Sunset Boulevard: el ocaso de una vida, el sueño de una mujer
Este gran musical se estrena en Buenos Aires, con Valeria Lynch como Norma Desmond, dirigida por Claudio Tolcachir
Avanzaba la década del 90 y sobre un escenario de Broadway, la gran Betty Buckley componía uno de los papeles consagratorios de su carrera: la increíble Norma Desmond, ese ser descomunal que inmortalizó en 1950 Gloria Swanzon en la película Sunset Boulevard (conocida en español como El ocaso de los dioses o El ocaso de una vida, con dirección de Billy Wilder). Es el mismo personaje que, luego, en escena degustaron Glenn Glose, Patti LuPone, Elaine Paige y Betty Buckley. Y cierta noche, en la platea, una gran artista argentina la miraba con una dosis de asombro y de deseo. Comenzaba allí una historia que empieza a concluir casi veinte años después cuando Valeria Lynch -la artista en cuestión- se ponga en la piel de esa vieja diva del cine mudo, corrida por la llegada del cine sonoro, pero que vive una realidad paralela gracias a la ayuda de su fiel asistente, Max von Mayerling. "Cuando regresé a la Argentina empecé a buscar productores -cuenta Valeria Lynch-. Los visité a todos y cada uno de los más importantes, incluido Lino Patalano. Y con todos encontré la misma respuesta: 'Es muy caro'. Pero el año pasado me encontré con Lino y él mismo me habló de hacer Sunset Boulevard, pero yo no le creí. Lo tomé con pinzas porque ya me había ilusionado una vez y no quería volver a desilusionarme. Pero a las pocas semanas me llamó, me convocó a una reunión en su oficina y me hizo el ofrecimiento formal, contándome que Gustavo Yankelevich se había sumado a la producción y que le parecía que el director debía ser Claudio Tolcachir. Yo sentí que me moría de la emoción. Por primera vez estaba cerca de concretar ese sueño que tanto se postergó, pero que finalmente llega".
Y es totalmente comprensible que una actriz y cantante como Lynch abrazara durante tantos años ese proyecto. El personaje de Norma Desmond es de una complejidad superlativa en lo interpretativo, pero también en lo musical y en lo vocal. "Norma es un ser complejo -aclara Lynch desentrañando a su criatura-. Pero no es tan ajena a cualquiera de nosotros. Para mí ella busca lo que buscamos todos los seres humanos: ser querida, ser reconocida. Pero se encuentra con que en determinado momento de su carrera y de su vida el medio al que pertenece la olvida, la arroja a su vieja mansión en donde solo puede soñar con volver".
Y es que Norma Desmond vive, y sufre, lo que tal vez toda persona vive al llegar a la vejez: la modernidad se le impone cruelmente e, inflexible ella, queda excluida por su propia terquedad. Nuevas figuras, nuevas técnicas actorales, nuevos estilos de películas hacen que ella sobre en una industria que recibía otro dinamismo y otros ímpetus. La Desmond queda desplazada pese a tener una gran fortuna con la que puede mantenerse y seguir soñando: "Yo me pregunto todo el tiempo qué haría si no pudiera seguir cantando o si el público me olvidara. Y cada vez que lo pienso entro en pánico porque realmente no sé qué haría. Y creo que eso que vive Norma es algo que nos pasa a las personas, es un fantasma que nos persigue y acosa".
A diferencia de la protagonista que tiene en su haber una enorme cantidad de musicales (Hair, Rocky Horror Show, Víctor Victoria, El beso de la mujer araña, Evita), el director, Claudio Tolcachir, llega al género con una de las obras más complejas de Andrew Lloyd Weber y se siente más que entusiasmado por el desafío que le significa a su carrera. "Hay algo que a los artistas nos atormenta y es que pasen los años y siempre te llamen para dirigir la misma obra", cuenta eufórico el creador de La omisión de familia Coleman, que ya lleva doce años en cartel. "Dirigís una vez una comedia romántica, es un éxito y te llaman para dirigir otra; dirigís una obra sobre una familia disfuncional e inmediatamente te llaman para hacer otra. Cambian los personajes, cambian las estéticas, cambian los circuitos de producción, pero no nacen nuevos desafíos. Cuando Lino me llamó para dirigir Sunset Boulevard sentí que no sabía cómo hacerlo y eso me encantó. Yo no conocía la obra ni había visto la película. El me contó una de las escenas más locas, la del entierro del mono, y me alucinó. Dije: 'es la obra para mí, para este momento'".
