Dueña de una de las mejores voces de la música nacional y de un talento poético sin par para la composición, Silvina Garré hoy vive uno de los mejores momentos de su carrera. Tras 11 años sin grabar logró editar independientemente un nuevo CD (el octavo como solista), titulado Carrousel, que fue nominado a los premios Gardel en la categoría mejor álbum de autor; se encuentra promediando un ciclo de cuatro recitales en La Usina del Arte los domingos, a las 19, en breve retomará una gira junto a Juan Carlos Baglietto y el resto de sus excompañeros de La Trova Rosarina (con los que irrumpió en la escena musical a comienzos de los ´80) y luego otra junto a Litto Nebbia, Nito Mestre y Ricardo Soulé, llamada Está en tus manos. Así, a puro trabajo, La Dama del Rock festeja sus 35 años de trayectoria solista.
"Pero a cantar empecé mucho antes, bien de pequeña, a los cuatro o cinco años; iba a un coro en Rosario, el Paul Casares, y salíamos de gira por los pueblos a interpretar negros spirituals. Eso me enseñó a cantar con otros sin ningún inconveniente y lo puse en práctica toda mi vida. Por algo empecé haciendo coros con Juan Carlos Baglietto", recuerda Silvina.
-¿Empezaste a cantar con Juan Carlos Baglietto por una necesidad artística o por amor?
-Por la música, pero, bueno... en esa unión musical había amor. Éramos pareja. Yo nunca pensé que iba a cantar como solita en público, era muy tímida. Pensaba estudiar música, incluso pensaba estudiar música clásica y hacer coros, pero no pensaba que iba a cantar profesionalmente en un escenario, jamás había soñado con eso, pero bueno... lo conocí a Baglietto, empezamos a cantar, formamos un dúo, cantábamos en las peñas y bolichitos y de golpe nos escuchó un productor y nos invitó a participar en un festival en Buenos Aires y y después nos consiguió un contrato para grabar un disco, que fue Tiempos difíciles. Y ahí Baglietto fue muy generoso, porque cuando nos propuso venir a los dos a tocar al estadio Obras (previo a la edición del disco) él convocó a Fito Páez, Rubén Goldín y a todos los demás, y así empezó La Trova Rosarina.
-¿Qué fue lo que te enamoró de él?
-Su voz, su dulzura, su ternura, me gustaba físicamente, me resultaba atractivo. Creo que era una combinación de cosas, porque era cantante y era magnético, era imposible dejar de mirarlo. Yo lo conocí en un recital, cantando solo con su guitarra "Carta de un león a otro" y me enamoré.
Hasta ese momento Garré había estado enamorada de James Taylor y quería ser Joni Mitchell. "Quería tener su talento, cantar, componer y tocar todos los instrumentos como ella, que hasta hoy me sigue pareciendo la más grande de todas", sentencia. Además, escuchaba rock nacional y al primer recital que asistió, con sólo 13 años, fue al de Sui Géneris en la Fundación Astengo, cuando el dúo visitó Rosario para presentar "Instituciones". "Por eso me parece muy loco estar cantando ahora con Nito (Mestre) sobre un escenario, él era mi ídolo y lo sigue siendo".
-En 1983 grabaste tu primer disco solista, La mañana siguiente, con temas de distintos autores, y en 1986 el tercero, Reinas de pueblo grande, sólo con canciones tuyas. ¿Cómo fue el proceso de pasar de intérprete a cantautora?
-Pareciera que fue de golpe, pero no, yo venía haciendo canciones desde los 14 o 15 años aunque no las mostraba. De la misma manera que antes no había querido cantar en público, tampoco quería exhibir mis canciones. Pero, a instancias de un productor, en mi segundo disco, Creerás en milagros, me animé a incluir una, que fue "Palmas azules para mí". Y este tema pegó tan pero tan fuerte en el público que luego perdí todos los miedos y en el tercer disco incluí todos los que, aún hoy, la gente quiere más: "En blanco y negro (Buenos Aires)", "Casi una zamba", "Reinas de pueblo grande" y "Diablo y alcohol".
-A propósito, ¿qué opinás de la versión que hizo Ricardo Montaner de "Diablo y alcohol"?
