A Ariel del Mastro no le fastidia cambiarse de remera para las fotos. Al contrario, quiere hacerlo para disfrutar de la ropa que hacía mucho tiempo no podía ponerse. Adelgazó 80 kilos. Menos de la mitad se lo debe a una larga internación. Un año y medio atrás fue operado de vesícula pero se complicó y pasó seis meses, entre idas y vueltas, delante de la misma pared blanca de la clínica. Cuando se repuso, la adicción al trabajo y a la comida regresaron con algunos kilos. Pero la pandemia puso un límite.
"Ante el encierro, me planteé que o salía rodando de casa o me hacía cargo. Y me hice cargo y en estos meses bajé 50 kilos. Estoy contento, son logros semanales, lo hice solo, sin médico. Estuve a punto de hacerme un bypass pero no quise volver a pasar por anestesia y quirófano pero eso iba a ser la solución si no lo lograba por la mía. Es raro pero la pandemia me vino genial en lo personal: entendí el silencio porque laburo muchísimo y el ruido no me dejaba pensar. Al pararse todo, empecé a mirarme y ver lo que estaba haciendo mal. Estoy feliz que lo pude hacer", dice el director e iluminador, padre de tres hijos y abuelo de tres nietos; es el mayor de los tres hijos de Nacha Guevara, hermano del diseñador de sonido Gastón Briski y pareja de la productora Diana Frydman.
"Con la familia también nos relacionamos mejor en esta etapa. No porque antes fuéramos distantes pero era más forma que contenido. Ahora es más contenido, aunque nos veamos igual en tiempo, porque estamos más presentes, no están sonando los teléfonos a cada rato, ni hay urgencias que resolver. Era sistemático cancelar reuniones por trabajo. Como todos hacemos teatro, todo se perdonaba. El único raro es Juan Pablo (Favero, su hermano menor), que es psicólogo", dice, bajo el sol, con un vaso de soda, en el patio de su casa. Es que el mandato artístico es la rutina para esta gran familia ensamblada. Macarena del Mastro es asistente de dirección y Anteo del Mastro (igual que el abuelo, periodista y fotógrafo) es iluminador en el teatro El Nacional. El menor, León, de su segunda pareja, tiene doce años pero el papá no duda de que va a ser director. Con Macarena, además, comenzaron este año a trabajar juntos por primera vez: "Nos llevamos muy bien, también discutimos, es un intercambio movilizador, tiene una perspectiva muy feminista y es inevitable que lo personal se mezcle con el trabajo".
-De eso sabés bastante...
-Sí, un montón (risas). Pero se resignifica cuando sos el que ocupa el papel del padre.
Pero no se trata de Nacha sino de Ariel y su imparable agenda de compromisos laborales, distintos entre sí, desafiantes, contagiosos. "Nunca me colgué de mi mamá para trabajar, todo me lo conseguí solito y soy quien soy más allá de los parentescos", dice, a sus rejuvenecidos 58 años, sin levantar nunca el tono de voz.
Proyectos en lista
Desde un reemplazo inesperado a los 16 años (el seguidorista de luces había faltado) hasta hoy, el currículum de Del Mastro demuestra una larga trayectoria como director de iluminación y como director general de grandes musicales: Eva, el musical, Despertar de primavera, Tango Feroz, Aladin, Por amor a Sandro, Cabaret y varias producciones Disney: La Bella y la Bestia, High School Musical (único director no anglosajón que dirigió en España), Violetta, Soy Luna, Topa y Muni, entre otras. "Estoy muy contento de trabajar con Disney porque me dio la oportunidad de conocer tecnologías y a una escala que acá no se da, además del alcance internacional. Es un gran desafío traspolar una tira al formato de hora y media", dice. La experiencia en España es la que le abrió las puertas para dirigir Aquellas pequeñas cosas, el musical escrito por Jordi Galcerán (El método Gronhölm), basado en las canciones de Joan Manuel Serrat, involucrado en la supervisión desde el inicio. Es la primera obra producida por Amapola Entertainment, a cargo de la argentina Julia Gómez Cora que se formó acá en las primeras grandes producciones musicales de Daniel Grinbank, hasta que emigró a España, donde trabajó con Del Mastro.
"Hace tres años que vengo trabajando con Serrat, haciendo las adaptaciones con el director musical (Alfonso Casado) porque hay algunas variaciones en las canciones para que el ritmo coincida con la dramaturgia", dice el director que, por las dudas, aclara que no se trata de una biopic del catalán sino de una multiplicidad de historias enlazadas por sus emblemáticos temas.
