Bambalinas
Vamos a extrañar a Elena Roger. El domingo pasado terminó una de las obras que más conmovieron al público teatral argentino en los últimos años: Piaf , de Pam Gems. Tal vez el presente no permita detectar muy bien la importancia de esa producción en Buenos Aires, pero dejó una marca imborrable en el sendero del teatro comercial. Fueron intrépidos sus productores al haber asumido el riesgo de traer al país el mismo montaje de un epicentro teatral de excelencia como Londres, con su misma protagonista, que no era popular ni televisiva.
A su vez, pocas veces ha sido tan complicado conseguir entradas para una obra. Para conseguir cualquier tipo de ubicación, había que sacar localidades con más de quince días de anticipación y, en cada jornada, el Liceo abría su boletería con una larga fila de espectadores ávidos de emoción a flor de piel. "El detalle inusual, contrario a la regla del teatro, es dejar un éxito de esta naturaleza (ciento por ciento de la capacidad del teatro en el ciento por ciento de las funciones, durante ocho meses). Piaf merecía como mínimo todo el año en Buenos Aires, para un verano 2011 en Mar del Plata, como opción para la gente de provincias. No pudo ser", dijo por ejemplo Carlos Rottenberg, empresario del Liceo y productor teatral.
Vamos a extrañar a Piaf. A ese personaje que fue persona y que sacudió a tantas almas que la escucharon cantar en vivo o en grabaciones. Vamos a extrañar esa vida repleta de golpes a temprana edad y de estocadas mortales en pleno esplendor. Elena Roger la volvió a la vida a través de una composición que la hizo transitar por todos sus estados y momentos. Ella la entendió como pocos (así como lo hizo Virginia Lago en los años 80, espléndida). Cómo olvidar ese montaje sórdido y minimalista que hizo Jamie Lloyd, en un teatro como el Liceo -tan bello como arañado por la humedad-, en el patio trasero de la plaza del Congreso, ámbitos que parecen formar parte de la misma escenografía ideada por Soutra Gilmour.
Cómo olvidar también esa última escena donde la comunión entre la protagonista y Julia Calvo -excepcional como Toine, su amiga del alma- provoca ese abrazo previo al espectador para arrancarle las primeras lágrimas, de la conmoción final con el "Non, je ne regrette rien".
Quienes presenciamos esa última función de Piaf difícilmente podamos olvidarlo. Una sala con muy pocos invitados y mucho público real que, como todas las noches, apenas finalizó la última escena saltó como un resorte de sus butacas y aplaudió durante 15 minutos, sin parar, con convicción, con conmoción, con pasión. A través de su trabajo, Elena Roger consigue acariciar al espectador, sacudirlo, conmoverlo y extraerle el alma hasta dejarla suelta, desnuda, sin posibilidad de escape ante ese encantamiento. No es exageración: Piaf fue sublime.
Un elenco no menos emocionado, que tuvo que salir cuatro veces a saludar, agradecía ese fervor con lágrimas y sonrisas. Pero el agradecimiento venía desde toda la sala, colmada desde la platea, hasta la tertulia y en todos sus palcos. En la fila 5 se ubicó la familia de la protagonista, cuyos rostros sumaban amor y orgullo. Sus padres, en punta de banco, tuvieron que quedarse sentados un buen rato, debido a la emoción, mientras el público dejaba la sala. Dos filas atrás, en el medio, el hombre que comparte su corazón con Elena tenía la cara empapada por las lágrimas. Ella se irá por un tiempo, bastante tiempo, a conmocionar a sociedades distintas, en otro idioma y otras realidades. Bien por ella. Los miles que la vimos, y los miles que se quedaron con las ganas de verla, estaremos orgullosos. Pero vamos a extrañar mucho a Elena Roger.
Sacheri, en cine y en teatro. Ya tiene fecha de estreno la obra Aráoz y la verdad , basada en la novela de Eduardo Sacheri, autor de El secreto de sus ojos . Será el 15 de abril, en la sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza. Gabriela Izcovich dirigirá a Diego Peretti y Luis Brandoni. El primero encarnará a un periodista de una revista deportiva que llega a un pueblo de provincia en busca de un talentoso jugador de fútbol con probabilidades de convertirse en crack. Entretanto, Brandoni encarna al encargado de una estación de servicio que se convierte en su informante y su antagonista. Vidas muy distintas, mundos opuestos y la búsqueda de la verdad. Por su parte, David Di Nápoli también encarnará un rol menor. Entretanto, el 15 de octubre, Izcovich reestrenará su obra Cosas que pasan , en el Teatro del Abasto.
El regreso de La Zaranda. Ya está confirmado el estreno de Futuros difuntos en la Argentina. Es la nueva obra de la compañía La Zaranda, que subirá a escena el 7 de abril en el Metropolitan II. "La Zaranda se sumerge en la muerte y la locura. Uno de los pocos grupos de culto que quedan en el panorama escénico internacional. El suyo es un universo rico en matices, en simbologías, en guiños de alta cultura. Huyen de todo lo que huela a superficialidad", dijo de esta obra Rosana Torres, en El País . La propuesta de La Zaranda habla de recluidos que juegan a ser los dueños de sus vidas y a ser los propios médicos de su locura. A su vez, la definen como una "fantasmagoría de reyes, héroes, sabios y profetas".
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