Descubrir la humanidad en un objeto de cartón: el Grupo de Titiriteros del San Martín cumple 40 años
Gracias al trabajo de Ariel Bufano y Adelaida Mangani, la gran escuela del género goza de prestigio internacional
Los titiriteros tienen en Buenos Aires una presencia destacada. Se los puede ver en múltiples salas, convocan miríadas de grupos familiares en los espectáculos para chicos, pero también una creciente corriente de público en obras para adultos. Experimentan técnicas muy diversas y abordan temáticas de contenido intenso, más allá de la edad de sus interlocutores. Cuatro décadas atrás era otro el panorama. Había también una movida titiritera que recorría plazas y espacios barriales. Eran, ante todo, titiriteros solistas, hábiles manipuladores del títere de guante, que se expresaban a través de una poética de raigambre en relatos de tradición popular.
Entre uno y otro extremo hubo un fenómeno que articuló la transformación: el Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín , creado en 1977 por Ariel Bufano y Adelaida Mangani.
"Pasaron muchas cosas en estos 40 años", dice Mangani, que dirige el elenco desde la muerte de Bufano, en 1992. Cuando Kive Staiff los convocó a realizar una puesta en escena en el Teatro San Martín, se vieron en la situación de formar un primer elenco. Se trataba de David y Goliat. Recurrieron a un grupo de jóvenes recién egresados del Instituto Vocacional de Arte, donde ambos eran docentes. "Convocamos a Luis Rivera López, Sergio Rower, Juan Haedo y Adriana Pizzino. Fueron nuestros alumnos desde chicos, tenían formación actoral, pero no eran aún titiriteros. No había titiriteros para llamar, como sería hoy día", recuerda Mangani. La formación se dio sobre la marcha.
Tras el éxito de la primera puesta, aún realizada con títeres de guante, sobrevino el gran cambio de técnica y lenguaje con La Bella y la Bestia, una obra que impactaba por el majestuoso desplazamiento escénico de sus grandes muñecos manejados con varillas por los titiriteros a la vista sobre el escenario abierto. La relación de tamaño entre titiritero y títere se invertía, los manipuladores tenían que elevar la vista para encontrar la mirada de los personajes.
"La Bella y la Bestia es para mí el espectáculo bisagra en la historia del grupo y sobre todo en la historia estética del propio Bufano", señala Mangani. "Era curioso ver que los titiriteros de la generación de Ariel decían que era muy linda, pero que eso no era una obra de títeres. Porque no eran títeres de guante en un retablo". Pero fue justamente esa revolución estética la que dio el puntapié para convocar a las nuevas generaciones de titiriteros que siguen vigentes hasta hoy día. "A partir de ahí se acercó a Ariel gente joven que hasta entonces no estaba tan interesada en el arte del títere. Llegaron Daniel Veronese, Ana Alvarado, Miguel Rur, Helena Alderoqui y muchos de los que después entraron al grupo y que empezaron a tomar clases con Ariel de manera privada, porque no existían en ese momento escuelas de titiriteros".
La propuesta siguiente, El Gran Circo, fue producto de investigación y el aprendizaje de las técnicas más diversas. A la vez requería de una ampliación del elenco. Ahí surgió la idea de conformar un grupo estable, el Grupo de Titiriteros. Y la necesidad de desarrollar métodos de entrenamiento rigurosos para arribar al producto anhelado. Así, por ejemplo, la de cómo lograr que el titiritero -aun estando a la vista del público- le pusiera cuerpo y voz al títere, que la mirada del espectador se dirigiera al objeto devenido personaje y no a sus manipuladores. "Desarrollamos ejercicios para el paso de la energía a través de las varillas largas de la técnica oriental del bunraku, para que le llegue al objeto-títere la intención expresiva y la emoción -explica la directora actual de elenco-. Eran épocas en que teníamos muchos meses para ensayar, era otra vida".
