Andrea Garrote, una intérprete inquieta cercana a Rafael Spregelburd
Una entrevista con esta talentosa actriz, también interesada en la dirección y la dramaturgia; actualmente, forma parte del elenco de Tres finales
Durante la década del 90 se dieron en Buenos Aires una serie de cambios interesantes dentro del panorama del teatro independiente. Una nueva camada de autores/directores comenzó a desarrollar su trabajo con fuerza y en torno a ellos un grupo de actores acompañó esos procesos con interés. Andrea Garrote está entre esos intérpretes inquietos que, en su caso particular, acompañó y aún lo hace, la producción de Rafael Spregelburd.
En el 93 crearon juntos Dos personas diferentes dicen hace buen tiempo a partir de textos de Raymond Carver. Con ese proyecto ganaron la Bienal de Arte Joven, tuvieron una fuerte repercusión de público y crítica mientras lo presentaban en el Rojas y hasta viajaron al exterior mostrando el espectáculo en diversos festivales.
“En ese momento se estaba necesitando una nueva camada de autores –explica la actriz y directora. Apareció un nuevo estilo a la hora de construir estructuras y representar. Nosotros mirábamos mucho lo que pasaba en el Parakultural y esa energía era muy motivadora y también surgió la necesidad de construir historias, narrar. Y apareció Rafael, un autor muy sólido estructuralmente. Muy pródigo en imágenes, con juegos de estructuras muy atractivos en relación con el tiempo, con los espacios.”
Garrote ha sido intérprete de la mayoría de los espectáculo de Spregelburd y actualmente forma parte del elenco de Tres finales, una experiencia singular comisionada y estrenada el año pasado en el Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino de La Plata. El espectáculo está conformado por tres obras breves, El fin del arte, El fin de la realidad y El fin de la historia. Actualmente se presenta en el Teatro de la Ribera con un elenco que completan Rafael Spregelburd, Alberto Suárez, Sofía Brihet, Mónica Raiola, Pablo Seijo, Débora Dejtiar, Lalo Rotavería, Luciana Acuña, y Matthieu Perpoint.
En verdad el proyecto es mucho más amplio. Está conformado por diez obras de pequeño formato bajo el título El fin de Europa y será estrenado en Francia en los próximos meses. “La particularidad de esa propuesta – aclara Garrote- es que son obras breves, algo raro en el trabajo de Rafael, y tienen un carácter más de tesis o falsas tesis planteadas desde un lugar artístico y proponiendo más preguntas que respuestas. Todas tienen que ver con un estallido de la historia, de la realidad, de lo que es el arte.”
La relación entre autor y actriz se fue dando casi naturalmente. Ambos se conocieron en el estudio de Ricardo Bartis y después de aquella experiencia sobre Carver decidieron iniciar un camino juntos. “La dramaturgia de Rafael siempre me fascinó y cada proyecto tiene su particularidad – explica-. Hemos hecho obras maratónicas como La estupidez, La modestia, La paranoia, La terquedad. Se han cambiado los mecanismos de producción. En algunos casos trabajamos de manera totalmente independiente y en otros con apoyos de festivales extranjeros o de salas oficiales. A veces digo que tengo la sensación de vidas pasadas en el teatro. Recuerdo un momento de mi vida y enseguida lo ligo a determinada obra que estábamos haciendo. Como si un instante se correspondiera indefectiblemente con el otro.”
Pero más allá de está practica conjunta Andrea Garrote también siente un gusto personal por la dramaturgia y la dirección. En algún momento comenzó a estudiar Letras pero abandonó la carrera para ingresar a Dramaturgia. “La escritura siempre me interesó y empecé a incorporarla como algo propio y ahora es un campo en el que me siento más segura – afirma-. A veces es difícil entregarle un material a un director y entonces decido dirigirlo, poner el cuerpo, probar. No se si me interesa hacer muchas obras de teatro porque eso implica un esfuerzo mental y físico muy grande pero me impuse cada tres años estrenar una obra mía. Así fue con El combate de los pozos y Niños del limbo. Con ambas estuvimos varios años en cartel.”
Hay un espacio que a la creadora le resulta muy provocador, el de la formación de actores y directores. Dar clases le resulta muy gozoso porque entiende que ahí aparece algo del milagro del teatro. “El entrenamiento te ayuda a pensar como encarar diferentes problemas de actuación, diferentes verosímiles. No me caso con un sistema de actuación. Me parece que los actores debemos manejar distintos lenguajes. Me divierto mucho. La paso mejor yendo a dar clases que filmando en televisión.”
Tres finales, De Rafael Spregelburd: Teatro de la Ribera, Pedro de Mendoza 1821; Sábados y domingos, a las 19.