Ayer murió Gogó Andreu, a los 92 años
Fue uno de los artistas más queridos
El no sabía mucho de redes sociales, pero ayer estallaron cuando se desparramó la noticia de que había muerto. A fines del año pasado, su salud comenzaba a abandonarlo y el gran Gogó murió ayer, rodeado de mucha gente que lo amaba.
Nació el 27 de julio de 1919 en el seno de una familia de artistas. Hijo de Antonio Andreu e Isabel Anchart y hermano de otro grande que se fue más pronto, Tono Andreu. Creció entre bambalinas, espiando a sus padres y tíos en sus números de varieté, tanto que sin que nadie le enseñe cómo, a los 4 años aprendió a bailar tap. Y debutó a esa edad, como parte de esos cómicos de la legua y con una prematura simpatía que el público siempre le agradeció. Pero su debut "oficial" en una obra fue a los 9 años, cuando fue convocado para trabajar nada menos que junto con los hermanos Armando y Enrique Santos Discépolo en Levántate y anda , en el Teatro Nuevo, y en 1935 debutó, junto a Libertad Lamarque, en Alma de bandoneón , como el primero de más de 60 films.
De todos modos, Gogó y Tono nunca dejaron el varieté, la revista y la comedia musical. Fue de esa raza de artistas que sabían hacer de todo. Fue actor, guitarrista, bailarín, telonero, cantante, poeta, cancionista... "y nunca pasé hambre", repetía siempre. Además de ser hijo de artistas, Gogó fue sobrino de Alberto Anchart, cuñado de María Esther Gamas, tío de María Rosa Fugazot y esposo de Rosita Gamas, fallecida hace tres años y pérdida que él nunca pudo superar.
Durante aquellas primeras décadas de trabajo compartió escenario y sets de filmación con los más grandes: Narciso Ibáñez Menta, Pedro Quartucci, Severo Fernández, Tito Lusiardo, Libertad Lamarque, Pepe Arias, Enrique Muiño, Leonor Rinaldi, Tita Merello, Fernando Ochoa, Francisco Alvarez, entre tantos otros. Sentarse con él a tomar un café o unos tragos equivalía a estar horas incorporando parte de la historia del espectáculo nacional. Por ejemplo, a los diez años, José Razzano lo llevó al camarín de Gardel en el teatro Broadway y le dijo: "Este pibe va a cantar mejor que vos". Entonces parece que Gardel le dio su guitarra y le dijo: "Cantate algo". Sin la mínima timidez le cantó "Atenti pebeta".
Al final de su adolescencia, a los 19 años, interpretó un papel en la comedia musical Las tres muñecas maravillosas , junto a Severo Fernández, María Esther Gamas y Héctor Quintanilla; y le siguieron otras como El beso de aquella noche , Yo llevo un tango en el alma , y mucho más adelante, Sugar y La inhundible Molly Brown , junto a Susana Giménez; además de Nenucha, la envenenadora de Monserrat, El barrio del ángel gris e Historia de varieté .
Era un trotamundos y su agua eran el escenario o los sets de cine y televisión. Durante los años 50 y 60 trabajó en escenarios de Nueva York, Los Angeles, México, Madrid, Barcelona, Lima y La Habana, donde llegó a tener dos programas de televisión: Los enredos de Gogó y Gogó y Goguito .
Este cronista tuvo la oportunidad de invitarlo a un evento, en el que 800 personas lo ovacionaron de pie. El se quedó paradito frente al escenario, emocionado. Luego cantó "Linyera soy", se volvió a emocionar y, al salir, dijo: "Me temblaban las patas". Aunque se crió en los escenarios y se movía en ellos con absoluta seguridad, nunca perdió el nervio propio del artista. "Uno no se da cuenta de la posición que ocupa. No me doy cuenta de que soy un viejo querido. Lo que más me sorprende es la juventud, que me para por la calle para darme un beso. Eso me emociona", decía hace algunos años, cuando comenzó a recibir un aluvión de homenajes y tributos, tanto de sus pares como del público. El último reconocimiento que recibió fue en noviembre del año pasado, cuando se le entregó el Premio Hugo a la Trayectoria, que recibieron emocionadísimos su nieto y su sobrina María Rosa Fugazot. "Te confieso algo: me di cuenta de que ya estamos en la edad de la muerte y creo que soy uno de los tipos más afortunados del planeta. Tengo una carrera maravillosa y sólo hice el segundo y tercer grado de la escuela primaria. Pero la vida me encontró hablando en portugués y en inglés. Ya lo hice todo: comedia musical, revista, drama, comedia, televisión, cine, radio... El aplauso es lo que me hace vivir. Ojalá me muera sobre un escenario", reflexionaba.
Quedó todavía por editarse el trabajo discográfico que le produjeron León Gieco y Facundo Arana, con sus canciones interpretadas por distintos cantantes. A ese trabajo, que el actor no pudo ver materializado comercialmente, le prestaron sus voces muchos intérpretes famosos. El director musical de ese trabajo fue Esteban Morgado. Poco se conocía de su faceta como músico, pero compuso canciones como "Para encontrar un nuevo amor", "Cuidado con el diluvio", "La esperanza" y "Cántame, Lima, canta", entre muchas otras. Incluso, cuando vivió en Nueva York, un ejecutivo de la Warner Bros escuchó sus canciones y enloqueció con "El departamento". A los pocos días grababa el tema acompañado por una orquesta de 50 músicos.
Hasta que pudo, Gogó no estuvo ausente de casi ningún estreno teatral porteño. Allí estaba siempre él aplaudiendo a sus colegas. Lo vamos a extrañar muchísimo, pero siempre sonará en nuestra memoria el ruido de las chapitas de sus zapatos y su voz cantando: "A tí que te gusta tanto, el caramelo santo".
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