A partir del enorme éxito y prestigio que adquirió el Grupo de Titiriteros, en particular con El Gran Circo, que con sus más de 600.000 espectadores acumulados a través de las décadas es una de las obras más vistas del teatro argentino, hubo también un tiempo de proyección internacional de la compañía dirigida entonces por Bufano. Los "titiriteros del San Martín", como se instalaron fuertemente y hasta la actualidad en el imaginario de los vecinos de Buenos Aires, llegaron con su arte hasta Moscú y se hicieron presentes en la Expo Mundial de Sevilla en 1992. Esa fue, sin embargo, la última salida al exterior del elenco, afectado en sus posibilidades de expansión por los avatares presupuestarios y de gestión de su país de origen. En cambio, llegan a Buenos Aires desde otros países jóvenes que buscan la formación que ofrece la Escuela Taller de Titiriteros, que funciona desde 1987 en forma paralela al Grupo de Titiriteros y lo provee de nuevos integrantes. Vienen de Brasil, Francia, Italia, Chile, Colombia...
Experiencias valiosas del arte titiritero como las programaciones en el Centro Cultural de la Cooperación, en Casa de Títeres de Pan y Arte y en otros espacios, son protagonizadas en la mayoría de los casos por ex integrantes del Grupo de Titiriteros y por egresados de la Escuela de Títeres del San Martín, que buscaron ampliar horizontes. Emilio García Wehbi, Rafael Curci, Román Lamas, Daniela Fiorentino, Julia Sigliano... La lista de titiriteros que iniciaron allí su formación es larga, suma varios centenares de artistas que protagonizan la movida actual.
También provienen de allí la mayoría de los autores de la obra ganadora del Premio Ariel Bufano, que fueron presentados ayer en la función especial del Grupo de Titiriteros en la que se recordó el aniversario del elenco. La biblioteca de los libros desordenados, elegida por el jurado entre 21 obras presentadas al concurso, fue escrita por Mariana Trajtenberg, Daniel Scarpitto, Claudia Villalba, Julieta Alessi y Nelly Scarpitto y será puesta en escena por el Grupo de Titiriteros en 2018, con dirección de Román Lamas.
Pasaron 40 años y, gracias en buena parte al surgimiento del Grupo de Titiriteros, cambió la escena en el género, ¿Qué lugar podría ocupar ahora el elenco del Teatro San Martín?, ¿cuál es el horizonte a alcanzar ahora?
Por un lado, Mangani ambiciona poder poner nuevamente en movimiento a pleno la maquinaria creativa que es el Grupo de Titiriteros. Se trata de un elenco formidable que, con sus treinta integrantes actuales, logra desdoblarse en más de una puesta simultánea, aprovechando la diversidad de salas del Complejo Teatral de Buenos Aires. "Me gustaría que el Grupo de Titiriteros se programara racionalmente como para que tuviera un aprovechamiento del cien por ciento de sus posibilidades. Tenemos repertorio montado y material como para que estemos trabajando de febrero a noviembre, y eso no pasa actualmente", asegura la directora del grupo. Salvo casos excepcionales, tampoco logran salir a proyectar su repertorio en otros escenarios, de la ciudad, del conurbano o del interior, porque no hay personal técnico disponible. Y, por otro lado, el grupo también aspira a que se termine de superar la imagen un tanto marginal que se vincula con el arte de los títeres.
¿Y qué significaron los 40 años para Adelaida Mangani? "Aprendí a aproximarme al artista de forma de que cada uno pudiera ser absolutamente libre de expresar su propia poética. Eso ha generado un vínculo de una especie de hermandad en la que todos sabemos lo que atravesamos cuando creamos y todos sabemos cómo vincularnos con los otros para que esa libertad de creación se pueda poner en práctica en el escenario. En los espectáculos que hice tuve siempre dos o tres ideas fuertes para arrancar, pero después eso fue enriquecido por los artistas que trabajan conmigo, es infinito e inagotable. Aprendí eso, a que fluyera la poética de todos en favor de un resultado artístico".
Como celebración del 40º aniversario, el grupo acaba de estrenar La isla desierta, de Roberto Arlt, con la dirección de Adelaida, en la sala Casacuberta del Teatro San Martín, con funciones los sábados y domingos, a las 15.
Los hitos de casi medio siglo, en números
- 40
puestas en escena protagonizó el Grupo de Titiriteros
- 500
titiriteros pasaron por el elenco y el taller
- 600
mil espectadores suma El Gran Circo
"El hombre, ser supremo de la naturaleza, es desnudado en toda su pavorosa y bella humanidad por una simple cosa, un pobre objeto de cartón y tela: un títere", según Ariel Bufabo
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