Benjamín Vicuña: “La cultura pasa a ser no esencial y, aparentemente, invisible”
Desde Chile, a donde fue a filmar una serie y a ponerle el cuerpo a las salas que fundó y dirige hace años, el reconocido intérprete y gestor reflexiona sobre el complejo panorama del sector teatral
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Hace apenas unos días entró en vigencia la nueva disposición del Gobierno Nacional que, entre otras tantas medidas, implicó en el territorio del AMBA la suspensión por dos semanas de las actividades culturales. Esta decisión tiene un fuerte impacto en el sector teatral, que había retomado su actividad con público con aforos limitado recién en noviembre pasado y, en las salas de cines, que hizo lo propio a finales de febrero. Es un momento muy delicado no solo por la situación sanitaria del país sino también por lo lenta y compleja que era la reactivación de estos sectores, que nuevamente se ven en pausa.
En este contexto, la situación en Chile suele oficiar de espejo comparativo para analizar el estado de cosas en nuestro país. El actor y gestor chileno Benjamín Vicuña está desde hace más de un mes en Santiago. Viajó a su tierra natal, como contó hace pocos días en su cuenta de Instragram, para buscar soluciones para el Centro Cultural Mori que fundó hace más de una década junto al actor Gonzalo Valenzuela y para terminar la filmación de la serie chilena Demente. Con la restricción de vuelos estipulada por ambos países, no sabe cuándo podrá volver. “Reconozco que eso genera ansiedad, angustia; pero hay que ponerle corazón garra y abrazar la idea de que el teatro nació en la resistencia y en la lucha y así seguirá siendo”, apuntó en diálogo con LA NACION.
Con extrema generosidad brinda un pormenorizado panorama sobre lo que sucede en la ciudad capital chilena. “Nosotros, a partir del estallido social de octubre de 2019, 2 de nuestras 5 salas tuvieron que cerrar porque estaban en la zona cero. O sea, empezamos con problemas antes de la pandemia. Hace un año cerramos nuestras salas por diferentes restricciones sanitarias y por la cuarentena. A partir de ese momento hicimos todo tipo de intentos. Generamos un festival de teatro on line al cual invitamos al Banfield Teatro Ensamble y a Timbre 4, con un espectáculo de Daniel Veronese. Nos fue muy bien, pero el streaming como tal se agotó y la gente no quiere saber nada con el Zoom, cosa que se entiende y se justifica. Todas estas alternativas fueron una forma de darles trabajo a los artistas, a los técnicos. Al día de hoy estamos en un momento muy crítico porque una nueva cuarentena nos imposibilita abrir las salas”, cuenta el talentoso protagonista de tantas obras de teatro, películas y ficciones como Argentina, tierra de amor y venganza. Si Vicuña ya tuvo que cerrar 2 de sus 5 salas, en estas tierras, el Banfield Teatro tuvo que cerrar sus puertas en noviembre.
Desde el otro lado de la Cordillera, recuerda una experiencia cercana que fue tomada como todo un símbolo de la reactivación teatral. “Hace cosa de un mes y medio se hizo un ejercicio que fue muy doloroso: se volvía al teatro con una nueva puesta de Orquesta de señoritas, en el teatro municipal de Providencia. Pero en el proceso de ensayos y a una semana del estreno se murió un actor por Covid-19 y un maquillador, dos de los integrantes del elenco. Eso fue una estocada profunda para los compañeros y amigos de los que partieron y también fue un símbolo y metáfora para la industria. Era un llamado a decir ‘no jodan más, esto es real’, independientemente de las medidas, o de los aforo. Uno de los que falleció fue Tomás Vidiella, quien había hecho de mi padre en La celebración. Tomás era un tipo muy respetado, muy querido, que murió en el desafío de volver a los escenarios entiendo lo difícil que era”, apunta.
“Adiós, caballero del teatro, los escenarios te lloran y el público ya te extraña”, con estas palabras lo despidió Vicuña en su momento, en medio de una noticia que tuvo un fuerte impacto en los medios chilenos. En aquel día de fin de marzo, la carroza fúnebre que transportaba a Vidiella pasó por fuera del Teatro Oriente y el público pudo despedirse del actor en donde todavía estaba el letrero de la marquesina con su foto.
Si de este lado de los Andes la perspectiva para la reapertura de la actividad escénica en Buenos Aires está prevista para el primero de mayo, del otro lado de la cordillera el panorama no tiene fecha. “Ahora estamos intentando mantener el equipo de trabajo de los teatros apelando a todo tipo de subsidios y ayudas que nunca son suficientes. Efectivamente, la cultura pasa a ser no esencial y, aparentemente, invisible, que es el problema de tantos actores, dramaturgos, técnicos; algunos pueden dedicarse a la docencia, otros hacen talleres on line; pero la mayoría está sin trabajo. Estamos participando de algunos fondos de emergencia porque vemos que esto no es cuestión de una semana o dos, como pensábamos en marzo o abril del año pasado. Lamentablemente, va a durar. Los teatros públicos tienen la obligación de volver a la actividad independientemente del aforo, pero la ecuación para el teatro comercial con tan poquito público es absolutamente enviable”, remarca. Y agrega: “Es un escenario complicado que uno transita con mucha pena, con angustia. En otros momentos, con mucha garra, con mucha ambición pensando en las plataformas digitales, imaginando reinventarse sabiendo que el teatro jamás va a morir. Si uno es optimista se puede imaginar que son tiempos de pensar en procesos creativos, momentos para ensayar, pero el anhelado encuentro con el público va a tener que esperar”, confiesa con un dejo de dolor.
El cierre de actividades escénicas, según cuenta, continuará en Chile por unas 2 o 3 semanas. A partir de ese nuevo kilómetro cero vendrá el escenario de las distintas fases y de las habilitaciones para cada sector. “En lo que hace a los fondos de emergencia -continúa- están los vinculados con las ayudas a los trabajadores y otro que, en nuestro caso, está vinculado con el FamFest, que es un festival familiar que hacemos hace 12 años. El del año pasado, lo articulamos apelando al modo virtual, para el de este año, la idea es hacerlo presencial. Paralelamente, estamos postulando para un fondo de centros culturales, somos muchos los que estamos solicitando ayuda del Estado, pero se trata de un Estado que está completamente ausente del mundo de la cultura y muy presente y ocupado en lo sanitario, en la educación y en el proceso de vacunación. Por eso estamos haciendo un llamado desesperado para que se preste atención a los miles de trabajadores de la cultura que ya hace mucho tiempo lo están pasando muy mal”.
Benjamín Vicuña, alejado por el momento de sus pareja, la “China” Suárez, y de sus cinco hijos, suma una última reflexión que considera necesaria y que aplica tanto a un lado como al otro de la monumental Cordillera: “Si bien la situación del mundo de la cultura es dramática, no puedo mas que solidarizarme con los verdaderos protagonistas de estos tiempos que son los trabajadores de la salud, de la ciencia”.
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