Así… vuelvo, conmovedora y exquisita epopeya con el sello de Aníbal Pachano
Protagonizado por un elenco muy formado; el espectáculo está dividido en 40 cuadros apoyados por un vestuario ampuloso y una impactante puesta en escena
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Para LA NACIONPablo Mascareño
Idea y dirección: Aníbal Pachano y Alejandro Lavallen. Guion: Alejandro Lavallen, Aníbal Pachano, Georgina Tirotta. Intérpretes: Mariano Magnífico, María Laura Cattalini, Gonzalo Gerber, Nacho Pérez Cortés, Judith Cabral, Matías Vega, Yasmin Corti, Emmanuel Casal, Yanina Muzyka, Victoria Molotok, Julia Montiliengo. Dirección coreográfica: Georgina Tirotta. Dirección musical: Gustavo Calabrese. Dirección de voces: Santiago Otero Ramos. Diseño de maquillaje: Juan M. Pont Ledesma. Diseño de peinado: Fabián Sigona y Hugo Amadey. Producción general: Nicolás Estigarribia, Miguel Wiernes, WE! Latinoamérica Entertainment. Asistente de dirección: Georgina Tirotta. Puesta en escena y luces: Aníbal Pachano. Teatro: Regina, avenida Santa Fe 1235. Funciones: jueves, a las 20; viernes y sábados, a las 21.45; y domingos, a las 20.30. Duración: 100 minutos.
El título del espectáculo es toda una declaración de principios. Aníbal Pachano enarbola su regreso a los escenarios, aunque su ausencia no fue demasiado prolongada, con un show a su medida, creativo, lujoso y desbordante de talento. Así… vuelvo es un grato y necesario oasis ideado y dirigido por el propio Pachano junto a Alejandro Lavallen, con quien forma dupla artística desde hace muchos años.
Atractivos y cuidados, los 40 cuadros que conforman Así… vuelvo se suceden con cronométrica precisión, amparados por una exquisita puesta en escena y una iluminación muy cuidada. El espectáculo tiene sabor a cierto autohomenaje y reminiscencias retrospectivas, donde Pachano recuerda parte de su vida. En el inicio y sobre el final, el artista reafirma con un “hambre nunca pasé”, que su tránsito no estuvo exento de sacrificios.
Así… vuelvo tiene toda la impronta de la agrupación Botton Tap, acaso el eslabón más alto en la carrera creativa de Pachano. De hecho, el deslumbrante y ampuloso vestuario pertenece a este colectivo que completan Ana Sans, Patricia Fiaño y Maco Ferrer. Son tantos los cambios y tan ampulosos algunos de los trajes que cuesta imaginar dónde se puede guardar todo ese ropaje, zapatos y pelucas incluidos, que los protagonistas cambian una y otra vez en cuestión de segundos.
El elenco que acompaña a Aníbal Pachano no tiene fisuras. Compacto y homogéneo, derrocha talento y arte. Todos, sin excepción, cantan y bailan con enorme ductilidad. Mariano Magnífico es una suerte de alter ego de Pachano que desborda simpatía y se adueña del escenario en cada uno de los roles que le toca componer. Nacho Pérez Cortés aporta su enorme trayectoria y los bailarines de tango Emanuel Casal y Yanina Muzyka transitan con glam for export un cuadro con buena técnica.
El espíritu inclusivo apelando a la diversidad atraviesa el espectáculo con varios cuadros que resultan sumamente emotivos, algunos con espíritu celebratorio como el clásico “YMCA”, que remata con una simpática alusión a la adaptación que hizo Susana Giménez y que decía aquello de “detrás de todo solo hay una mujer”. La artista transgénero Victoria Molotok impacta no solo por su talento, sino también por su imponente presencia escénica.
Así como los cuadros que refieren a Eva Perón, que tienen la lograda intención de una pintura histórica, resultan conmovedores, promediando el espectáculo la magia de la atmósfera onírica se rompe cuando Aníbal Pachano monologa brevemente sobre la realidad nacional, algo que, a todas luces, el público no está esperando. Las referencias a la repudiable celebración de cumpleaños de Fabiola Yañez en pleno confinamiento pandémico desentonan dentro de un espectáculo cuyo eje es otro. Tampoco resulta agradable, y hasta suena irrespetuoso, cuando Pachano sostiene que la Primera Dama “no habla” y cuando se mofa de su pasado de actriz.
Tampoco son necesarios los elogios autorreferenciales que hace el director. Su arte y su talento hablan por él. Sin embargo, resulta conmovedor cómo el artista se permite el humor para hablar sobre algunas de sus dolencias físicas y sobre su sobrepeso, algo que no hace mella a la hora de plantarse en escena a la par que el resto del elenco. Indudablemente, Pachano es un resiliente con una vocación muy férrea.
Georgina Tirotta realizó la dirección coreográfica, Gustavo Calabrase es el responsable de la dirección musical, mientras que Santiago Otero Ramos se encargó de la dirección vocal, áreas en la que todo el elenco se luce. Igual mérito tienen el maquillaje y los peinados, responsabilidad de Juan M. Pont Ledesma y Fabián Sigona y Hugo Amadey, respectivamente. El coqueto y remozado teatro Regina, puesto en valor por el empresario Ariel Perrotti, es el espacio perfecto para un espectáculo de notable factura que permite pasar casi dos horas sumamente gratas. Como en el Lido de París, pero sobre la avenida Santa Fe.
Por Pablo Mascareño
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