
"¿Alguien va a tomar en serio al Colón?"
Quien fue director del Primer Coliseo durante el gobierno de Alfonsín, considera que desde la década del 60 la sala atraviesa un largo y lento proceso de declinación
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“La ley de autarquía del Teatro Colón tiene problemas gravísimos para la gestión que van más allá de lo racional”, dice Ricardo Szwarcer, un señor con un apellido complicado, pero con ideas claras. “Celebro que el Colón esté abierto pero está todo muy lejos de cómo debería funcionar”, dispara en otro momento este gestor cultural argentino que desde hace 21 años trabaja en Europa.
Ricardo Szwarcer es un gestor cultural de peso. De hecho, luego de su paso por el Teatro San Martín, en 1986 lo designaron director general del Teatro Colón. Tres años después, con la hiperinflación alfonsinista, partió a Europa. En Francia fue director de la Opera de Lille y recibió el premio "Victoire de la musique" a la mejor producción lírica francesa. Actualmente es el director del Festival Grec, el encuentro escénico y musical más importante de Barcelona. Y aunque el último registro estadístico de la SGAE sostenga que del 2008 al 2009 el teatro en España perdió a un millón de espectadores, el Grec tuvo un record histórico de asistencia. Szwarcer lo hizo.
Sé que estuvo en el Colón estos días, ¿con qué se encontró?
-Encontré al teatro abierto y eso es un gran logro porque hay muchas salas que se cerraron y nunca se volvieron a abrir. Queda por hacer lo que desde siempre queda por hacer: un régimen fundacional en materia de reglamento de trabajo, objetivos, organización... La época de oro del Colón fue en los 60 y, a partir de ese momento, comenzó una lenta declinación con algunos picos. Lo de ahora es una versión degradada de aquel modelo porque cambió el panorama internacional. Antes, la economía podía permitir que los artistas vinieran todas las veces que se quisiera porque se les podía pagar. Ahora no se puede repetir ese modelo sin replanteárselo.
Continúa: "Un teatro de ópera es un instrumento diseñado para proyectar una imagen internacional, no está construido para Recoleta. Si con el Colón no se alcanza esa proyección internacional hay un problema grave porque estamos usando a ese instrumento para uso doméstico. ¿Cuál sería la proyección internacional del Colón? ¿Traer a fulano, que cuesta tanto? Eso lo hace cualquier sala que tenga presupuesto. Lo que pasa, y eso hay que reconocerlo, es que la dinámica de la comunicación sigue funcionado a partir de quién viene este año".
-Y a esa dinámica se le suma el debate sobre si el Colón debe seguir el modelo de fábrica o pasar a un modelo importador de producciones operísticas.
-Estaría genial que el Colón se insertara en un circuito internacional de coproducción porque significaría que está cumpliendo con esa misión de proyectarse. Algunas veces vendrán obras, algunas veces irán obras. Hasta ahí, perfecto. Yo voy un paso más allá. En la Argentina hay un potencial artístico muy importante. Hay de todo y lo que más hay son directores de teatro. No veo por qué no podemos fabricar la ópera completa, con repertorio nacional o internacional, pero con nuestra impronta artística. Hacia eso deberíamos apuntar. Hay que movilizar todo el campo creativo nacional para generar una manera de hacer repertorio. Eso, hasta ahora, no se hizo. O si se hizo, fue a cuentagotas y yo me anoto una: Mahagonny (ver aparte) .
En sus análisis sobre el Teatro Colón repara en la ley de autarquía que rige su funcionamiento. Sus dichos toman actualidad porque en estos momentos el Ejecutivo está preparando un proyecto similar para el Complejo Teatral de Buenos Aires. "La ley del Colón tiene problemas gravísimos para la gestión que van más allá de lo racional, tiene vicios insalvables. Que un representante de los trabajadores integre la dirección es algo que no existe en ninguna parte en el mundo. Los teatros funcionan dirigidos por una persona que, sin autoritarismos, pone en juego sus ideas", dice.
-¿Se lo comentó a Hernán Lombardi, ministro de Cultura?
-Claro. Hay que darle manos libres a la gestión y tener todos los controles necesarios. Lo que no se entiende es el motivo por el cual tenemos que inventar un esquema así si se podría haber copiado uno bueno. Habría que haber hecho un estudio antes de promulgar la ley con participación de especialistas, pero no se hizo. ¿Cómo puede salir bien algo gestado así? ¿Alguien va a tomar en serio el tema del Colón?
El nombre de Szwarcer sonó antes de la designación de Pedro Pablo García Caffi. Para consultarlo sobre temas de gestión lo llamaron durante las administraciones de De la Rúa, Ibarra, Telerman y Macri. Cuando se encontró con De la Rúa, le dijo: "con el Colón usted puede no hacer nada y dejarlo así. Claro que dentro de unos 20 o 30 años va a haber un elefante blanco en la avenida 9 de Julio que nadie va a saber cómo funciona ni para qué sirve. Va a perder sentido. Entonces, va a venir alguno a decir que sería bueno poner ahí... un shopping. Para cambiar eso tiene que entrar un equipo consolidado que construya un modelo y tiene que existir la vocación política para sostenerlo y pagarle lo que se le debe pagar. Ahora la ley dice que el tope para director general es de 6 mil pesos y monedas. Es una ridiculez. Hacerse cargo del Colón es un trabajo que requiere una enorme experiencia y entrega. Si hay una desvalorización tan grande del cargo máximo ejecutivo, no hay valorización del lugar y de lo que se puede hacer con él. Que se entienda: no hablo de dinero, hablo de valor. ¿O se piensa que cualquiera se mataría por ocupar un cargó ahí?
-Algunos, sí.
-De ser así entonces no puede ser que el poder público especule con eso. ¡A ver si escuchamos el valor que las cosas tienen! Celebro que el Colón esté abierto pero está todo muy lejos de cómo debería funcionar. Hay que levantar la mira, no se puede poner un tío y listo. Eso sí, el tipo que le pegue la vuelta al Colón tendrá una proyección inmensa en esta sociedad porque el Colón es el símbolo más grande. Si el teatro encuentra la cuadratura del círculo y se proyecta va a dejar de ser la catedral para transformarse en algo mucho más dinámico.