Algo más que una historia del teatro
A partir de su vasta experiencia como catedrático en la EMAD (Escuela Municipal de Arte Dramático), y como director, maestro de actores y dramaturgo, Roberto Perinelli (Buenos Aires, 1940), ha elaborado dos rotundos tomos de Apuntes sobre la historia del teatro occidental, editados por el Instituto Nacional del Teatro. El primero, de 384 páginas, abarca desde Grecia hasta fines de la Edad Media; las 678 páginas del segundo van del Renacimiento al clasicismo francés. El objetivo del autor excede la habitual recopilación de fechas y títulos: es un intento (logrado con creces, por cierto) de ofrecer el panorama más amplio de cada época, mostrando cómo los temas, los estilos y las convenciones responden, en la escena, a los mitos fundacionales, a las circunstancias políticas y económicas, y a lo que las diversas sociedades europeas – francesa, italiana, española, inglesa – se fueron proponiendo como ideales de dominio y expansión; y también a los tiempos de inevitable decadencia.
La minuciosa indagación nace de la inquietud del autor así expresada en la introducción a este formidable trabajo: "Nuestro tránsito por la enseñanza teatral durante casi un cuarto de siglo nos ha proporcionado un índice desalentador: el alumno trae al aula de la escuela o del taller de arte dramático una insuficiente, a veces nula formación histórica". Añadiríamos, por nuestra cuenta, que esa ignorancia no sólo se refiere a "los grandes acontecimientos que han producido cambios en el transcurso de la civilización occidental", sino que llega también a la propia historia patria. Otros textos se ocuparán de paliar este desfase (no es el único) en la formación de nuestras nuevas generaciones: el libro de Perinelli le será también útil a quien –a cualquier edad y en cualquier disciplina– desee tener a mano un resumen de la cultura occidental, con una infrecuente amalgama entre la concisión y el detalle ameno.
En particular, el segundo volumen ofrece un panorama amplísimo de dos momentos fundamentales en la historia del teatro, que en algún punto coinciden: la dramaturgia inglesa isabelina y la española del Siglo de Oro. Capítulos que se leen con el interés que puede despertar una buena novela, pródigos en precisiones y anécdotas, sin perder el lazo con nuestra realidad criolla. Así, Perinelli reproduce las palabras que Bartolomé Mitre le escribe a Sarmiento en 1854, acerca de Shakespeare: "¿Quién ha penetrado más hondamente que él en los arcanos del corazón humano? ¿Quién con más sabiduría y profundidad que él ha sabido crear esos tipos inmortales que personifican las pasiones de tal modo que, a no haber surgido de su mente, el hombre no se conocería a sí mismo". Otros admiradores del Bardo fueron Aristóbulo del Valle, Miguel Cané, Santiago de Estrada, Lucio Vicente López… Tiempos aquellos en las andanzas políticas no estaban reñidas con el cultivo (de ahí viene la palabra cultura) de los clásicos, y la mirada al pasado sólo era un trampolín hacia el futuro. Otra valiosa enseñanza que deja el magnífico trabajo de Roberto Perinelli.
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