A lo largo de toda la conversación con LA NACIÓN en el Maipo, con una escenografía ya terminada y una puesta de luces en proceso de armado, se percibe entre el director y su actriz protagónica un amor que no se circunscribe únicamente a ellos. "No es simplemente amor. Es también respeto, valoración, admiración. Para mí este personaje es muy difícil y en la mirada de Claudio siento el apoyo y la ayuda que, como artista y persona, necesito para construirlo. No es una obra que yo pueda hacer, como se dice, de taquito. Es muy normal que los artistas nos apoyemos en los registros que más cómodos nos quedan. Pero yo no quiero hacer eso -describe Valeria-. Y así como Claudio aceptó ese desafío como director, yo como artista lo estoy arriesgando todo, porque la partitura es tan compleja que exige un nivel de atención y de precisión vocal increíble, al tiempo que el personaje exige mucho emocionalmente. Y hay que lograr que ambas cosas vayan de la mano".
Por su parte, Claudio Tolcachir cuenta que cuando se reunió por primera vez con esta figura de la canción popular comenzaron a hablar sobre el proyecto y a preguntarse qué querían contar. "Esta obra permite contar la historia de una vieja diva del cine mudo o la historia de una mujer. Nos miramos y nos respondimos al unísono: es la historia de una mujer. Eso es lo que le da universalidad. Porque todos nos preguntamos qué nos sucedería si alguna vez se nos olvida. Y Valeria está haciendo un trabajo muy honesto, que la pone verdaderamente al límite y que hace que como director tenga que estar muy atento para acompañarla en todo el proceso", agrega Tolcachir.
Cuando ambos supieron que querían centrarse en la historia de locura de esta mujer, entendieron que "la verdad" debía ser lo que vehiculizara la escena. "Eso nos iba a ubicar lejos de la pantomima, del gesto grandilocuente, de la escena distanciada. Este musical, a diferencia de muchos otros, carece de cuadros. No es que se actúa y de pronto cambia todo para que irrumpa la música. Más bien, todo lo contrario. Nos pasa a veces que cuando hablamos sobre la obra no especificamos si una escena está cantada o dicha, y eso obedece a que es tan orgánico el momento musical, que nos corre a todos del cuadro", explica la actriz.
La dirección musical de la propuesta es de Gerardo Gardelín, mientras que la coreografía le pertenece a Elizabeth de Chapeaurouge, el vestuario a Renata Schussheim, la escenografía a Jorge Ferrari y las luces a Mariano Demaría. "Era importante rodear a todo el proyecto de artistas de primer nivel que entendieran ese nivel de verdad con el que queríamos trabajar sin que esto nos hiciera perder espectacularidad. Todo apunta a un espectáculo de altísima factura pero no en el sentido de la producción por la producción en sí sino por el nivel de teatralidad con el que cuenta. Es una obra que permite desplegar a todos los lenguajes teatrales a su máxima potencia y hacer un trabajo profundamente honesto que va a conmover y divertir, y mucho, a la platea", concluye Tolcachir, como anticipo de uno de los grandes estrenos de la temporada.
Un staff de talento y precisión
Una producción como esta requería nutrirse de artistas que puedan dotarla de la belleza visual que requiere al mismo tiempo esa potencia dramática que la obra en sí misma tiene. El diseño escenográfico de Ferrario transita entre la mansión de la diva y los estudios Paramount, además de otras locaciones que requiere la trama. Renata Schussheim diseñó un total de 11 trajes que lucirá Lynch. Su vestuario generará un gran movimiento ya que cambiar a cada uno le deberá llevar pocos segundos. Gaspar Scabuzzo dirigirá una orquesta de dieciséis músicos que tocarán en vivo. El elenco es el resultado de audiciones a casi 800 artistas, de los que fueron seleccionados para los roles principales: Mariano Chiesa como Joe Gillis, Rodolfo Valss como Max von Mayerling y Carla del Huerto como Betty. El resto del elenco tuvo que ser aprobado por los dueños de los derechos del musical en su oficina en Londres. Es una gran selección de talentos del musical vernáculo como Mariano Zito, Silvina Nieto, Rodrigo Segura, Walter Canella, Jimena González, Meri Hernández, Patricio Witis, Laura Montini, Cristian Centurión, Mariano Condoluci, Marcelo de Paula, Facundo Magrané, Karina Barda, Belén Cabrera, Menelik Cambiaso, Emmanuel Robredo Ortiz, Ana Durañona, Pablo A. García, Jorge Priano e Irina Ramírez.
Sunset Boulevard
De Don Black, Christopher Hampton y A. Lloyd Webber.
Maipo, Esmeralda 443.
Desde el 6 de abril, de miércoles a domingos.
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