-Está muy buena. La escuché antes de que saliera su disco a la venta porque me la acercó un productor de Miami, que me quiso sorprender. Y la verdad es que no me sorprendió que la grabara porque Ricardo la venía cantando en público. Yo lo conocí a él en un concierto de Alejandro Lerner, hace muchísimos años, cuando él no era famoso. Me dijo que la cantaba porque a su mujer le gustaba muchísimo y que pensaba que la había compuesto un hombre. Él sabía que yo la cantaba, pero creía que no era mía. A veces me ha pasado justo lo contrario, muchos creen que "Canción del Pinar", que fue el tema de difusión de mi primer disco solista, es mío (cuando en realidad lo compuso Jorge Fandermole), o que lo que dice la letra de "Era en abril" es una historia que nos pasó a Baglietto y a mí.
-La semana pasada salió publicada en este medio una nota que considera a "Era en abril" "el hit más triste de la música argentina". ¿Vos también lo ves así?
-A mí me parece un tema bellísimo, una gran canción y tiene un importantísimo peso en mi vida porque a través de esa canción muchísima gente me conoció, escuchó por primera vez mi voz. Por eso estoy muy agradecida a "Era en abril". Además creo que representa el dúo musical por naturaleza. Baglietto y yo somos el gran dúo musical y no temo quedar como pedante al decirlo. No tengo falsa modestia al respecto. Cuando se lo comento a él se ríe, pero creo que nosotros como dúo, gracias a la conjunción de nuestras voces, hemos marcado algo realmente importante en la música argentina. Si bien la canción remite a la tristeza de una pareja que pierde un hijo, para mí no es un tema triste. Yo no hablo nunca de música triste, yo hablo de música bella o fea, música bien o mal hecha. A mí no me importa si un tema me hace llorar, yo busco ser conmovida por el arte.
Luego de seis discos al hilo y del suceso de cada uno de ellos, Garré dio un volantazo en su vida y en su carrera y en los ´90 desapareció. ¿Qué pasó? "En algún momento dejé de sentirme entusiasmada con el trabajo de cantante, no podía hacer lo que quería, los shows se cancelaban, todo estaba desorganizado y ya no tenía desafíos. Cambió el sistema de difusión de la música, se empezaron a aliar los medios con los productores y de ellos dependía lo que se pasaba o no en las radios. Hasta ahí todo había sido más libre, pero a partir de entonces el medio se puso más comercial y eso ya no tenía que ver conmigo. Empecé a enojarme y no quería resentirme. Cuando vi que ya no tenía poder de decisión sobre mi carrera decidí pasar a otra cosa". Y ahí Silvina comenzó a estudiar psicología. "Después de muchos años de terapia, me apasionaba el psicoanálisis, por eso decidí estudiar con todo la carrera; mientras seguí componiendo, pero sin grabar ni aparecer en la televisión". Como si ese cambio fuera poco, en 1997 se marchó a vivir a Miami. "Estaba enojada y necesitaba un cambio de entorno. Ahí hice un poco de todo y mucho de nada. Me gané nuevos amigos y organicé una casa de cero. Repetí aquella situación, de cuando me vine de Rosario a Buenos Aires, y viví en un monoambiente; pero esta vez frente al mar. Me compré un piano acústico, volví a componer y leí muchísimos libros de filosofía."
-Cuando te recibiste de psicóloga, ¿ejerciste la profesión?
-Sí, ejercí un tiempo atendiendo niños y adolescentes en un instituto. También a algunos adultos. Al principio temí que por ser una figura conocida se generara una transferencia previa entre analista y paciente, y que eso complicara los tratamientos, pero no, no pasó nada. Es que la gente llegaba tan angustiada y tan necesitada de ayuda que Silvina Garré ya no importaba.
-¿Qué saldo te dejó la experiencia y por qué abandonaste el ejercicio de la profesión?