Iba a estrenarse en octubre en Madrid pero, al igual que tantas otras obras canceladas este año, pasará para mediados de 2021. Después, habrá gira por México, la Argentina y, tal vez, Chile. No es el único proyecto que Del Mastro debió posponer. El otro es School of Rock cuyo debut pasó para junio, en el Ópera de la calle Corrientes, con el protagónico de Migue Granados, acompañado por Laurita Fernández y Julieta Nair Calvo, y doce niños que tocan y cantan en escena. "Como los menores solo pueden trabajar dos noches a la semana, tuvimos que elegir, después de un larguísimo casting, a 36 chicos para que rotaran", dice acerca del musical basado en la película de Richard Linklater, de 2003, con Jack Black, que desde 2013 genera versiones teatrales en todo el mundo.
"Quería a Migue Granados para ese papel, es ideal y creo que va a ser una revelación. Como él hace humor y viene de otras prácticas, hay que trabajar bastante la repetición propia de los ensayos y separar al personaje de la persona pero lo va a lograr sin problemas", asegura el director que, una vez más, vislumbra un año con varios cruces del Atlántico. Porque, además, tiene confirmado otro estreno y no de un musical sino de una obra de texto, Cancún, de Jordi Galcerán (sí, el del musical de Serrat), en el Multitabaris. Por ahora, de los cuatro intérpretes se sabe que dos de ellos serán Agustín Radagast (Soy Rada) y Lula Rosenthal. Si bien el original refiere a conflictos y relaciones humanas entre seres de más de 50 años, Del Mastro prefiere que tengan entre 30 y 40 años.
"Hace tiempo que quería meterme con el teatro de texto. Por un lado, para los que dicen que los del musical no podemos hacerlo. ¿Quién más completo que un actor del musical que puede actuar, cantar y bailar? Por otro, para diversificar porque como viene la mano, no creo que vengan tiempos de grandes producciones", supone.
-¿Y en el off?
-Iba a hacer La naranja mecánica, en el Galpón de Guevara, compré los derechos pero se vencieron por esperar productor, no me decidía, se me pasó. Fue un error, tendría que haberlo hecho yo. Más adelante, me gustaría intentar con Trainspotting, la versión teatral de la película.
El año del streaming
En 2020, Del Mastro se quedó más tranquilo. Pero no tanto como para perderse la oportunidad de probar algo nuevo. "No quería filmar una obra. Quería aprender. Porque lo que surgió en esta pandemia y que vino para quedarse es otro arte, ni teatro ni cine, requiere otro abordaje", dice el director de Juegos, basado en Juegos a la hora de la siesta, estrenada y prohibida durante la dictadura, de la autora argentina Roma Mahieu. Para la adaptación, se unió a dos jóvenes artistas del musical, Marcelo Caballero y Juan Pablo Schapira (en dupla, Lo quiero ya, Piano blanco) y la coreografía de Rosario Asencio.
Contado desde la perspectiva de chicos de entre 8 y 10 años, los juegos son el canal por donde se reflejan las microviolencias cotidianas, las copiadas del mundo adulto: bullying, discriminación, el descubrimiento del cuerpo, los secretos familiares, los prejuicios. La obra explora, también a través de la música en clave de rock, esos lugares oscuros de mandatos heredados. El elenco está integrado por Agustina Cabo, Nicolás Cúcaro, Tomás Kirzner, Carolina Kopelioff, Thomas Lepera, Alan Madanes, Julia Tozzi, Maia Reficco, quienes ensayan siguiendo los protocolos establecidos para el audiovisual (no para el teatro) y con el control semanal de pruebas de diagnóstico del coronavirus. El estreno de Juegos, filmado con ocho cámaras y directores de televisión, será el domingo 6 de diciembre, en vivo vía streaming, desde los estudios Nonstop en Munro, y el año que viene, en el teatro. Antes del estreno, proyectan subir a las redes sociales videos de diez minutos donde los intérpretes van a contar sobre sus personajes, con la guía de psicólogos al fin de "tender puentes de diálogo entre generaciones, chicos, padres y docentes".
-Tango feroz, Despertar de primavera, Juegos… ¿Por qué te atrapa el mundo teen?
