Sin vergüenza: Lily Allen cuenta su tortuoso camino al estrellato pop en sus canciones y su libro autobiográfico
"Trastorno de estrés postraumático, depresión posparto, trastorno bipolar, trastorno de atención, trastorno de apego. Lo que sea, lo he tenido". Lily Allen resume en estas pocas líneas una vida turbulenta, llena de caos, éxito, vacío existencial, abusos y adicciones. La cantante británica, de 33 años, no es una estrella pop convencional. Desde que sus canciones se viralizaron en las plataformas digitales en tiempos de MySpace, su vida se transformó en el material que alimentó esa obra artística explosiva en línea.
Los hits globales, el morbo social y el seguimiento de una existencia pop asociada a escándalos mediáticos en sus salidas nocturnas junto a otra enfant terrible como Miley Cyrus, sus letras provocadoras y las peleas con artistas como Elton John, fueron el imán que atrajo a millones de seguidores alrededor del mundo. Sin embargo, lo que más impactó de Lily Allen desde el comienzo fue su honestidad brutal.
En su último disco No Shame (Sin vergüenza), Lily Allen canta altisonante: "Soy una mala madre / Soy una mala mujer / Lo viste en las redes sociales / Lo leíste en internet". Redoblando la apuesta sobre lo que piensan de ella, la cantante inmortalizó letras en las que sigue poniendo en jaque la hipocresía de la sociedad, la misoginia, el rol de una artista de consumo masivo y la mirada despiadada sobre su propia vida personal, con un audio altamente adictivo diseñado por el productor Mark Ronson (responsable del sonido de Bruno Mars, Paul McCartney y Amy Winehouse) y Ezra Koenig (Vampire Weekend).
En esta producción, superadora de su disco anterior Sheezus (la contrapartida femenina de Yeezus del verborrágico rapero Kanye West), no hizo más que subir el tono confesional y la intensidad a sus letras. En las catorce canciones de su último disco quedó plasmada parte de su intensa vida. Habló de la separación de su pareja Sam Cooper, con quien tuvo dos hijas, en "Family Man". Mientras que en "Trigger Bang", para la que convocó al rapero inglés Giggs, reflexiona sobre su juventud y una vida sin límites: "Me despertaba junto a extraños / Todos saben lo que hace la cocaína / Aplaca el dolor cuando llega la vergüenza".
Lily Allen no pierde cierto espíritu mordaz en No Shame, con el que logra un puñado de hits globales, que combinan diversión, hastío y un baño de realidad. En el himno feminista "Cake", se pone de pie y retrata el espíritu de la época: "No dejes que te digan quién eres / o lo que puedes o no puedes llegar a ser". Hasta aborda el punto de vista de su hija menor que se siente abandonada por sus constantes giras en "Three": "Por favor, no te vayas / Quédate conmigo / No es mi culpa / Solo tengo tres años".
Allen, que se transformó en un producto pop tal como ironizaba en sus primeros hits, "Fuck You" y "Smile", no pierde su acidez ni su inteligencia para reírse de sí misma. Cuando estaba promocionando este álbum, un fan le envió una foto de un recital donde se veía que no tenía ropa interior. Ella la retuiteó en su página oficial con el hastag #noshame, promocionando en paralelo el nombre de su álbum. Otra vez la catarata de opiniones en las redes la sepultaron. Y otra vez el desparpajo se convirtió en una poderosa herramienta de marketing para la cantante.
Familia disfuncional
Su autobiografía, sin embargo, parece su próximo movimiento para hacer temblar al establishment, retroalimentar la maquinaria y contar las desventuras del camino a la fama en un ambiente, donde dijo está lleno de abusadores sexuales. Desde sus comienzos, Lily Allen optó por configurarse como el paradigma de la artista millennial que le cuenta todo a su público en sus discos, conciertos, redes sociales y ahora en sus memorias.
