Ana Acosta, unida a su hija sobre el escenario
Junto a Talía Acosta se ríen de otras madres y otras hijas como ellas
Después de largos meses de confinamiento, la talentosa comediante y directora Ana Acosta y su hija, la actriz Talía Acosta, se suben juntas a un escenario. Madre e hija acaban de estrenar Casa Matriz, esta obra para dos intérpretes escrita por la dramaturga y caricaturista Diana Raznovich, con dirección de Nicolás Pérez Costa, que gira en torno a la búsqueda de la madre perfecta.
El condimento extra es el desdoblamiento de su condición de madre e hija sobre las tablas.
Bárbara va a cumplir 30 años, y para celebrarlo decide obsequiarse una “madre sustituta” provista por la agencia exclusiva Casa Matriz, que se especializa en proveer madres a la medida de sus clientes. Un planteo que, desde el humor, indaga también en las relaciones emocionales entre sus protagonistas.
“Desde hace rato veníamos pensando en trabajar juntas, y más o menos promediando julio, para mi cumpleaños, después de muchos meses de no vernos, le dije a Talía: ‘Vas a tener que venir, fijate cómo hacés, pero yo me muero si vos no venís hoy’. Ese día de mi cumple leímos la obra, y cuando terminamos, ella estaba con los ojos aguados, muy emocionada. Me dijo que le había encantado y quería hacerla”, recuerda Ana el germen de esta pieza teatral que ella ya había representado en la década del 90 en el papel de la hija, junto a la gran Lidia Catalano.
El único pedido que le hizo Talía fue que las dirigiera un tercero, y no su madre, para tener una mirada desde afuera. Entones comenzaron la búsqueda del director hasta que finalmente convocaron a Nicolás Pérez Costa, que ya había dirigido anteriormente a ambas.
“Fue mi papá el que nos sugirió hacer una obra juntas, y nos dio la idea de hacer Casa Matriz. Cuando leí la obra me quedé enloquecida. Al principio fue difícil, porque como no nos veíamos por la cuarentena, diagramar los personajes y todo por Zoom fue complicado, porque además tenemos dos estilos de actuación distintos. Pero, por suerte, ya teníamos un director súper copado que nos fue explicando lo que quería de cada personaje. Empezó todo medio caótico y después fue súper ameno. Es hermoso interpretar a la hija de mi propia madre. Se siente todo mucho más verdadero”, reflexiona Talía.
Así comenzaron a trabajar a distancia, en octubre comenzaron los ensayos presenciales hasta que finalmente desembarcaron en el teatro Picadilly. “Primero fue muy gracioso, había situaciones en las que nos pasaba un poco lo que sucede en la obra, las idas y vueltas. Fue muy interesante y placentero porque siento que Talía hacía un personaje que no tenía nada que ver con el que yo hacía en 1993 como hija. Ella está haciendo su Bárbara, este personaje que para su cumpleaños va a alquilar una madre por horas”, apunta por su parte Ana, que en esta nueva versión es muchas madres diferentes.
Una madre que llega equivocadamente de la India, adicta a pasearse en elefantes blancos con un amante negro; una madre “concheta” que viaja por todo el mundo y no registra demasiado a su hija; una madre de barrio, de origen humilde, que se hace cargo de la cantidad de hijos que tiene su hija; una madre judía, muy protectora; otra que está muerta, a la que su hija se acerca para decirle todo lo que piensa sobre ella; una que se mimetiza con la hija, quiere ser igual a ella; la sufriente, con una hija un poco desprejuiciada y promiscua; y finalmente una actriz de Holywood, que triunfa en los Estados Unidos.
¿Con cuál de todas esas madres se siente más identificada Ana Acosta? “Digamos que tengo lo bueno de la idishe mame, que tiene que ver con una protección, un cuidado, el estar siempre y también el otro costado de la recriminación, de lo estoy haciendo por vos. Y tal vez algo de la actriz, en cuanto actriz pero no como persona. Ahí hay algunas cuantas cositas que cuando las digo pienso, esto me cae bien a mí también”.
¿Y con cuál de todas esas madres identifica Talía a la suya? “Creo que tiene un poquito de todas, y por eso me pega tan fuerte la obra. En sí no es parecida a ninguna, pero cada una tiene ciertos aspectos o contestaciones que digo, Ah, esta es mi vieja, no es el personaje, acá me lo está diciendo desde mi vieja. La veo reflejada un poco en todos esos personajes”, señala por su parte Talia.
Luego de pasar por la experiencia del streaming, el zoom y las diversas formas del trabajo a distancia, el regreso al teatro presencial reconforta al público tanto como a los artistas, agradecidos de poder subir al escenario para hacer lo que más les gusta.
“Con las chicas de El show de la menopausia [Marta González, Emilia Mazer, Claribel Medina, Ernestina Pais] hicimos un streaming lindísimo, pero la verdad es una experiencia por la que no me gustaría volver a pasar. Digamos que el teatro es presencial, si no está el otro no existe. Sobre todo, cuando hacés comedia, vos estás acostumbrado a que con tal chiste la gente se ría, pero eso no existe en el streaming, es como estar tirando agua a un balde agujereado”, señala Ana.
En ese sentido, el regreso a los escenarios con Casa Matriz es también la celebración del teatro presencial, con toda la novedad y las dificultades que implica transitar por los protocolos de esta nueva normalidad.
“La primera función fue espectacular, y a la vez fue muy intenso salir y ver a todo el público con barbijo, no verles las caras; y con los aplausos, no escuchar los bravo, los chiflidos, los gritos, todas esas cosas que levantan mucho y por ahora dejaron de existir. Igualmente, para mí fue muy importante estrenar una obra con mi vieja, y además que sea en una sala comercial. Entrar a un teatro con un escenario tan grande. Una alegría inmensa, una felicidad extrema, tanto para nosotros como para todos los que pudieron volver al teatro”, reflexiona Talía
“Para mí, siete meses sin estar sobre un escenario fue casi fatal. Creo que el teatro es sanador, porque te conecta con el otro, porque por un rato te ponés en la piel de otra persona, te saca del problema que sea que estés viviendo en ese momento. Y la risa, la carcajada, liberan endorfinas y te dan una mejor calidad de vida. Creo que tenés más posibilidades de contagiarte en el supermercado chino que en el teatro”, concluye Ana.
PARA AGENDAR
Casa Matriz. Todos los viernes, a las 19.30, en el teatro Picadilly (Av. Corrientes 1524). Entrada general, 800 pesos (sólo por Plateanet).
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