El show más audaz cumple diez años de delirios y provocación en pantalla.
Desde un laberinto de cabañas de adobe, en el centro de conferencias del resort Hyatt Grand Champions, en California, un grupo de hombres vestidos con remeras polo se apretujan para llegar puntuales a su reunión de las 8.30. Muchos llegan con la intención de debatir sobre los más recientes avances en gotas para lentes de contacto. Pero más allá del campo de golf, en una cabaña con una majestuosa placa que reza Villa Capri, seis empleados del multimedio Viacom (dueño de MTV y Nickelodeon) toman café sentados en círculo. Este es el refugio secreto del show más popular, blasfemo y sin duda maravilloso de la tevé animada: South Park .
Dos veces al año desde la pasada década, los dueños de la señal que produce y emite el show en los Estados Unidos (Comedy Central) han tenido que hacerse cargo de los gastos del equipo de South Park durante sus célebres y costosos retiros en Tahoe, Hawai y Las Vegas. Es probable que la imagen recuerde a un grupo de rock en gira, pero lo cierto es que el desarrollo creativo de cada uno de los episodios estaba matizado con la visita de strippers, bailarinas con siete velos y toda clase de exótica diversión. Entonces, Matt Stone y Trey Parker, los creadores del show, eran jóvenes. Ahora están a punto de arrancar una nueva temporada, en el décimo año en pantalla, y éste es el tercer día de reuniones. Jugaron golf, cenaron en restaurantes mexicanos y bebieron hasta el hartazgo. Todavía no escribieron nada, pero los cerebros recobran el estímulo laboral una semana antes de que arranque la temporada (todos los episodios de South Park son realizadosde esta forma, con una semana de antelación, y no existe alternativa posible).
Pasan tres horas. Stone, de 35 años, y Parker,de 37, evalúan una serie de episodios protagonizadospor George W. Bush como superhéroe, yotro centrado en lo que ellos internamente, enesa jerga tan coloquial como excéntrica de loscreativos televisivos, llaman "gatos fantasmas":felinos genéticamente diseñados en el espacioexterior. El afable, aunque complejo y endiabladoParker (cuyo regordete sex appeal recuerda aun joven Bill Murray) agarra un plato de papasfritas mientras toma notas en su baqueteadalaptop. El otro, Stone, parece un profesor desecundaria que pretende lucir cool por su estilizadocorte: da golpecitos en su pierna, comomarcando algún ritmo o como un tipo ansioso.Lucen remeras de colores primarios y gorrasde béisbol. Cuando están muy concentrados,Stone se come las uñas y Parker se muerde loslabios. Los tipos irradian cierta onda, acaso porser los cerebros de este circo desquiciado, y losrodea media docena de productores y escritoresigualmente atractivos, todos con una sonrisaserena, siempre al borde de la carcajada por labroma más tonta.
Según parece, Stone ha estado teniendoproblemas con sus vecinos a propósito deun vallado que quiere construir alrededor desu casa en Venice, California; en los últimosmeses tuvo que asistir en calidad de acusadoa gimnasios de escuela donde se improvisaronreuniones comunales, presididas por tipos quele provocan tremenda repugnancia. "Cada vezque uno de estos tipos me quiere dar clases demoral o comportamiento vecinal siento unadepresión galopante", me cuenta. Su barrio,además, no es el sitio perfecto: allí, en SantaMónica, hay millones de personas sin techo.Esas constataciones cotidianas rápidamentevan a parar a un episodio en que Kyle, Stan,Cartman y Kenny, los fab four de South Park ,confrontan a individuos sin techo mientrassus padres discuten sobre el mejor modo desalvarlos.
"Deberíamos darles bolsas de dormir dediseño, y vestirlos bien para poder mirarlos",dice el escritor Kyle McCulloch. "Démosle150 dólares para un tratamiento en algún spa",apunta el escritor Jon Kimmel.
"¡Lo van a gastar en crack!", brama Parker."¡Démosle un fajo de dinero para que selarguen!"
"Ok, eso no funcionó. Tendremos que redoblarla cantidad de crack y dinero", bromeaStone.
Parker mira al vacío. "Mi Dios, ¡los sin techoestán mutando!", anuncia. "Están en busca detrabajo y hogares. ¡Se transformaron en unhíbrido!"
"Querés decir… ¿Como un auto de esosque pretenden vendernos ahora?", preguntaMcCulloch.
