Susana Giménez, Huberto Roviralta y el cenicero: el inolvidable escándalo de la farándula argentina
La hija de Susana Giménez hizo una parodia de las declaraciones de su madre después de uno de los episodios más recordados de su vida amorosa: el cenicero que le lanzó a uno de sus exmaridos, Huberto Roviralta, en su casa de Barrio Parque diez años después de un fastuoso casamiento en el hotel Alvear.
El video de Mecha se convirtió en furor en las redes sociales tanto como la repercusión del hecho que sucedió el 11 de febrero de 1998. Internet todavía era una incógnita recién instalada en el mundo mientras que la televisión venía monopolizando desde años la atención del público. Una multitudinaria guardia periodística con camarógrafos y fotógrafos registraron todo lo sucedido aquella mañana de verano. La jugosa noticia se convirtió en el único tema de conversación durante unos días y recuerdo memorable de la farándula argentina .
Susana se casó con Roviralta el 5 de diciembre de 1988. Él era un polista venido a menos que vivía en un dos ambientes en Posadas y Ayacucho y manejaba un Fiat 147. Todo cambió cuando se conocieron en una fiesta en el hotel Alvear. Ricardo Darín había sido su última pareja. Los dos estaban solos y al mes de conocerla, Huberto le propuso matrimonio.
La boda se celebró en el mismo lugar donde se conocieron. Con una fiesta para quinientos invitados, Susana lució un vestido de novia diseñado por Elsa Serrano. Era un modelo inspirado en Scarlett O'Hara, abultado y repleto de detalles. De luna de miel se fueron al Caribe y tuvieron una convivencia amable durante diez años.
El 30 de enero de 1998, un día después del cumpleaños de la diva, la pareja acordó los términos del divorcio en Miami. Roviralta regresó enseguida a la Argentina mientras que Susana se quedó allí hasta principios de febrero. Ya estaban separados.
La mañana del 11 de febrero de 1998, la reina de los teléfonos volvió de Miami a su casa y se encontró con que Huberto todavía seguía instalado ahí. "¡Ladrón! ¡Hijo de p…! ¿Cuándo te vas a ir de acá? Andate", se la escuchó gritar desde la calle apenas entró. Las cámaras transmitían en vivo por televisión. Unos minutos después, Roviralta salió a la calle para mostrar la evidencia de la discusión: un golpe en la nariz con la cara ensangrentada. Del escándalo también participó Jazmín, el famoso perro Yorkshire de Susana, que apareció en brazos del polista lastimado.
Unas horas después, llegó Alfredo Cahe, el médico de Susana. Interrogado por los periodistas al salir de la casa, el doctor dijo: "Ustedes conocen el problema. En el estado de ella es normal. La mediqué. A él le puse una venda en la nariz". A las cinco de la tarde, Roviralta volvió a su antiguo departamento de Recoleta y al domicilio de la conductora llegaron su hija con su marido, Teté Coustarot y los productores de Telefé.
La rubia eterna se mantuvo en silencio hasta el día siguiente cuando convocó a una conferencia de prensa a las siete de la tarde en el salón Pompadour del Alvear -hoy hubiera usado Instagram-, el hotel testigo de los momentos clave de la ex-pareja. Con anteojos oscuros, Susana comenzó diciendo que no quería hablar: "No es justo ventilar mi vida privada, pero no puedo más. Chicos, paremos un poquito con las fotos. Lo que voy a hacer ahora es muy difícil. Necesito descomprimir porque así no se puede vivir".
Susana respondió a todas las preguntas. "¿Si Huber lo hizo para sacarme plata? Quizá debe haber un interés, sí. Pero jamás hablamos entre nosotros de una cifra. No hay acuerdo prenupcial. Hace mucho que trato de salvar la pareja viviendo humillaciones. Y sí, pudieron ser infidelidades". Sobre la nariz ensangrentada, la conductora dijo: "Huberto me empujó, trató de agredirme y yo me defendí. Le tiré con un cenicero. Fue una discusión de cosas privadas, inherentes a un divorcio. La situación se me escapó de las manos. Fue humillante y vergonzante. Pero cualquiera de ustedes puede haber pasado una discusión violenta".
En la demanda de divorcio, Huberto reclama la mitad de la fortuna de su esposa que, en ese momento, era de unos cien millones de dólares. Ella se niega y después de una larga batalla legal, el polista al fin consigue que Susana le firme un cheque por diez millones de dólares.
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