Sonido de libertad: un film de bajo presupuesto es la gran sorpresa del año, pero llega acompañada de una inquietante polémica
Esta producción estará el próximo jueves en los cines después de superar en la taquilla estadounidense, con un mensaje aleccionador que advierte sobre la tragedia de la explotación infantil, a tanques como Indiana Jones 5, Misión Imposible 7, Transformers y Elementos
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La película sorpresa de 2023 se llama Sonido de libertad (Sound of Freedom). Nadie imaginó a comienzos de este año que una producción de costo ínfimo, si lo comparamos a cualquier largometraje promedio estrenado en los Estados Unidos, se iba a convertir en uno de los diez títulos más exitosos de la temporada en ese mercado.
Hasta mediados de la semana pasada, según el sitio especializado boxofficemojo.com, Sonido de libertad había superado en ingresos de taquilla, solo en los EE. UU., a tanques como Indiana Jones y el dial del destino, Misión Imposible 7, Elementos y Gato con botas: el último deseo. Recaudó hasta ahora casi 180 millones de dólares, mucho más de lo esperado para una historia que lleva al cine el caso real de Tim Ballard, un exagente del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos que arriesga su vida para rescatar a un chico hondureño de las garras de una red internacional dedicada a hacer dinero con el tráfico humano y, sobre todo, con la pedofilia.
El próximo jueves, Sonido de libertad llegará a los cines argentinos como parte de una vasta estrategia de distribución mundial que incluye el lanzamiento simultáneo de la película en casi toda América latina ese mismo día. Este mismo mes se estrenó en Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda, entre septiembre y octubre hará lo propio en el Reino Unido, Irlanda y España, y luego les tocará el turno a los países asiáticos y de Europa Oriental.
De una futura llegada al streaming todavía nadie quiere hablar. Su distribuidora global, Angel Studios, quiere extender lo más que se pueda la presencia de la película en los cines mientras estudia el ofrecimiento de Elon Musk para que pueda verse sin restricciones en la red X, antiguamente conocida como Twitter.
Lo que también desvela por estos días a los artífices de Sonido de libertad es el curso que tendrá la eventual secuela, posibilidad abierta de manera inevitable después de semejante repercusión y aceptada por el director Alejandro Monteverde, que admitió ante una consulta de Variety que Haití sería el escenario del segundo capítulo de esta tenebrosa crónica. Para llegar a ese punto primero deben resolverse algunas cuestiones formales ligadas a la propiedad de los derechos de autor.
Lo que no podrá evitarse en medio de todas estas especulaciones es el impacto extracinematográfico de la película, que sus responsables (muchos de ellos de origen mexicano, como Monteverde y los productores Eduardo Verástegui y Jaime Hernández) tratan de atenuar o minimizar mientras recorren el mundo levantando como bandera un mensaje muy visible detrás de la historia.
“Antes que nada, somos personas de fe, y queremos compartir con el mundo a través del cine historias edificantes, basadas en valores que enriquecen nuestra vida y nuestro espíritu”, dice a LA NACION Kelly Shelton, responsable máximo del área de marketing de Angel Studios. Y con el mismo énfasis explica que esta postura no equivale a asumir la agenda específica en términos políticos o religiosos de alguna corriente o institución concreta.
La incomodidad de Monteverde se expresa de dos maneras. Lo explica él mismo en una columna de opinión que publicó hace pocos días The Hollywood Reporter. Primero se pregunta si es necesario etiquetar una película. “Dependiendo de su punto de vista, el término ‘basado en la fe’ es una insignia de honor o un permiso para descartar de improviso el trabajo”, dice antes de afirmar que Sonido de libertad fue hecha “para personas de fe, para personas sin fe y para todos los demás, porque la trata es un tema que importa a todos”.
La segunda cuestión abordada por Monteverde es todavía más inquietante porque alude al respaldo que encontró la película entre los seguidores de QAnon, una suerte de secta que desde posturas extremistas promueve un sinfín de teorías conspirativas. Entre ellas, la creencia de que un poder en las sombras, manejado por una élite practicante de la pedofilia y el satanismo, conspiró para impedir la reelección de Donald Trump.
“Escribimos esta película en 2015 y la filmamos en 2018, mucho antes de que los involucrados hubieran oído hablar de tales teorías. Por lo tanto, es literalmente imposible que la película haga referencia a ellas, y cualquiera que la haya visto sabe que no es así”, se defiende el director mexicano.
El dilema tiene nombre y apellido: Jim Caviezel. El actor elegido por Mel Gibson en 2004 para protagonizar La pasión de Cristo se mostró en varias entrevistas públicas abiertamente a favor de algunas de las posiciones más extremas de QAnon, entre ellas la que asegura que los ricos torturan niños para apropiarse de su sangre y de sus órganos.
“Contraté al actor que pensé que era el mejor para esta película. El tema era muy personal para él. Jim adoptó a tres niños de China. Y nunca había visto a alguien tan comprometido y tan profesional en el set”, reconoció Monteverde a Variety. Pero en esa misma entrevista admitió que las opiniones políticas del actor perjudicaron su trabajo como director de Sonido de libertad y que lo obligaron a salir varias veces a aclarar de manera explícita que la película alude a hechos reales y no a teorías conspirativas.
Caviezel es un salvavidas de plomo del que Sueño de libertad no puede desprenderse. Desde su carisma de estrella y el compromiso que comparte en su vida de fervoroso cristiano con los valores de la película hizo mucho para que el interés por verla superara las expectativas más optimistas. Logró que Gibson sumara su nombre como productor ejecutivo. Y además aparece al final de la proyección con un “mensaje especial”, desde el cual insta a cada espectador a comprar una entrada adicional para que algún conocido, amigo o pariente la vea.
Esta iniciativa, conocida en la industria con el nombre de Pay It Forward (pago por adelantado) aportó entre el 4 y el 7 por ciento del total de lo recaudado hasta ahora por la película en los cines, según los cálculos informales que Monteverde hizo a Variety. Desde Angel Studios dijeron a LA NACION que ese dato es reservado y por una decisión interna de la compañía no van a ser revelados públicamente.
La venta anticipada de entradas para ver Sueño de libertad en los cines de la Argentina comenzó a principios de agosto y la película seguramente estará entre las más vistas de la cartelera local, sobre todo durante el próximo fin de semana. La convocatoria tendrá como detalle más llamativo, como ocurrió en el caso de La pasión de Cristo, la presencia de un tipo de público que no incluye al cine entre sus hábitos y que suele mostrar en el comportamiento cotidiano un fuerte compromiso religioso. Cine entendido no como tal, sino como acontecimiento social o llamado de atención para crear conciencia, siempre con algún propósito aleccionador.
“Hicimos Sonido de libertad en un esfuerzo sincero por unir a la gente en torno a una cuestión de derechos humanos fundamentales”, escribe Monteverde. El enunciado de un mensaje explícito y deliberado contra el tráfico humano y la explotación infantil, al que se subordina todo lo demás, es lo que define a la película sorpresa de 2023.
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