"Están cambiando, evolucionando, comprandocasas", susurra Parker. "¡Tienen dineroy se adaptan a nuestra vida! Es un horror…"Luego adopta la voz de un policía de SouthPark. "Agarramos a uno. Estaba a punto decomprarse una casa."
Todos se largan a reír. "Al final del capítulopondremos una placa que diga: «Hay milesde sin techo en los Estados Unidos, si quiereayudarlos llame a este número»", remata Parker."¡Si quiere ayudarlos!" Se ríe por lo bajo duranteun rato. "Bah, ya no me interesa más." Y simulatirarse un pedo.
En los últimos diez años (el show debutóel 13 de agosto de 1997), South Park ha satirizadola moral estadounidense con tópicosde toda índole: desde el matrimonio gay y elcalentamiento global hasta las borracheras de Lindsay Lohan. Enfrentar la hipocresía de lanación por el abandono de sus homeless es unatípica estrategia de South Park, pero no dejade resultar incómodo ver a seis tipos grandeshaciendo bromas sobre el tema durante unahora, sin detenerse a reflexionar un segundosobre alguna solución al problema. Claro, esel programa más estúpido de la televisión, y suhumor fuerza los límites de lo escabroso, conel efecto colateral, quizás imprevisto, de darcamino a shows más tarados aun, como Padrede familia. La estupidez de South Park, dicen susautores, es lo que más los seduce. Y los identificaverdaderamente como cerebros del asunto: "Laverdad que dedico poco tiempo a las cosas deverdadera importancia", concede Parker. "Enlo que a mí concierne, tengo una computadora,internet, consolas Xbox y PlayStation 3… Y elresto, al carajo."
South Park es también el programa más políticamenteincorrecto de la televisión, capazde poner la llaga en cuestiones tan complejascomo si tenemos obligación de obedecer leyesinjustas o si realmente puede existir un Diosen un mundo tan infame. A diferencia de LosSimpson, cuyo retrato de la vida estadounidenseatraviesa aristas más placenteras e intelectuales,siempre desde una óptica de izquierda, SouthPark ofrece simples parábolas (a menudo conmensaje optimista) sobre cualquier tema, evitandoaleccionar o dejar mensajes.
"Si Matt y Trey dieran sus opiniones personales,de pronto la gente les seguiría el camino",dice Penn Jillette, una amiga del dúo. "Pero vosno podés tener un guía: hay que confiar en elarte, no en el artista."
Trey Parker y Matt Stone seabocaron por un tiempo al cine,con películas como baseketball, Orgazmo,South Park: Bigger, Longer& Uncut y Team America , perodedicaron los últimos dos años exclusivamentea South Park , y con buenos resultados. Su estrictaagenda les permite responder a las noticiascon rapidez, elaborando programas basados eneventos como el huracán Katrina y un episodioparticularmente mordaz que muestra a la Cientologíacomo una máquina de hacer dinero, conmiembros famosos como Tom Cruise y JohnTravolta escondidos en un armario. En marzode 2006, Viacom, la compañía madre de ComedyCentral (que en su momento pujó por la reposiciónde un famoso episodio en que la VirgenMaría tiene una brutal hemorragia), canceló lareposición del capítulo de la Cientología debidoa una tácita presión de Cruise (los productoresde Misión: Imposible iii comparten acciones conlos socios de Viacom). El incidente enfureció aStone y Parker, y finalmente Viacom cedió antelos creativos, pero el dúo perdió algo importanteen el conflicto: el legendario soulman IsaacHayes, voz del cocinero negro de la tira, resultóser un miembro activo de la secta, abandonóel programa y terminó denunciándolos porintolerantes. "Algunos dicen que Isaac tuvoun ataque y la Cientología sacó el show por él,y lo creo", alega Stone. "Fue una mierda lo quenos pasó con Isaac."
Stone es el tipo que siempre pelea mientrasParker hace bromas por debajo (no le gusta laconfrontación). En realidad, no suelen discutirdemasiado con los dueños del canal perolos cuchillos salieron a volar también en abrildel año pasado cuando un episodio chocó conla censura debido a los conocidos incidentesque provocó un diario danés tras publicar unacaricatura de Mahoma. Era previsible: pese atodo, el dúo quiso emitir el show.
"Sentí que debíamos hacerlo", piensa Stone.
"Sé que soy un hijo de puta afortunado por elestilo de vida que llevo en el oeste de Los Angeles,mientras que la ley y el orden me protegenpor decir cosas como «te la vamos a dar por elorto». Pero es nuestro trabajo. Los de Comedy Central estaban cagados porque tienen oficinasen 57th Street, en Manhattan, y pensaban queles iban a poner una bomba."
