Alejandro Veroutis, el promotor de artistas que se subió a las tablas
Como jefe de prensa y productor, siempre estuvo al lado de las grandes figuras; ahora trabaja como actor en la comedia Warangas
Los que todavía mantengan en su memoria algún fotograma de la película Zorba, el griego quizá padezcan un inesperado déjà vu cuando se crucen con la alegría verborrágica y desfachatada de "Veroutis", su marca y apellido real terminado en "is", como Onassis. Es una larga historia que podría ser cierta: a principios de los sesenta, un aristocrático señor del mar Egeo conoce en Buenos Aires a una joven escultora en una galería de arte, se casan y tienen un hijo al que llaman Alejandro; el señor vuelve al origen de la civilización; el resto, no; fin. Pero hay secuela, un feliz reencuentro niño y papá gracias a la gestión de Cristina (Onassis) y su amiga argentina Marina Dodero.
"No soy un magnate griego, por favor", rechaza en voz alta Alejandro Veroutis, el gran trabajador: desde los 18, periodista; a los treinta y pico, productor y jefe de prensa; y a los 50, también actor. Casi cuatro décadas para subir de la butaca al escenario, pero siempre en el mismo mundo.
Como el mayordomo culpable, debutó en 2016 en la comedia negra Dinner, en el Paseo La Plaza. Meses después, viajó con el music hall Fontango a Mar del Plata, la ciudad donde desde el viernes pasado integra el elenco de Warangas, con Pablo Sultani y Roberto Peloni (entre muchos más), en la sala Melany, del complejo teatral que gestionan Lino Patalano y Marcelo Marán.
"Me recibí de periodista en el Círculo de la Prensa y empecé a trabajar antes de recibirme, en el diario La Época. Hice de todo, hasta cubrí polo. Pasé por editorial Perfil, el diario Crónica y dirigí la edición argentina de la española La Revista; conozco el mundo popular y el de las elites, aprendí muchísimo. Hasta que en 2000 me dio trabajo Alejandro Romay", dice, en pocos segundos, el verborrágico Veroutis, "fecundo en ardides", dirían sus ancestros. Su voz fluye tan rápido como una locomotora y, a veces, es difícil seguirlo. "Es que mi cabeza va muy rápido, trato de seguirla. Como hablo así, la directora Valeria Ambrosio me propuso hacer el mayordomo de Dinner, que no emitía palabra hasta el final de la obra. Y fijate esto", dice antes de contar que si uno decreta algo, se cumple: "Las cosas pasan. Terminé discutiendo con Romay el casting de Mi bella dama, mi musical preferido. Desde chico, me quedaba mirando las marquesinas y soñaba con, algún día, estar en un teatro. El Paseo La Plaza lo inaugura el mimo Marcel Marceau y yo, en primera fila, al lado de Mirtha Legrand y Daniel Tinayre, decreté que algún día iba a estar en ese escenario. Veinte años después lo logré, con ese mayordomo casi mudo en ese mismo lugar".
Trabajar junto a Romay fue la entrada a un bazar con todo a mano y del lado de las decisiones, de los proyectos, de los viajes, del riesgo y la apuesta. "Si estás en esta profesión y no te divertís, dedicate a otra cosa" era la frase de cabecera. "Romay te permitía opinar, proponer, largas sobremesas de charla. Puedo decir que hacer el musical Víctor Victoria con Karina K en lugar de Nacha Guevara fue idea mía", dice Veroutis, como si cada cosa que lo emociona hubiera pasado hace cinco minutos. "Era maravilloso. Alejandro (Romay) veía a la persona, veía el potencial. No le tenía miedo al fracaso porque sabía que, tarde o temprano, el éxito iba a llegar. Compraba títulos para que no le ganaran de mano y después no se hacían. Tenía un sueño: hacer toda una manzana teatral, en el barrio de Constitución, con salas para todos los géneros; donde había baldíos, quería poner un teatro, construía y producía obras, las dos cosas. ¡Era un Quijote, el último Quijote del teatro! Hoy como Romay no hay nadie", dice, arrojando al viento un título.
A la manera de una película en la que cada objeto y palabra retumbarán con fuerza al final, Veroutis despliega flashbacks como escenas premonitorias: un vigoroso Romay, que había comprado el diario Síntesis (donde hoy funciona revista Pronto), donde trabajaba la crítica de arte Caty Beltrán, lo alza en brazos y dice: "No sé si vas a ser periodista o actor". "Es que mi mamá me llevaba a la redacción igual que a los teatros, al cine, a las exposiciones y museos. Y era ama de casa y me crio sola", cuenta sobre Caty.
Profesional de la promoción de figuras como Martín Bossi, Fátima Florez y Mora Godoy, para Veroutis el talento siempre se impone. Sin embargo, hay un inasible que viene del cielo y es "el ángel", eso que la gente compra, pero que nadie sabe dónde se vende. Ejemplos hay a montones. "Susana Giménez no canta ni baila, pero hizo La mujer del año y la gente la amó sobre el escenario. Ese es el misterio del teatro, obras que llenan y otras que no; y no sabés por qué, sean o no figuras populares. Éxitos en la tele no garantizan un suceso teatral: Soledad Silveyra y Osvaldo Laport la rompían en Campeones y, sin embargo, El cuarto azul, con ellos desnudos, fue un fracaso. Cuando Enrique Pinti empezó a hacer tele, le bajó el público; Antonio Gasalla la rompía con Más respeto que soy tu madre, se fue con Tinelli y la hundió".
Mezcla de Sófocles y Aristófanes, tragedia y comedia, como lo definió Nacha Guevara, Veroutis es una de las novedades del night show Warangas, que se presenta en Mar del Plata, después de un año en el Camarín de las Musas y en el Maipo Kabaret. Dirigido por el ganador del Hugo de Oro, Roberto Peloni, es un homenaje al varieté, el music hall, el café concert, números musicales, locura bizarra de otros tiempos, la Mujer Barbuda y el Adivino, con Peloni y el también premiado Pablo Sultani, la cantante Ana Devin, la actriz rosarina Celeste Campos, la coreógrafa y bailarina Georgina Tirotta, los arreglos vocales del director de Vocal 5 (Raúl Oliveira), y la participación especial de Alejandro Veroutis en su tributo a Gasalla, Pinti, Perciavalle, Cipe Lincovsky y muchos más. "Dicen que cuando te subís al escenario ya no podés bajarte más, es una droga. Pensar que mi mamá quería que estudiara una carrera seria, que no fuera actor porque tenía miedo que terminara puto... Lo que es la vida", dice con su sonrisa cinematográfica.
Warangas
Dirigida por Roberto Peloni
Viernes y sábados,a las 22. En la sala Melany, San Luis 1750, Mar del Plata
Entradas, $400