Tangos lisérgicos de Acho Estol
El autor de los temas de La Chicana presentó su disco solista, Buenosaurios
La Chicana y Buenosaurios. Dolores Solá, voz; Acho Estol, dirección y guitarra; Patricio "Tripa" Bonfiglio, bandoneón; Patricio Cotella, contrabajo; Pablo Clavijo, violín, y Federico Telechea, percusión. Teatro IFT, Boulogne Sur Mer. Nuestra opinión: buena.
Cuando la guardia nueva del tango amanecía allá por mediados de la década del noventa (las agrupaciones jóvenes se podían contar con los dedos de la mano), Acho Estol fue uno de los primeros que se animó a componer y mostrar sus propios tangos con su conjunto La Chicana junto con la cantante Dolores Solá. Estol aparecía como un profeta maldito del tango en el desierto de compositores, pregonando los versos de una lengua muerta para las nuevas generaciones. Por eso, su imagen en 2010 resulta referencial para la generación actual del tango y para un público que buscaba puntos de contacto con un género que le parecía culturalmente demasiado lejano. Quizá, por eso, en una noche fría de invierno en las calles perimetrales de Once, lo que iba a resultar la segunda presentación formal de su disco en solitario Buenosaurios , en el Teatro IFT, se transformó en una celebración colectiva de su cancionero urbano.
Respaldado por su grupo La Chicana y una "catarata de invitados" -"el Tata" Cedrón, "Palo" Pandolfo, Antonio Birabent, "Cucuza" Castiello, Brian Chambouleyrón, Pablo Dacal, Hernán Lucero y Alfredo Piro, que participaron en el disco-, Acho Estol logró juntar todas las piezas del tango en los últimos diez años, que de alguna manera lo formaron y acompañaron en este tiempo de creaciones nuevas. Como ejemplo bastaría el tema "Putas flacas", cantado por Palo Pandolfo. Una canción escrita por Acho que podría haber sido uno de esos tangos exiliados en el rock de Los Visitantes: "Cara marcada, mala profecía, cuenta vencida, cumbia programada, merca cortada, pólvora mojada, por poca plata sólo hay putas flacas".
Ante un público propio y entusiasmado La Chicana, con la voz de Dolores Solá al frente, recorrió canciones de sus cuatro discos, en su gran porcentaje escritas por Acho Estol. El fraseo entre reo y aguerrido de Solá es perfecto instrumento para diseminar esas postales lisérgicas y urbanas: "La panza de Buda y la mano de Dios se confabularon para que encontrara tu mirada angosta en un campo de arroz" ("Muñequita china").
La falta de claridad en el sonido del teatro deslució varios tramos del recital, ya que no permitió disfrutar a fondo de las letras. Sin embargo, el segmento dedicado a Buenosaurios sirvió para demostrar el alcance en otras voces y en otras tribus que pueden llegar a tener los tangos de Estol. El lirismo crudo y surreal de sus canciones -tangos, valses, milongas- les queda tan bien a cantores clásicos, como Castiello, Piro o Lucero; a rockeros, como Birabent y Pandolfo, o incluso a íconos malditos, como "el Tata" Cedrón.
Es tiempo de reivindicar a Estol como un eslabón fundamental entre el tango de ayer, de hoy y de mañana.