Desde el otro lado, Doug Herzog, responsabley presidente de la empresa, alega: "Los muchachosvenían todos los días a preguntarnos:«¿Podemos mostrar a Mahoma? ¿Joder con él?¿Aunque sea una parte del turbante?». Francamente,me pareció una estupidez. Pero ¿reaccionamoscensurándolos? Para nada; sólo que enaquel momento nadie quiso arriesgarse".
Traga de las matematicas uno(Stone) y nerd del cine el otro(Parker), el dúo se conoció en laUniversidad de Colorado. Entreclase y clase se reunían para hacervideos caseros como The GiantBeaver of Southern Sri Lanka, una película sobrecastores del tamaño de Godzilla que atacan unaciudad. Luego vino Cannibal! The Musical, querecaudó unos 125 mil dólares entre familiares yamigos. Ambos crecieron en un sólido suburbiode clase media en Colorado, jugando videogames,practicando tae kwon do y trabajando enlocales de pizza (Parker en Pizza Hut, Stoneen Little Caesar’s). Ellos provienen del senode familias unidas y felices, y dicen recordarmuy pocos traumas de su infancia. El padre deStone es profesor de economía; el de Parker esgeólogo gubernamental y su madre trabaja enel sector de seguros. Stone hizo algún deporte,mientras que Parker fue, curiosamente, un aficionadoa los musicales teatrales (incluso llegóa encabezar compañías durante la secundaria,y hasta cantó en un coro). Sus amigos dicenque ni siquiera sabe tirar un frisbee.
La mayoría de las bromas de South Parkabogan por un individualismo radical y unaagenda conservadora ("¡Estados Unidos esun gran país y si te deprime George Bush elmarica sos vos!"). Ninguno va a reconocer susopiniones políticas, pero dicen que su imagende liberales, medio zurditos, medio anarcos, noes enteramente apropiada. Nunca van a hablarde la guerra, ni siquiera para opinar sobre elnuevo plan de militarización en Irak.
"No conozco lo suficiente como para decidirsi está bien o está mal, porque cualquiera quehabla sobre el tema también está lleno de prejuiciosy opiniones de mierda", brama Parker."Y nadie vota", agrega Stone. "En cada elecciónhay que optar entre un tonto y un pelotudo",remata Parker, agitando los brazos. "Si Gore lehubiera ganado a Bush las cosas no hubieransido muy diferentes."
Si bien a Stone le interesa profundamentela política y es un ávido lector de libros deno-ficción (especialmente acerca del MedioOriente), prácticamente hay que pelearse conél para escuchar su opinión sobre temas deactualidad: se opone a la lucha contra la droga,está a favor del matrimonio gay, en contra dela medicina gratuita y básicamente a favordel libre mercado, excepto en casos como elcorte de suministros para la construcción derutas o la educación. En cuanto a Parker, quees propietario de un par de armas, lo máximoque pude obtener es su paráfrasis sobre elmonólogo favorito del país. "Existe ciertadiferencia entre ser un cana y ser un idiota.Porque al haber idiotas terroristas tiene quehaber policías, gente que caza terroristas. Lapolicía es mala, es una mierda ser cana, perohabiendo idiotas son necesarios. Así que déjenmede joder, ¡putos!" Eso fue lo más serio.Bastante parecido a South Park.
Si alguien trata de discutir esta lógica, labroma se vuelve en su contra, para alegría deStone y Parker. "Hace poco fuimos a una fiestaen Malibú –cuenta Stone– y una mujer vino aconversar con nosotros: «Uy, mi hijo está en laUniversidad de Colorado y yo no puedo hacerque vuelva a clase, porque se la pasa todo eltiempo con el snowboard». Inmediatamentepensé: «Andá a la mierda, vos y tu hijo», porque en la escuela yo no podía hacer snowboard.
Pero al final le dije: «Mirá vos, yo todavía voya Colorado para ver a mi familia». A lo que ellaañadió: «¿Así que por ahí andan todos armados?». «Sólo dije que mis viejos viven allí», lerespondí. Y entonces llegó Trey, exclamando:«George Bush es un gran hombre». Ella nosmiró como si le hubiéramos tirado ácido, ynosotros nos cagamos de risa."
"Eso es lo más punk que podés hacer enLos Angeles, decir que George Bush es unfenómeno en lugar de quejarte de su guerrapor el petróleo", agrega Parker. "Lo más duroque podés hacer con la gente que se la creees decirles que son unos boludos, en la cara.Como encarar a un vegetariano tatuado, conpiercing, y gritarle: «Eh, puto, sacate esa porquería»." Trey acaba su monólogo satisfecho."Eso es realmente hardcore."
