. Se matan y saben cómo herirse.
-¿Has transitado el espacio de la terapia de pareja?
-Sí.
-¿Qué tal fue esa experiencia?
-Todos los que formamos este equipo hemos hecho terapia de pareja. Y hubo resultados de los más diversos. Es un ejercicio interesante, pero riesgoso, se dicen cosas que no tienen retorno.
-No me respondiste. A vos, ¿cómo te ha ido?
-Con resultados dispares, pero creo que sigue siendo un lugar de reflexión, una buena herramienta. No considero que sea el último recurso posible. La terapia está asociada a la crisis, pero no creo que deba ser siempre así.
-Tengo entendido que, de manera individual, llevás alrededor de 15 años de psicoanálisis.
-A mí me parece prioritario ir a terapia. Tiene que estar asociado a sanar, al bienestar, no a la locura. Hay gente a la que le cuentas que vas a terapia y te dicen: "Pero si no estás loco".
-¿Hoy es más complejo construir una pareja?
-Se dice que los millennials tienen cierto desapego con el amor, pero uno aborda Romeo y Julieta y esa historia es vigente. El que ama, ama; más allá de cambios de parámetros culturales. Y se ama de una sola forma.
-¿Hoy no se convive con mayor intolerancia hacia el otro?
-Aparentemente sí, lo he leído, pero no he sido testigo de eso, sino todo lo contrario. Conozco chicos jóvenes muy comprometidos. Hay sentimientos esenciales que no cambiarán jamás.
Público y privado
Vicuña ha tenido varias parejas vinculadas al medio. "Pololeó", como se dice en su terruño natal, con algunas actrices hasta que formó pareja con Pampita Ardohain. Con la modelo tuvieron a Blanca (fallecida en 2012), Bautista, Beltrán y Benicio. Luego de una separación con algunos ribetes escandalosos, el actor entabló una relación con la actriz Eugenia Suárez. Y hoy, la pareja disfruta de Magnolia de casi un año.
-Construir pareja entre dos personas públicas, famosas, ¿complejiza el vínculo?
-En el caso de mi actual pareja el oficio fue fundamental: nos gusta, nos acompañamos, vibramos en la misma sintonía. Hicimos El hilo rojo y Los padecientes. Nos vamos acompañando con los proyectos de cada uno. Y ahora disfrutamos de estar juntos en la nueva tira de Pol-ka, aunque no tenemos escenas en común. Nos cuesta dejar el trabajo de lado. De hecho, compartimos coach y nos hacemos devoluciones.
-¿Cómo acciona o interfiere lo público y lo privado en la dinámica de una pareja de famosos?
-Como primera medida, hay que distinguir lo público de lo privado.
-Es un liminar endeble. ¿Se puede?
-Sí, y es clave lograrlo. Tengo 40 años y aprendí qué es lo sustancial, qué es lo pasajero. Vivo mi pareja desde la esencia y le buscamos normalidad. Para nosotros es normal nuestro trabajo. Esa exposición, que ya es parte de mi vida, no la padezco.
"Sostengo que la comedia puede sanar"
Hace pocos días, Vicuña publicó, en las redes sociales, una foto de su hija Blanca con la leyenda: "Baila mi niña". Su precoz fallecimiento conmocionó a la opinión pública que acompañó a Benjamín en su dolor. "Todos somos resilientes en potencia. Somos resilientes de las circunstancias. El ciclo de la vida se encarga de demostrártelo. No soy un proentusiasta de la vida, entiendo perfectamente a la gente outsider que te dice: 'Yo no puedo más'. Y también hay otras personas que deciden seguir, que encuentran las razones".
-El trabajo puede ser una terapia, ¿lo fue, en tu caso?
-Le agradezco a Daniel Veronese porque me convocó para trabajar en Los elegidos, luego de mi gran dolor, fue una manera de reencontrarme con mi oficio. Por eso mismo sostengo que la comedia puede sanar.
-El escenario como espacio de reconstrucción.
-Lo que me da el teatro, no me lo da ni el cine ni la televisión. Es el único lugar real donde puedo volar, olvidarme, y no desde un costado pretencioso. El teatro no va a morir nunca, siempre va a estar ahí porque la gente busca encontrarse.
-Te involucraste con varias terapias de manera individual y en pareja. ¿Todas las terapias son amorosas?
-No, para nada.
-Contradecimos el título de la obra...
-Acá lo amoroso es irónico. La terapia es dolorosa, cruel, sexual, despiadada. Y también amorosa.
-Una síntesis del ser humano.
-Todos tenemos eso.
-Si bien tenías amplia experiencia en la paternidad, ¿cómo vivenciás este rol con Magnolia?
-Estoy feliz. Es una niña dulce, hermosa. Un ser exquisito.
-¿Qué te enamoró de tu actual mujer?
-Tanto que no da para una nota. Sus ganas de vivir, su humor, su alegría. Y un no sé qué. Ese famoso no sé qué.
-Algo que no se define.
-Se siente.
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