Abian Vainstein, un actor muy requerido con mil vidas fuera del escenario
Se destaca en teatro, en cine y TV, pero además fue DT de fútbol en los EE.UU., pulidor de diamantes y trabajó con Corman
Si todavía no vio actuar a Abian Vainstein, conviene que haga la prueba cuanto antes. Sobre el escenario, este actor versátil y experimentado despliega una potencia arrolladora. Fue el motor de La fiesta del viejo, una obra intensa y emotiva que se transformó en un fenómeno de convocatoria y saltó del off a la calle Corrientes y a los festivales internacionales. Y es también una pieza clave de Alfa, escrita y dirigida por Felicitas Kamien, que también se plantó como suceso en el circuito alternativo.
Vainstein tiene una carrera extensa y una vida personal de película: trabajó en un film de Roger Corman y en uno de los mayores éxitos de la historia del cine argentino: Relatos salvajes; vivió en Brasil, los Estados Unidos e Israel -y habla portugués, inglés y hebreo-; fue empapelador, pulidor de diamantes, director técnico de fútbol masculino y femenino en el ámbito de las high schools norteamericanas; ganó los premios María Guerrero y Florencio Sánchez; estudia kaballah y astrología. Y ha construido toda su carrera en voz baja, artesanalmente, aun cuando una de sus aspiraciones más importantes sea de dimensiones titánicas: "Quiero estar nominado para un Oscar. Ese es hoy mi sueño", dice este hombre bajito, locuaz y expresivo que se puso contento cuando recibió la llamada para esta nota. "Bueno, se ve que existo", confiesa que pensó ese día. "Sé que puede sonar medio cholulo, pero la verdad es que disfruto mucho el reconocimiento. Me hace sentir que me tienen en cuenta. Me pone feliz el aplauso del público, ganar un premio, que me hagan una entrevista", completa.
La relación de Vainstein con el teatro comenzó en 1977, cuando tenía 22 años y empezó a estudiar con Lito Cruz por consejo de Horacio Treger, un primo que era galán de telenovelas y que en los años 80 fue parte del reparto de El Rafa. En 1981 se fue del país porque no conseguía trabajo. Su idea era formarse en el Actor's Studio, pero nunca llegó a Nueva York. Antes hizo una parada larga en Brasil, donde se casó, y después se instaló unos años en San Francisco, California. "Vendí todo lo que tenía en Buenos Aires y salí a la aventura. Era gerente de una fábrica de muebles de cocina, tenía un auto y una moto, vivía en un lindo departamento en Vuelta de Obligado y Republiquetas, lo pasaba muy bien. Pero me gustaba mucho actuar y acá no había caso".
La pasión por la profesión que hoy felizmente ocupa buena parte de su tiempo se reafirmó cuando vio en acción a Alfredo Alcón en Panorama desde el puente, dirigida por Carlos Gandolfo, en el Astral. Con los años se enteraría de que Alcón había nacido un 3 de marzo, igual que él, y lo tomaría como una especie de guiño del destino. "Tuve la oportunidad de conocerlo cuando trabajé en una versión de La tempestad que se estrenó en el San Martín. Era, además de un actor extraordinario, un tipo con un gran corazón, con una bondad y una sabiduría que muy poca gente consigue tener. Fue un tocado por la varita mágica, claramente. Y una persona muy generosa".
Para foguearse, Vainstein trabajó unos años como doble de riesgo, en películas clase B producidas por Roger Corman y dirigidas por el argentino Héctor Olivera como Barbarian Queen, con Lana Clarkson, la actriz y modelo por cuyo asesinato fue condenado a prisión Phil Spector, y La muerte blanca, una coproducción con actores argentinos -Federico Luppi, Rodolfo Ranni- y norteamericanos -John Schneider, el de Los Dukes de Hazzard-. En Cocaine Wars vivió una situación que hoy rememora como muy divertida. "Entré con un compañero a un camarín donde había un catering. Teníamos un hambre bárbara, pero cuando quisimos agarrar algo una chica nos preguntó si éramos actores de la película. Estábamos con la ropa de guerrilleros porque éramos dobles de riesgo. Como no formábamos parte del elenco oficial, no nos dejaron comer nada. Luppi estaba cerca, vio toda la situación y nos dijo: 'Yo que ustedes, me mando a mudar'. Y eso hicimos. Sin avisarle a nadie, nos fuimos a la parada del 57, después tomamos el subte en Palermo y terminamos comiendo un plato de ravioles y un bife de chorizo en Pippo. Muchos años más tarde, en 2010, me lo crucé a Luppi en Fase 7, de Nicolás Goldbart, y nos reímos de esa anécdota".
Hoy, Vainstein vive un buen momento profesional: fue parte del elenco de la serie Monzón (por Space); se luce en Alfa, está a punto de salir de gira por España con La fiesta del viejo y encarna a Joseph Blatter, el presidente de la FIFA que en octubre de 2015 tuvo que dejar ese cargo en medio de un escándalo por corrupción cuyos entretelones contará otra serie, El presidente, una producción de Amazon Prime dirigida por Armando Bo.
Alfa y La fiesta del viejo, asegura convencido, son hasta hoy los desafíos más importantes de su carrera. "El trabajo que hicimos con Felicitas Kamien y mis compañeros de elenco en Alfa fue muy intenso. Trabajamos más de un año y medio de ensayos. Hago a un hombre desesperado en un contexto especial, porque parece aproximarse el fin del mundo. Es un apasionado de la ciencia, pero las cosas no le salieron del todo bien y está en serios aprietos económicos. Quiere recuperar lo que perdió de la forma que sea. Es sobre los vínculos familiares, el amor, el poder".
En La fiesta del viejo, se pone en la piel de un veterano presidente de un club de barrio, un inmigrante polaco que llegó a la Argentina después de perder a toda su familia en la Segunda Guerra Mundial. "Carga con un gran dolor y, además, está senil. Fernando Ferrer hizo una gran relectura de El rey Lear. Fue un proceso diferente al de Alfa, más reducido e intenso. Ensayamos cuatro meses y estrenamos. La obra fue creciendo mucho, como suele ocurrir. Siempre les digo a mis compañeros el primer día que ensayamos: 'Memoricen bien este punto de partida. Y después comparen con el día del estreno. Se van a dar cuenta de todo lo que logramos juntos'".
En el currículum de Abian hay mucho trabajo en teatro: La noche de la iguana, en El Ateneo, con Oscar Martínez, Mirtha Busnelli, Jorge Luz y Susú Pecoraro; El jardín de los cerezos, en el Paseo La Plaza; El relámpago, de Strindberg, en el Cervantes; La gaviota, de Chejov, en el San Martín. Y también un buen recorrido en cine: Relatos salvajes, Silvia Prieto, Sol de otoño, Felicidades, Los Marziano.
Pero aun con esos antecedentes y atravesando una buena etapa, él sabe que no puede dormirse en los laureles. "Es una profesión muy difícil. Ahora tengo una continuidad de trabajo, después de muchos años de remarla. A algunos les ocurre pronto, otros tardamos más. Pero son ciclos. El común denominador para los actores es la escasez de trabajo. Y hoy ese problema ha recrudecido, me doy cuenta cuando miro a mi alrededor: está lleno de colegas sin laburo. Yo estoy teniendo suerte, así que tengo que concentrarme en aprovecharla".ß
Alfa
De Felicitas Kamien.
Sábados, a las 20.30.
El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960
Entradas, 400 pesos.
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