Dentro del equipode South Park hay unos sesentaanimadores, escritores y productores,pero Trey Parker es elverdadero genio que hace moverlos hilos. Con al menos tres personalidadesdistintas (amable yanimado como personaje de animé; gordoegoísta –típico estadounidense autocomplaciente–;artista afligido), él escribe todos losepisodios, aunque recibe la colaboración deStone y el resto del equipo de redactores. Alverlo mientras escribe, tratando de imaginar asus criaturas y sus personalidades, uno ve cómosu rostro pasa por decenas de expresiones delas más raras; sólo se relaja cuando ríe (y se ríecon largas carcajadas de maniático que erizan lapiel). Es tan nervioso que nunca deja las llavesy la billetera en un mismo lugar, y sus amigosaseguran que ha dejado el tanque del auto amedio llenar porque se aburre de esperar.
Como muchos punks, Trey está en la búsquedaeterna de algo puro y valioso para suvida. Parker necesita a Stone, que en principioes el productor de South Park, un tipo de naturalezamás estable, a su lado confiesa divertirsemás que con cualquier otro amigo.
"Trey tiene todas características de un geniocreativo", dice Anne Garefino, que oficiacomo productora ejecutiva y consultora maternaldel dúo. "A veces es el tipo torturado;a veces es un histriónico y otras un narcisistamalhumorado."
La tribu de leales e incondicionales quetrabajan para el show, algunos de los cualespermanecen desde el primer episodio, tambiénsirven para alimentar el culto de Parker, que escomo el matón más simpático del barrio.
"Trey es el cabecilla de South Park; esto escomo una fraternidad viviente", reflexiona EricStough, un amigo. Como caso más excéntricode alguien que trabaja para Hollywood peroreniega de todo lo hollywoodense, Parker prefieretener amigos cerca, y aún lo rodean suscompañeros del secundario. De una riquezaobscena (posee ocho residencias en Hawai,Kauai y Steamboat Springs, entre otros lugares),él, Stone y sus amigos arreglan las vacacionespara todo el grupo, y celebran con otrosdieciséis menús completos junto a botellas devino de ochocientos dólares.
Pero también les gusta divertirse con eldinero. En la oficina, Parker le ofrece a un empleadocinco mil dólares por comer pickles concerdo comprados en internet, o por comer seismega menús McDonalds’s junto a cuatro caféscon leche de Starbucks sin descanso (luego, elmuchacho tuvo una arcada, y Parker lo obligóa tragarse el vómito). Está claro que ésta es lageneración Jackass… Hubo un año en que elpervertido guionista organizó un concursopara bajar de peso en dos meses. El premio eran3.700 dólares y el ganador perdió veintitréskilos en nueve semanas.
"Antes de darle el premio, ledimos a elegir entre el fajo debilletes o una caja que andabadando vueltas. El eligió la caja,que ocultaba ocho mil dólares",cuenta excitado. "La verdad esque fue uno de los mejores momentosque hemos vivido aquí",agrega sacudiendo la cabeza. "Eligióla puta caja."
Durante la semana pasada, ladupla había hecho una escapadahasta la residencia de Parker: unacasona de los años 20, redecoraday ubicada en el coqueto suburbiode Brentwood, Los Angeles. Salira distraerse juntos en horario deoficina es un acostumbrado pasatiempo.
"Matt y Trey pasaron de ser compañerosíntimos de la escuela, con todo el tiempo libre, aconvertirse en tipos de veintipico con la agendaocupada y peleándose a cada rato por cualquiercosa", comenta David Goodman, un amigo cercanoa la pareja. "Ahora encontraron una suertede balance divirtiéndose afuera de la oficina,pero saben cuándo hay que frenar."
Aquí las cosas no parecen muy hardcore.Todo el mobiliario (sillas de teca de Bali, cómodosfutones color chocolate y múltiples Budasde ojos cerrados) se esparce frugalmente por ellugar. "Pero yo no soy ningún fuckin’ budista,sabelo…", se ataja Parker. Ya tuvieron sus vacacionesy acaban de regresar de otro descansopor unos días. Pero Parker no estuvo quieto unminuto. En su largo mes de licencia pasó por Lake Tahoe, Laguna Beach, Las Vegas, Denver,Hawai, y fue dos veces a Japón con su mujer,Emma Sugiyama: una nipona de 30 años queconoció en un bar. Emma está cursando el profesoradode japonés en la Universidad de California,y está en clase en este momento. Sobreel mantel, prolija y formalmente se expone unafoto de ambos tomada durante la luna de mielen Disney World, el año pasado. Parker tieneenfundadas las orejas protéticas de MickeyMouse, y Emma las de Minnie.