-Sí. ¿Seré un Peter Pan? Así me han dicho. Me atrapa cómo se juegan por la libertad. Tango feroz fue la obra que más sufrí hacer y la que me ha dejado el recuerdo más intenso. Fue muy sanador, para mí y para la familia, cerró cicatrices de la adolescencia, nos hizo bien. Pero sufrí porque estaba enfermo, con cólicos renales, vomitando, tirado en el piso y dando indicaciones por lo que escuchaba. Me negaba a ir al hospital. Hoy no creo que haría lo mismo. Pero sí, me gusta trabajar con gente joven, con opiniones diferentes a las mías, no me jode que me cuestionen, escucho en serio y ellos también tienen claro que la decisión es mía pero no se enojan, no se genera resentimiento. El teatro es una labor de conjunto pero el director es el responsable de llevar el barco adonde cree mejor.
A diferencia de directores que son o fueron actores o bailarines, Del Mastro pertenece a la tribu de los técnicos, su especialidad es la iluminación y esa es su impronta: "Tengo una idea más general, una visión de la totalidad sentado en la cuarta fila. Pongo director de actores de la misma manera que pongo un coreógrafo para el laburo de los cuerpos. Y siempre dependiendo de lo que busco: en el laburo de mesa, cuando hablamos y nos escuchamos, marco adonde quiero apuntar, qué quiero y qué no, y sobre eso que cada uno recree lo propio".
Quizá por conocer desde adentro las necesidades de quienes no brillan en el escenario ni en las notas periodísticas sino en el detrás de escena, se puso al hombro otro emprendimiento directamente relacionado con la pausa laboral que sufre el gremio. Se trata de Unidxs por la música, un proyecto solidario donde los artistas donan objetos preciados para subastarlos y recaudar fondos con los que se compran bolsas de alimentos para los trabajadores de la música. En este momento, unas 550 familias están recibiendo esta ayuda.
"Lo que creíamos iba a durar un par de meses, se extendió y esperamos poder llegar hasta fin de año. Hubo donaciones muy generosas –guitarras de Ricardo Mollo, de Natalia Oreiro, Gustavo Santaolalla, muchos-, otras no tanto pero no vamos a decirlo, lo importante es que colaboraron", dice sobre esta iniciativa de Escenario solidario, Asap (la asociación de productores), Fundación Sí y asociaciones de agentes de prensa y managers. Para colaborar, entrar a la web unidxsporlamúsica.minitiendanube.com.
No es la primera vez que Del Mastro da la cara por los técnicos. En la entrega de los premios ACE 2009, cuando subió a recibir el premio por Diseño de luces por Eva, el musical, denunció la falta de pago desde hacía un año a los trabajadores de la obra. Pago que debía realizar la producción, a cargo del entonces Gobierno de la provincia bonaerense, liderado por Daniel Scioli: "Cuando me nominaron, me pagaron. Pero por eso no iba a callarme. Los que somos conocidos debemos visibilizar a los sectores que no tienen voz, que no son llamados para entrevistas y no se difunde lo que hacen. Me costó muchas discusiones, inclusive con mi mamá, y varias amenazas. Qué casualidad que desde entonces nunca me dieron otro premio, ¿no? Finalmente, la mitad de los trabajadores cobró; y la otra, la que decidió ir a juicio, no".
Y entonces llegó el momento. Cuando estaba por sorprenderse ante la ausencia de preguntas sobre la diva, apareció.
-¿Por qué es difícil dirigir a Nacha?
-Nacha tiene claro lo que quiere y tiene opinión. Eso está muy bien. El problema surge cuando no es permeable a la opinión del director o directora. Hay muchos actores y actrices que son así, saben donde se sienten cómodos y si un director los quiere sacar de eso se ponen muy resistentes e insoportablemente a la defensiva. Supongo que deben dirigirse a ellos mismos. Norma Aleandro cuando dirige no actúa, por ejemplo, porque es complicado ocupar ambos roles. Los actores también son responsables porque si aceptás trabajar con tal director, ya sabés lo que va a pasar. Siempre nos responsabilizan a los directores: ¿Por qué elegiste a Fulano si sabías que era así? ¿Y por qué aceptó el papel si sabía que el director era tal? Hay charlas antes de firmar el contrato, se habla sobre el enfoque. Los actores deben ser más flexibles, entregarse y dejarse dirigir. Hay egos gigantescos. Te dicen que se entregan pero no lo hacen, se resisten, temen o son muy mentales. Una vez estudié la vida de uno para saber qué prácticas físicas le gustaban. Era el rugby y entonces fui por ahí, para que aflojara. No digo que pase con todos pero el ego es el gran problema del actor. Y de algunos directores también.
PARA AGENDAR
Juegos, dirigido por Ariel del Mastro.
Estreno domingo 6 de diciembre a las 20.30, por AllArena.net.
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