Artista Ex Machina: la perfecta maquinaria de Nicola Costantino que ilumina desde lo sórdido al sótano del Teatro Colón
En su debut como “artista total”, la creadora plantea un recorrido perturbador, mágico e hipnótico donde conviven el Renacimiento y el Barroco con el pop y la kermese
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Artista Ex Machina. Arte, vestuario y dirección: Nicola Costantino. Performers: Victoria Roland, Nuria Wassaf, Rocío Ambrosoni, Pablo “Kun” Castro, Florencia Montaldo, Ulises Collazo, María Lucía Lobroff y Fernán Sales. Cantantes: Mónica del Carmen, Nogales García, Kospi Huilen Bersano, Yéssica del Carmen Fernández, Blanco Sarah, Victoria Santibanez Migliori y Claudia Drescher. Covers: Clara María Dardanelli, Agostina Paula Tudisco y Elisa Giraldo Gärtner. Músicos: Milagros del Moral, Santiago Rullo, Guillermo Boris, Nicolás D’Amico, Fernando Huerta, Samuel Montaño, Juan Pablo Rodríguez, Ángeles Turco, Agustín Campo y Javier Müller. Diseño de iluminación: Agnese Lozupone. Asistente de sonido y robótica: Alejo Cortiñaz. Composición musical Suite Ex Machina, electrónica y espacio sonoro: Esteban Insinger. Director musical: Juan Martín Miceli. Desarrollo de guion: Gustavo Nielsen y Marcelo Pellisier. Dirección escénica: Martín Antuña y Victoria Roland. Sala: CETC, Viamonte 1185. Funciones: de miércoles al sábado, a las 20; y el domingo, a las 17. Entradas: $4000. Nuestra opinión: Excelente.
Desde 1990, el momento en el que el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC) funciona en el sótano de este maravillo edificio ideado para la ópera, el ballet y la música sinfónica, pocos artistas han podido apropiarse de ese enorme y complejo espacio plagado de columnas y diferentes alturas de piso que plantean el desafío de resolver la visual del espectador. “El Colón es un lugar en donde se realiza un arte convencional, estipulado y sin fisuras (...). En ese sentido, el Colón es el Estado máximo. Lo interesante del CETC es que es la contrafigura, la posibilidad, tanto como sistema de producción como obra final, de que ese orden pueda ser cuestionado. En ese aspecto, está en constante fricción con lo que sucede arriba”, reflexionaba el maestro León Ferrari cuando, en 2004, presentó una obra suya en Enclaves, propuesta en la que su trabajo convivía con el de una coreógrafa, un iluminador, un músico experimental y otros artistas plásticos.
A muchos años de aquello, Artista Ex Machina, la experiencia interactiva de Nicola Costanino es, por un lado, una excelente muestra de cómo apropiarse de ese subsuelo y, desde otra perspectiva, lo hace apelando a un neto cruce de lenguajes que pone en jaque a las categorías establecidas. Artista Ex Machina es tanto una ópera contemporánea inspirada en el concepto wagneriano de arte integral como una performance que termina en una especie de happening colectivo, con la protagonista en el centro de un bosque tan encantador como tenebroso. Pero esa acción es el final del recorrido.
El engranaje se inicia apenas se baja al CETC en donde, por cosas del azar, el público irá recorriendo a través de los pasillos esta exquisita posta escénica, primera incursión en el Teatro Colón de la artista que representó a la Argentina en la Bienal de Venecia en 2013. Para darle forma a este trabajo milimétricamente pensado y ejecutado, Costantino reunió a unos 30 performers, músicos y cantantes que se transforman en piezas de esta maquinaria arrasadora, hipnótica, inquietante. La música creada especialmente por Esteban Insinger como la dirección escénica de Martín Antuña y Victoria Roland entran en todo momento en diálogo y fricción con esta especie de retrospectiva de tres décadas de trabajo de la creadora.
Artista Ex Machina está cargado de citas que hacen referencia a su propia producción visual compuesta por fotografías, videos, instalaciones y esculturas, tanto como al mundo del arte. En el abanico se articulan citas textuales a Dante Alighieri, alusiones indirectas del universo pop o referencias a Leonardo Da Vinci, Hegel y Heráclito como una especie de manifiesto Costantino (“Los artistas son como gusanos que transforman la podredumbre en belleza”) junto a un poema de Gabriela Stoppelman. Así, el Renacimiento o el Barroco coexisten con la imagen de Evita en el balcón de Balcarce 50 y ciertos movimientos raperos de los bailarines conviven con las potentes voces de las cantantes. De la ópera a la kermese, en este universo cargado de capas, las imágenes y sonidos proponen al espectador un viaje sumamente lúdico en tensión con aquellas obras creadas para frías paredes de museos o centros culturales. A cada paso, bajo la lógica propia de esta maquinaria integral, todo va adquiriendo otras formas salidas de la mente de Nicola, la escultora, taxidermista, diseñadora, fotógrafa, videasta y también cocinera.
Costantino, desdoblada, en la imagen final es una pitonisa que se eleva por el aire gracias a una antigua estructura manipulada en vivo. “¡Solo el micelio nos salvará!”, dice, grita y se ríe en tono macabro hasta desaparecer del campo visual. Acto seguido, ya entre los aplausos, aparece ella como artista y cocinera de una torta de varios pisos que convida a los espectadores luego de este verdadero festín escénico en el que lo vivo y lo muerto coexisten.
Hay que reconocer un solo inconveniente en Artista Ex Machina: tiene funciones hasta el domingo, pero están todas agotadas.
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