El living de Parker tiene dos televisores depantalla plana, rodeados por sillas de cuero, unapara su Xbox y otra para su PlayStation. Al ladode una silla hay una caja de vidrio que contieneun casco y una armadura de metal. Parkerla señala. "Compré eso para impresionar a misuegro, porque es un tipo muy de Tokio y no semostró muy entusiasmado cuando supo que suhija iba a casarse con un estadounidense", dice,encogiéndose de hombros. "Creo que no se dabacuenta de cuán rico soy, y yo quise demostrarleque su hija iba a estar segura conmigo. Así quefuimos juntos a una tienda y compré todo estopor 270 mil dólares. Pedí que lo carguen en miAmerican Express."
Fantásticos juguetes, videojuegos y antiguossables japoneses asoman por toda la casa, con unaparador repleto de regalos, remanentes de unafiesta navideña. Stone agarra un candelabro desoja orgánica, una botella de tequila, y los vuelcaen su bolso de lana (presumiblemente parahacerle un regalo a su novia). Parker vaga porel recibidor, donde hay un láser púrpura de StarWars colgado de un armario. "¿Alguien te regalóesto para Navidad?", le pregunta a Stone, quemenea la cabeza. "No sé cómo pudo apareceracá", dice mirando con fijación el objeto.
Al rato, tres de sus amigos, incluyendoa Goodman, aparecen para el shabu-shabu,una comida japonesa que está servida en elcomedor.
"He sido testigo de varias groserías queMatt y Trey le hicieron a mucha gente en suspartes pudendas", anuncia Goodman un ratodespués. "Hace un tiempo, en Cabo San Lucas,uno de los muchachos se desmayó en nuestrahabitación y Matt le puso el pene y las bolasen la cara para que le saquemos fotos", cuentariéndose. Pero el peor es Parker. "Trey tenía lacostumbre de tirarse pedos mientras veíamosfútbol en la tele", dice Goodman. "A veces sebajaba los pantalones en silencio, abría laspiernas y nos gritaba: «Eh, ahí va…»."
El equipo está alrededor de la mesa, hablandosobre los avances de las cámaras digitalesmientras Parker pone un disco de Godspell.Se me ocurre de pronto preguntarle por TheProducers, uno de mis musicales favoritos. "Eshorrible –responde– lo detesto porque megustan los musicales." Sonríe con picardía yme sirve una copa de schochu, un licor japonés.Ninguno de los dos consume drogas; la últimavez que tomaron ácido fue durante la entregade los Oscar, en el 2000 (cuando el tema centraldel filme South Park fue nominado comomejor canción, y aparecieron vestidos comoJennifer Lopez y Gwyneth Paltrow), pero sítoman alcohol, y toman bastante.
"Soy un alcohólico compulsivo", admite Treymientras da un sorbo. "Bebo mientras ceno ysigo bebiendo toda la noche, todos los días.Probé pastillas, pero nada me hace sentir tanbien. Mi esposa dice que me prefiere borrachoporque así soy más interesante." Su silencioso ysolícito asistente vuelve a llenarle el vaso. "Mesiento aquí toda la noche y me digo: «Sí, voy atomarme toda la botella»." Larga una carcajadade borracho. "El mundo va bien encaminado,va como debe ser. Tomate una copa y todo techupa un huevo."
Al día siguiente Stone y Parker vuelven ala oficina, pero tienen un humor de mil demonios.Aunque sólo trabajan cuatro meses alaño (ocho semanas durante la temporada deotoño y otras ocho durante la temporada primaveral),se comportan como si tuvieran quecerrar el trabajo de un saque, y encima gananunos kilos de peso. Alrededor de las nueve dela noche llega un camión con comida y café,que los tendrá ocupados por los próximos dosmeses, cuando no saldrán de la oficina exceptopara ir a dormir. Ellos creen tener buenas ideaspara esta temporada.
"El año pasado recibimos muchos elogiospor nuestros shows conceptuales, y creímosque estaba bueno seguir por ese camino",comenta Parker. "Nosotros crecimos viendoMonty Python; era fabuloso engancharlos todaslas semanas. Uno no tenía idea de lo que estabapasando, al contrario de lo que ocurre con lassitcom, en que siempre sabés que vas a ver lomismo. Para esta temporada, unasemana haremos un show de actualidad,y la siguiente algo sobrelas bolas de Cartman."
