Silvina Perillo: "Al bajar el telón voy a estar muy feliz y agradecida"
Después de veinticinco años de carrera, hoy se retira la primera bailarina del Teatro Colón interpretando a Kitri, de Don Quijote
Resulta imponente mirar la platea y los palcos del Colón desde el escenario, y mucho más si se piensa en la cantidad de figuras que allí han paseado su talento. Ha sido marco para voces privilegiadas, de perfectos acordes musicales e impecables pas de deux . Pero quien hoy posa para el fotógrafo, se mueve por este lugar con una naturalidad que asombra, sin intimidarse por el magnífico espacio que la rodea, como si caminara por su casa es Silvina Perillo. Eso es precisamente lo que ha representado este lugar para esta primera bailarina del Ballet Estable del Teatro, quien hoy, a las 17, dice adiós a una brillante carrera y lo hace bailando uno de sus papeles favoritos, el de Kitri, en Don Quijote .
Han sido veinticinco años de mucha disciplina, trabajo y esfuerzo que comenzaron un 7 de agosto de 1975, día de San Cayetano. "No olvido la fecha -recuerda Perillo, sentada en el piso mientras realiza estiramientos previos al ensayo y charla con LA NACION en el camarín que lleva su nombre-, un fotógrafo que contrató mi abuela registró cada aniversario y así tengo una galería de recuerdos de los dieciséis años que pasé formándome." Ese día ingresó al estudio de los maestros Wasil Tupin y Mercedes Serrano, al que llegó gracias a la recomendación que el portero del teatro le hiciera a su madre. Desde que comenzó, a los 7 años, nunca más se apartó de su objetivo: ser bailarina profesional.
- Estudiaste con los mismos profesores durante 16 años. ¿Algo especial que quieras recordar de ellos en tu despedida?
-Les debo todo: mi carrera, mi técnica y mi psiquis. Ellos me dijeron que ésta era una carrera muy corta en la que había que estudiar siempre y nunca creerse el dios supremo. Me enseñaron que esta profesión requiere mucha disciplina, sacrificio y salud mental, eso es lo más importante junto al acompañamiento familiar, y por suerte, yo lo tuve todo.
- ¿En qué momento de tu vida dijiste «voy a ser bailarina profesional»?
-Siendo muy niña vi en la televisión un homenaje por el aniversario del accidente de aviación en el que murieron nueve bailarines del Colón donde bailaba Maya Pliséstkaya, me deslumbró y me propuse ser como ella.Tuve la suerte de conocerla a los 10 años cuando fui elegida para bailar junto a ella Isadora de Maurice Béjart en el viejo Canal 7; mis primeras puntas fueron un regalo de ella.
- Después de ingresar al Ballet del Colón, siempre permaneciste allí. ¿Fue tu elección?
-Hice los dos últimos años de perfeccionamiento en el Instituto Superior de Arte, antes de ingresar al Ballet, a fines del 87. Hubo oportunidades para quedarme en el exterior: cuando gané una medalla en 1990 en Nueva York; también al ganar junto a Karina Olmedo el Primer Concurso Latinoamericano de la Fundación Arte y Cultura. El premio era una beca en el Centro Rosella Hightower para perfeccionarnos con maestros de la Ópera de París; allí audicionamos para el ballet Gounod de Francia y entre doscientas chicas entramos las dos. No pude aceptar porque en ese momento no era estable, era contratada y me había costado mucho ingresar a la compañía, así que no quise dejar el teatro. Me quedé por elección, además el hecho de alejarme de mi familia no me gustaba, no hubiese sido feliz bailando allá. Me pesa mucho la parte emocional: mi familia, mi camarín, mi casa.
-¿Para lograr una carrera como la que vos tenés hay que sacrificar mucho la vida personal?
-Más que todo de niña: siempre llegué tarde a todos los cumpleaños, no fue fácil, pero yo lo asumí así. Luego, de adolescente, no dejé de divertirme y también tuve muchos amigos fuera del mundo del ballet; logré un balance sano con mi vida personal.
-¿Cúal ha sido el rol más especial?
-Cada uno tuvo su momento, sobre todo por el privilegio de tener personas tan especiales que me ayudaron a prepararlos. Zarko Prebil para Kitri en Don Quijote , que era la versión con la que quería despedirme. Yuri Grigorovich para el Cisne Negro en E l l ago de los cisnes ; Natalie Krasovska para Giselle , papel que fue un gran reto para mí, sobre todo por el estilo del segundo acto. Soy una persona más de carácter, no de papeles blandos, pero teniendo gente por delante que te sepa preparar lo lográs. Igual me sucedió cuando hice obras contemporáneas con Oscar Araiz y Mauricio Wainrot; a pesar de mi formación clásica ellos sacaron cosas de mí que no imaginaba ser capaz de hacer.
-¿Cuáles acontecimientos marcaron tu carrera?
-Cuando recibí el premio Konex y la nominación al premio Benois.También fue muy especial bailar junto a estrellas internacionales como Farukh Ruzimatov, Svetlana Sukhanova, Julio Bocca y Paloma Herrera.
-¿Tus partenaires favoritos?
- Mis Basilios de hoy: Alejandro Parente, junto al que más bailé, Eduardo Trabalón y Federico Fernández, el más jovencito.Tengo muy buenas anécdotas con todos.También hubo otros muy especiales como Luis Ortigoza, Julio Bocca, Iñaki Urlezaga y Hernán Piquín.
-¿Qué representa el Teatro Colón para vos?
-Parte de mi vida, le debo mi trayectoria, ha sido mi segunda casa durante muchos años.
-¿Hubo momentos difíciles?
-Lo más difícil que me tocó fue cuando se cerró el teatro. Veíamos que las refacciones se tomaban con poca seriedad. Por reducir personal, echaron a gente muy valiosa, artesanos formados a través de muchos años; eso me dolió. Se arruinaron salas históricas de ensayo, como la rotonda, a la que le bajaron el techo por lo que ya no se pueden hacer levantadas, también sacar al ISA del teatro fue un error, es muy importante que los alumnos estén aquí. Aunque en el momento en que se abre el telón todos tratemos de ir para el mismo lado, antes había más mística y respeto
-¿Cómo planificaste tu retiro?
-Yo entré al Ballet pensando que iba a bailar, si el físico me lo permitía, hasta los 45 años. Siempre quise retirarme dignamente, no pensando hasta que el cuerpo aguante; eso es un poco la decadencia. Yo todavía puedo bailar con la sensación de hacerlo a la perfección, con la técnica que me dieron mis maestros. Ahora estoy en la plenitud, es mi momento y lo disfruto. La decisión fue muy meditada y estoy convencida: de ahora en adelante disfrutaré del ballet desde otro lugar.
-¿Cómo se ve Silvina en el futuro?
-Quiero tomarme tiempo libre, relajar un poco, siento que necesito descansar. Han sido muchos años de disciplina, quiero estar más tiempo con mi esposo. Luego escucharé propuestas .
-¿Pensás convertirte en una maestra?
-Maestros como los que yo tuve, ya no existen; no sé si en Rusia, cuna de la danza, todavía se puedan encontrar algunos. Puedo dar clases a profesionales, pero para darles clase a nenitas chiquitas tengo que prepararme. Tengo en mi memoria todo lo que me enseñaron mis maestros y sé que puedo brindarlo, pero todavía no me animo.
-¿Estás preparada para el momento en que baje el telón?
-Sé que voy a llorar al ver a mis compañeros, soy de llanto fácil y los lagrimones van a correr, pero estoy muy feliz de decir hasta aquí. No hay pesar, y lo digo con felicidad.
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