
Tango que me hiciste bien
Nuestra opinión: Bueno. "Tan golpeando", por el grupo La Chicana: Dolores Solá (voz), Acho Estol (guitarra y dirección musical), Juan Valverde (flauta, saxo alto y guitarra) y Pau Navajas (percusión). Puesta en escena:Alejandro Ullúa. Todos los viernes, a las 23.30, en Opera Prima (Paraná 1259).
La mujer encara para el final del pasillo y se queda mirando por la ventana, con la mirada perdida. Sola. Vestida con una bata, una enagua y una boa de plumas. Con un gesto dolido, al borde de la lágrima, empieza a cantar contra el hombre que la dejó amurada. Plantada en el medio de la vida, se pregunta: "¿Qué querés con ese loro?" Y canta en puro lunfardo.
El tono tragicómico consigue la inmediata adhesión de los que ocupan las mesas. La ficción se mantiene. Dolores Solá no se sale del personaje y el resto de La Chicana tampoco, hasta el pedido de bis. La búsqueda teatral del grupo conseguirá un nuevo giro para reconstruir una época y un repertorio que se nutre con el lenguaje reo:el centro de atracción de esta nueva camada de tangueros. "La mina del Ford" reúne todas las condiciones para que Dolores Solá haga gala de su juego interpretativo, donde se pasea entre un tono de bacanaje y el estilo más orillero. Bien a la porteña, va desgranando un tango que promueve el retrueque de Acho Estol en "Canchero". El músico exhibe una voz de fibra rockera, que se había insinuado en los arreglos de guitarra. El murmullo ciudadano del bandoneón invitado de Cacho Vidal es un complemento.
Los espacios aprovechados, en un lugar reducido, por la puesta de Ullúa y el clima especialmente trabajado en cada tema le suman otro ingrediente atractivo al espectáculo. Con el tango de Discépolo "Qué va chaché", las virtudes y la línea musical del grupo quedan expuestas.
Dolores Solá luce un timbre emocional y áspero, a la manera de Rosita Quiroga (con problemas de dicción). Y el envolvente dúo de guitarras que forman Estol y Valverde combina ductilidad, punteo y fuerza (hasta el punto de descuidar los convencionalismos del género).
La cantante husmea con su cuerpo en las mesas. Y hace recordar a esa camada de cantoras actrices que aparecieron con fuerza en la década del 20. Luego saca a una persona del público _que en realidad es un bailarin camuflado_ para danzar al estilo de antes "Milonga de mis amores".
Subrayan su acercamiento directo a los orígenes del tango. A ese costado negro que vibra en la pulsación de la guitarra de Estol, en las ráfagas imaginativas de Valverde y en una percusión con sabor rioplatense. Con una mirada sin nostalgias y aproximada al humor, el grupo establece su conexión con este género. Así lo expresan, con un manojo de gemas: "Gorda", "Baldosa floja", "Oro y plata", "Malevaje", "Sol tropical", "Como abrazado a un rencor", "Cuesta abajo", "Tinta roja" y "Por una cabeza".
El pulso de este tango sigue vibrando en La Chicana. Una formación que recorre los callejones de un tango todavía oculto que se convierte en el sello distintivo de esta agrupación nueva.
Lo original es haber encontrado una manera de hacer tangos del 30 a fines de los 90, sin sonar a disco de pasta.