Durante los dias que se produceel show las oficinas de South Parkestán abiertas aunque Stone y Parkerno siempre anden por ahí. Son sus amigosquienes se quedan trabajando. "Yo soy la chicaque los excita, la que los calienta.. y a la que letiran pedos", me dice a las risotadas JenniferHowell, una amiga que trabaja para ImportantFilms, la productora del dúo. "A Matt y Treyles gusta buscarme para tirarse pedos, o tirarlepedos a mi comida. Una vez, en vuelo de primeraclase a Toronto, Trey se paró en el asiento y setiró un pedo en mi cara. Después, a la entrada delos aeropuertos, les gusta jugar al amigo enojado,gritándome y simulando que me van a pegaren la cara." La chica se ríe, quizá más de lo quedebiera. "No hay nada que pueda hacerles paravengarme, a lo sumo decirles que tienen unapija de miniatura. Además, me previnieron quecualquier revancha me costará el doble."
Mientras los animadores se apelotonan paramostrarle nuevas imágenes, Parker da vueltasalrededor del edificio: un almacén de CulverCity que semeja un call center de AT&T, decoradoen púrpura y celeste. Todas las oficinastienen televisores de pantalla plana. Y Parkertiene armada aquí una rutina para ejercitarseun poco: cuando pasa alrededor de un minuto,tira una pelota de handball contra la pared. Ysu oficina exhibe una foto firmada de SaddamHussein, un regalo de la cuarta división de infantería."Si tuviera la posibilidad, me iría a Irak–dice– podría darme buenas ideas para algúnepisodio." En fin…
Trabajar en equipos bien coordinadoses el único modo deproducir bien los capítulos completos,que son enviados a NuevaYork vía satélite alrededor delas 11 de la mañana, para luegoser emitidos en cadena duranteesa misma noche. Diariamente, excepto losmiércoles (cuando Parker se queda en su casapara emborracharse, según dice), los escritoreshacen un brainstorming a las 9 en punto. Sonreuniones que duran por lo general dos horas,o el tiempo que le demore a Parker extraer algoingenioso de su cabeza. Todas las mañanas escribeunas seis páginas que equivalen a unoscuatro minutos de material. Cuando estánlistas, él y Stone van al estudio de sonido paragrabar las voces de los personajes, sin retoques(sólo las voces femeninas y las celebridades sonregrabadas), y el departamento de storyboardse pone a dibujar. En tres horas las escenascomienzan a aparecer en la máquina Avid dela sala de edición. Este archivo, aun en preproducción,es llamado "animatic" y pasa portodas las oficinas antes de ser repartido entrelos animadores. Cada episodio consiste enalrededor de 350 tomas, y Parker puede hacerlos últimos cambios antes de la mañana delmiércoles. El martes, cuando las oficinas permanecenabiertas durante veinticuatro horas,él escribe unas sesenta líneas más.
Hoy, Parker está trabajando en una nuevaescena. Está despatarrado en una de las suitesde edición, rodeado por modelos de aviones yrevistas porno mientras juguetea con el Avid.Hay un dibujo manual de Cartman en blanco ynegro, que está señalando a un grupo. Y dice:"Esperé que Butters se durmiera por completo.Entonces agarré mi cámara y le bajé lospantalones para sacarle una foto de su pija enmi boca. ¡Mirá! La tengo bien metida adentro,quedó buena."
"¿Cómo se te ocurrió hacer eso?", le preguntaKyle.
"Lo hice para que Butters parezca un puto",responde Cartman.
"No, tarado: así el puto parecés vos", diceKyle. "Ponerse una pija en la boca es biengay."
"Kenny, eso no me hace gay, ¿no?"
"Concha concha", balbucea Kenny.
"¿Qué puedo hacer –pregunta Cartman–.¿Cómo puedo cambiar esto?"
"El único modo de arreglarlo es poniendo tupija en la boca de Butters", acota Stan.
"Mierda –exclama Cartman–. Eh, Butters,tengo una sorpresa para vos."
"¿Qué es?", pregunta Butters.
"Increíble; la mejor sorpresa de tu vida…"
Una escena típicamente South Park. Durantetodo el tiempo que duró el demo de la escena,Parker se la pasó riendo como un chico, mirandoa la pantalla, completamente idiotizado.
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