Sorpresivo adiós a María Gabriela Epumer
La guitarrista de Charly García falleció ayer, a los 39 años
Ayer por la mañana falleció la guitarrista y cantante María Gabriela Epumer, como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio cuyas causas se desconocían al cierre de esta edición pero se espera que queden establecidas luego de la realización de una autopsia. Epumer, de 39 años, había regresado de una gira por Mar del Plata, Tandil y La Pampa con una fuerte bronquitis. A causa de esa dolencia, la guitarrista había decidido acudir ayer por la mañana al Hospital Francés, pero falleció al llegar. Las maniobras de resucitación que le practicaron los médicos fueron inútiles.
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La sangre ranquel que corría por sus venas se revelaba en sus pómulos marcados, en sus silencios largos y, sobre todo, en su particular estilo de tocar la guitarra y componer sus canciones. También, posiblemente, fue lo que le permitió ser una de las cuatro integrantes de Viuda e Hijas de Roque Enroll, aquella disparatada banda de los años ochenta, y, durante los últimos diez años, ser la guitarrista infaltable de Charly García
El tatarabuelo de María Gabriela era un cacique de la tribu ranquel, al que incluso Lucio V. Mansilla le dedicó un capítulo de "Una excursión a los indios ranqueles". Pero, más cerca en el tiempo, fue la música la que rodeó su infancia, que transcurrió entre un abuelo guitarrista de Agustín Magaldi, un hermano, Lito, mayor y guitarrista y la tía, Celeste Carballo.
Entonces, recordaba, era tímida, muy tímida y, a la hora de las reuniones familiares en la casa de Villa Devoto, en la que cada integrante mostraba sus aficiones o destrezas musicales, ella se escondía en algún rincón para evitar la exposición.
Pero la música pudo más que la timidez. A los 10 años comenzó a estudiar guitarra y, a los 16, ya comenzó su carrera profesional al ingresar en la banda de María Rosa Yorio y grabar en el álbum "Con los ojos cerrados".
A partir de entonces su carrera fue de vértigo. Un vértigo al que ella se subió sin perder esa calma que la caracterizó, esa mirada profunda con la que parecíacontemplar el mundo para convertirlo, después, en música, a través de las notas que elegía en su guitarra.
A principios de los 80, con Claudia Sinesi y Andrea Alvarez formó el grupo Rouge, y en 1983, Viuda e Hijas de Roque Enroll. Con la incorporación de Mavy Díaz y Claudia Rufinatti -y Alvarez como invitada- formaron una de las bandas más desopilantes y exitosas de la época. Las divertidas e interesantes versiones de temas como "Lollypop" y "Bikini a lunares amarillos" sumado al look sobrecargado y kitsch de su vestuario de cómic futurista las convirtieron en un fenómeno.
Tras cinco años, tres discos (el segundo, "Ciudad catrúnica", vendió 200 mil copias) y llenar el Luna Park, el sello discográfico con el que trabajaban desapareció y la banda se disolvió. Con Sinesi formaron Maleta de Loca, que sólo grabó un álbum. Ya entonces, y más allá de ese aspecto juguetón de las Viudas, María Gabriela era reconocida como guitarrista e invitada a participar en discos o actuaciones por Fito Páez, Luis Alberto Spinetta y Celeste Carballo, entre otros. Pero fue con Charly García con quien realizaría la sociedad musical más prolongada. En 1994 participó en la grabación de "La hija de la lágrima", al que seguirían "Cassandra Lange", "MTV Unplugged", "Say No More", "El aguante", "Demasiado ego" e "Influencia".
Una sociedad en la que Epumer parecería nivelar los torbellinos que genera García. "Me divierte estar con él. Es como estar en el ojo de la tormenta. Intensidad todo el tiempo y a la vez, aprendizaje, tanto en lo musical como en cosas de la vida misma", dijo de la relación entre ambos.
En paralelo mantuvo su carrera solista. En 1994, con una banda, A1, grabó "Señorita Corazón", al que siguieron, ya solista, "Perfume" (2000), "Pocketpop" (2001) y, hace unos meses, "The compilady". En 1996 asistió al seminario para guitarristas que dictó Robert Fripp, quien luego participó en su álbum con A1. Un año después fue una de las generadora del disco Montecarlo Jazz Ensamble, que unió músicos de rock y de jazz a beneficio de las comunidades aborígenes.
Por entonces, la siempre tímida guitarrista se vio asediada por la exposición mediática, debido a su relación con el ex secretario de Cultura Darío Lopérfido, que se extendió por tres años, hasta 2000.
La muerte la encontró en pleno trabajo. Acababa de regresar de una gira por el interior, con su banda que integraban Matías Mango, Fernando Kabusacki, Lautaro Guida y Silvio Otolini. "Soy una chica trabajadora y perseverante en busca de la música y no de la fama o de vender 80 mil discos. Soy como una hormiguita que, muy despacio, llega finalmente a sus objetivos."
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