En My Thoughts Exactly ofrece detalles de una vida familiar disfuncional (su padre, ya fallecido, fue el actor y comediante Keith Allen; su madre, Alison Owen, es productora de cine y su hermano Alfie, al que le dedicó la canción homónima, interpreta a Theon Greyjoy en la serie Game of Thrones) y hace un recorrido por una adolescencia salvaje (trece escuelas en siete años, antes de abandonar el colegio a los quince). También ofrece acceso irrestricto a ese mundo de música y fama con todos sus daños colaterales: abandonos, sexo ocasional y adicciones al alcohol, las pastillas para adelgazar y la cocaína.
Allen se pinta como una sobreviviente del estrellato, y afirma que podría haber terminado como Amy Winehouse –dos años mayor que ella, muerta en 2011 por sobredosis de alcohol– por lo que prefiere escribir su propia historia en primera persona antes que la relaten los medios por ella. "Si me muero, quiero que mis hijas sepan cómo fue mi vida por mí y no por los diarios", afirmó.
Dice que cuando recién estaba ingresando a la industria le aconsejaron: "Mantén la boca cerrada o la gente se reirá de ti". Ella hizo todo lo contrario: en el libro es fiel a la honestidad brutal que llamó la atención desde sus primeros singles, en los que hablaba con acidez de su vida íntima y cotidiana en canciones como "The Fear" y "LDN". Ahora lo hace a través de las páginas de su libro, donde hace catarsis y revela que un ejecutivo de la industria musical quiso abusar sexualmente de ella.
"Me desperté a las 5 de la mañana porque sentí a alguien presionando su cuerpo desnudo contra mi espalda. Yo también estaba desnuda. Podía sentir a alguien tratando de poner su pene en mi vagina y pegarme en el trasero como si fuera un stripper en un club. Me alejé lo más rápido que pude y salté de la cama, encontré mi ropa y salí corriendo de su habitación hacia la mía", cuenta.
Allen recuerda ese período de crisis en su vida tras la ruptura de su matrimonio. El ejecutivo –no reveló el nombre, explica en su biografía, por consejo de los abogados de la editorial– se ofreció a ayudarla con sus problemas de alcohol y aprovechó la confianza de la artista para emborracharla con tequila. La artista de 33 años dijo que en ese momento se culpó por el abuso porque había estado bebiendo y expresó su frustración por no haber confrontado ni denunciado el comportamiento del hombre. Al igual que otras víctimas de casos similares, se sentía incapaz de hacerlo porque el ejecutivo tenía más poder y dinero que ella. "Me sentí traicionada. Sentí vergüenza. Sentí enojo. Me sentí confundida. ¿Se suponía que debía informar que alguien lo estaba intentando? Hoy la respuesta es sí", dice en My Thoughts Exactly.
Como único resguardo, la cantante firmó una declaración jurada con un abogado con su testimonio de lo que había ocurrido esa noche: "Quería que constara que alguien con quien trabajé abusó sexualmente de mí". Durante la gira de promoción del libro, en una entrevista con The Guardian, la cantante afirmó que en la industria discográfica "abundan los abusos sexuales".
El relato de Allen sobre el constante acoso que sufren las mujeres se alinea a su rol más activo no solo en sus canciones sino también en su posicionamiento público a favor del movimiento #Me Too y su apoyo a la legalización del aborto. De la misma manera en el último tiempo se involucró en temas polémicos en Gran Bretaña como la inmigración y el Brexit, también difundió su malestar ante la visita de Donald Trump a su país.
Todas esas acciones pueden verse relegadas en la prensa cuando los medios reproducen los aspectos más sensacionalistas del libro, como su relación sentimental con Liam Gallagher de Oasis; o de los tiempos en que se sentía perdida y le pagó a una prostituta para tener relaciones sexuales con ella durante una gira.
No es ingenua. Sabe que es una artista masiva. "No soy una profeta, no soy una política, no estoy cambiando el juego". Sin embargo, sigue utilizando la música como una excusa para levantar la voz en los medios, a pesar de las críticas. "Preferiría que todos me amen, pero eso no significa que dejaré de decir lo que creo para conseguir que me quiera". A diferencia de otras estrellas pop, su capa protectora es decir las cosas sin filtro. Una chica verdadera en un mundo material.
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