Sobre la risa y su peligro de extinción
En días en los que risasy sonrisas se borran de las carasque solían frecuentar, una evaluaciónde sus pros y sus contras
Reírse en exceso, se sabe, estropea la cara. Pero no reírse la vuelve rígida y macilenta. Mejor es, obviamente, arrugarse de risa que paralizarse de miedo o mostrar la lisa cara de la inexpresión que reina en la actualidad.
Casi todo el mundo vive inmerso en un mar de contrariedades, de todo tipo y color, y no siempre ésta deviene en una carcajada, por más que el pensador danés Soren Kierkegaard afirmó en su obra Post-Scriptum a las migajas filosóficas que "lo cómico reside por completo en la contradicción". Por su parte, el escritor y filósofo francés Henri Bergson comenta en La risa que una situación es cómica cuando corresponde al mismo tiempo a dos series de acontecimientos absolutamente independientes y puede interpretarse a la vez en dos sentidos totalmente distintos.
Menos complicados, otros especialistas en el tema afirman que la primera sonrisa aparece en el primer mes de vida, y la gran risa comienza a los cuatro meses. Entre los seis y ocho meses, pero a veces antes, el bebe reconoce al adulto que entra en su habitación y se vuelve, poco a poco, sensible al cosquilleo. Mientras que a los ocho o nueve el chico es capaz de hacer sonrisas discriminativas, reservadas para un individuo más que para otro. Del año y medio hasta los cuatro, el promedio sería de una sonrisa cada cuatro minutos a una sonrisa por minuto, según afirma el médico francés Henri Rubinstein en su libro Psicosomática de la risa . Pero aclara que todas estas cifras son sumamente variables según chicos, civilizaciones y climas.
Prohibiciones y estímulos
Reímos para darnos placer, reímos en situaciones agradables y reímos en situaciones adversas, para conservar, pese a todo, el placer. Pero se debe recordar que sólo desde hace menos de doscientos años es aceptable reír en público. En Occidente, por ejemplo, la risa fue censurada mucho tiempo por considerarse descortés en el mejor de los casos y satánica en el peor. La Inglaterra victoriana prohibió la risa en los salones. Los primeros inmigrantes que poblaron los Estados Unidos, protestantes austeros, desdeñaban la risa y no la autorizaban si no era para enriquecer una lección moral. Muchos siglos antes, San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla, que vivió entre 347 y 407, advertía que "la risa suele abrir el camino al discurso loco, y el discurso loco a acciones más locas todavía". Pero en la Biblia, específicamente en Proverbios , se lee: "Un corazón alegre es como una buena medicina, pero un espíritu deprimido seca los huesos".
Para Sigmund Freud, en tanto, la risa tiene un componente egoísta, es el Yo que se niega a dejarse imponer el sufrimiento por las realidades exteriores, y que ve hasta los traumatismos del mundo como ocasión de placer.
Según cuenta Rubinstein, en 1980 se realizó un estudio en Francia con las siguientes conclusiones: los galos reían seis minutos por día. Bastante bien para un mundo que comenzaba a alborotarse. Pero algún tiempo antes, en 1939, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, el pueblo francés pasaba 19 minutos diarios riendo. Los datos tomados en 2000 señalan que el pueblo francés ríe menos: cuatro minutos por día.
¿Por qué se perdió el buen humor? Quizá la cultura de la risa haya sido eclipsada por la contracultura del terror, del miedo. Sin embargo, son numerosos los defensores de la risa. Los que observan que la risa contiene una noción de buen entendimiento, de complicidad con otros rientes, reales o imaginarios. El mundo natural de la risa es la sociedad, su función es social, su significación es social.
Jonathan Pollock escribe en ¿Qué es el humor? que la risa es sinónimo de salud, fortifica los pulmones y refuerza el organismo en su conjunto. Y aunque el refrán señala que el que ríe último, ríe mejor , son en cambio muy pocos los que festejan las risas grabadas que suelen acompañar las escenas supuestamente graciosas de las series estadounidenses. Quizá la risa más festejada, al menos a fin de año, sea la de Papá Noel.
HERRAMIENTAS PARA EL BUEN REIR
Existen fórmulas respiratorias útiles para provocar la risa. Como esta serie: una inspiración breve, de 2 a 3 segundos, una pausa respiratoria de 5 a 6 segundos, y una expiración entrecortada, de 5 a 10 segundos. Si se repite varias veces, esto desencadenará inevitablemente en carcajadas. En el siglo pasado existían salas de espectáculos en las que, por una módica suma, se podía respirar una bocanada de gas hilarante, dosis leves de protóxido de ázoe (que no era ni es posible adquirir legalmente) y la gente salía chocha. Varios especialistas aconsejan como herramientas para el buen reír las películas de los Hermanos Marx, Buster Keaton, Woody Allen (la primera época), Charles Chaplin, Mel Brooks, y la lectura de obras del cuentista y dramaturgo británico admirado por Borges, Saki; su coterráneo P G. Wodehouse; el escritor y periodista francés Alphonse Allais; la correspondencia de Groucho Marx, y las caricaturas de Jean-Jacques Sempé.
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