El músico, que agotó las localidades de sus conciertos en el Tronador, se subió a ese mismo escenario para compartir un momento junto a Facundo Arana, Guillermina Valdés, Fredy Villarreal y Maxi de la Cruz, los protagonistas de la pieza basada en el recordado film de Alfred Hitchcock
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MAR DEL PLATA (enviado especial).– Las temporadas de Mar del Plata tienen esas cosas. No es la primera vez que un artista sorprende al público apareciendo inesperadamente sobre el escenario de un espectáculo que no es el propio. Esta vez, no se trató de un actor o una actriz, sino que el cantante Abel Pintos fue el invitado por el elenco de Los 39 escalones para compartir algunas escenas de la pieza, generando una ovación en la platea del Teatro Tronador, ubicado sobre la calle Santiago del Estero, en pleno centro de la ciudad.
La obra, una variación de aquello que planteó Alfred Hitchcock en el clásico del cine, está dirigida por Manuel González Gil y protagonizada por Facundo Arana, Guillermina Valdés, Fredy Villarreal y Maxi de la Cruz. La temporada se lleva a cabo en la misma sala donde el cantante ofrece, de lunes a miércoles y sólo durante enero, su nuevo concierto.
Ovación
La función de Los 39 escalones comenzó con absoluta normalidad, apostando a esa vorágine de cuadros y multiplicidad de personajes que se desplazan por el escenario de boca interminable de la bella sala puesta en valor y de la que Plan Divino, la productora de Abel Pintos, tiene injerencia. Además, el Tronador es sede del Teatro Colón porteño, razón por la cual en su hall de acceso hay elementos escenográficos y de vestuario en exhibición.
Una vez transcurridos varios cuadros, promediando el espectáculo, un nuevo actor irrumpió en escena. Enfundado en un traje, similar al que luce el personaje de Facundo Arana, y sombrero bombín, el ídolo subió al escenario y comenzó a desandar su parlamento. Al ídolo le tocó jugar una escena a media luz, donde la platea está ambientada con baúles de época que simulan ser los asientos de un tren. Dudas, confusión, segundos de incertidumbre hasta que el público lo reconoció y estalló la esperada ovación ante ese “pasajero” inesperado.
Si bien se trata de un texto plagado de humor, el tono policíaco y de suspenso es todo un desafío para los intérpretes, prueba de la que Abel Pintos salió indemne. ¿Y si comienza una nueva era en la vida artística del músico? No faltó quien ya lo viera en El violinista en el tejado, interpretando al partenaire, muy joven, por cierto, de la bella casamentera de Hello, Dolly! o calzándose las botas de taco aguja en Kynky Boots.
Los 39 escalones es un texto escrito por John Buchan y Alfred Hitchcock, en la que se marida un texto de espías, el suspenso policial y un humor delirante. La pieza tiene como disparador un crimen, la persecución de una organización mafiosa y, por supuesto, un entramado de polleras. El material, una de las propuestas que pueblan el verano marplatense, ya se vio en capitales teatrales como Londres, Madrid y Broadway, cosechando premios como los codiciado Tony y el Laurence Olivier, que premian a lo mejor del teatro internacional.
Ritual
Ganador de varios premios Gardel, Abel Pintos es hoy un artista muy codiciado, que viene de hacer una seguidilla de funciones en temporada en el teatro Opera porteño y que alterna el verano marplatense con las galas en los principales festivales musicales del verano que se distribuyen a lo largo y ancho del país, agotando las localidades de cada encuentro.
La actual temporada marplatense del intérprete de “Cien años”, que abarca doce conciertos, agotó sus diez mil tickets disponibles antes del estreno ocurrido el pasado lunes 2 de enero.
Luego de la función, Arana, Valdés, Villarreal y de la Cruz compartieron un momento con Abel Pintos donde, no sólo le agradecieron la presencia, sino que lo impulsaron a continuar en el camino de la actuación. De hecho, en el show que presenta este año en Mar del Plata, el cantante no se priva de darle ficcionalidad a varios de sus temas. Vestuario y movimientos de atmósfera retro y elementos de utilería como un teléfono de época, le permite a Abel Pintos jugar con la actuación en varios tramos de su concierto. También con los movimientos de su cuerpo, que recuerdan a Sandro, el músico apuesta en comunicar más allá de su voz.
La escalera mecánica que conduce del foyer del Tronador a la vereda de la calle Santiago del Estero, se convierte en una puesta escenográfica para que los integrantes de Los 39 escalones se acerquen a saludar a los espectadores. Muchos se ilusionaron con la presencia en la calle del propio Abel Pintos, siguiendo el ritual de sus compañeros, pero no sucedió. Ya había sido suficiente con la magnífica sorpresa arriba del escenario.
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