-Abandoné porque soy una persona muy idealista. Me pasó lo mismo que con la música y me sigue pasando hoy en día. Ahora me he organizado bien y soy una artista independiente. Trabajo en un formato más pequeño, no soy una persona muy ambiciosa, me gusta trabajar con la gente que quiero y que nadie me imponga condiciones o me diga lo que tengo que hacer. Esto me ha llevado a armar mi carrera tocando en lugares más bien pequeños, haciendo cosas más modestas, salvo algún que otro proyecto bien importante. En el trabajo cotidiano a mí me gusta mantener esa llama, ese idealismo, esa cosa romántica de la música. Por eso no me gusta cuando la cosa se pone demasiado popular y comercial porque hay que empezar a conformar a muchas personas y una se empieza a desdibujar. Con la psicología me pasó lo mismo: yo estudiaba y estudiaba y pensaba en los pacientes y en cómo atenderlos mejor y de golpe la institución tenía otros planes y al diablo con el romanticismo de la profesión. Esto coincidió con que me había encontrado con algunos músicos y habíamos armado unas canciones; entonces decidí grabar un nuevo disco después de 12 años, que fue El deseo (2007).
A partir de su regreso al país y de la edición de ese séptimo disco solista, la carrera de Silvina se repartió entre presentaciones individuales y las colaboraciones discográficas con otros artistas, en especial junto a Litto Nebbia. Y uno de sus hitos fundamentales de los últimos años fue el reencuentro en un escenario con Juan Carlos Baglietto, primero en el del teatro Opera y luego en el del estadio Luna Park, que devino en la grabación de un CD y un DVD en vivo. Ya no duda en seguir dedicándose a la música y se define como "una artista de rock". Ni baladista, ni cantante folk ni intérprete pop. "Yo me formé escuchando rock nacional, a Nebbia, a Spinetta, a Charly, y ellos escribían canciones, no hacían rock and roll. Yo escribo muchas canciones de amor, es cierto, pero mis temáticas no tienen que ver con la balada tradicional que habla de amor. Mi amor es un amor más golpeado; tal vez un poco más real. Yo no escribo historias de amor con finales felices. Por eso digo que soy una artista de rock, por mi mirada sobre el mundo, por mis metáforas, mi forma de escribir, los sonidos que utilizo cuando grabo.
Cada vez que estaba en pareja sentía que dejaba de ser yo""
-Hablando de amor... más allá de tu reconocida relación con Baglietto, ¿cómo fue tu vida amorosa?
-Fue intensa. Plácida, no. Tuve grandes amores, sobre todo de joven. Después tuve relaciones, unas mejores que otras y durante poco tiempo cada una. Al final aprendí que soy una persona muy solitaria, que disfruto más que nada de la soledad y que la situación de estar en pareja nunca fue cómoda para mí. Entonces en un momento decidí no tener más parejas y empecé a pasarla mejor. Porque estaba forzando algo ahí que no estaba en mi naturaleza. Cada vez que estaba en pareja sentía que dejaba de ser yo y desde que tomé esa decisión nunca más me enamoré, de esto hace ya siete años.
-No obstante, en 1995 te casaste, ¿por qué?
-El casamiento fue una apuesta. En ese momento parecía una buena idea, pero no funcionó. Estuve casada muy pocos meses.
-¿La maternidad fue alguna vez un tema pendiente?
-No, siempre lo que he deseado lo he llevado a cabo. Por lo tanto si hubiese querido ser madre, lo habría sido. Cuando era muy chica fantaseaba con ser madre, era algo muy agradable dentro de mi fantasía, como hoy lo son tantas cosas que luego no me interesan que formen parte de la vida real. Yo tengo una fantasía muy frondosa y en ella todo fluye y puede ser, pero en la realidad empiezan a jugar otras cosas que yo no estoy dispuesta a llevar adelante. Por eso me parece que lo más sano que he podido hacer es no tener hijos.
Aunque luzca eternamente joven, Garré no niega el paso del tiempo. "Con la edad me llevo más o menos. Bah, no me gusta envejecer. El otro día la escuché a Geraldine Chaplin decir algo que me encantó y que es lo que siempre pensé. Viste que siempre se dice que lo importante es la experiencia y no sé qué más... Ella dijo: 'Mentira, la edad sólo me ha quitado cosas, no me ha agregado nada'. Pienso que ser joven es maravilloso. Cuando uno es adolescente no se da cuenta porque está lleno de conflictos y con penas de amor. Te das cuenta recién mucho tiempo después que esa etapa es la mejor de la vida. Yo todavía me siento bien, con energía y proyectos, pero no me gusta envejecer; sobre todo por la cuestión física, ya que soy muy fisiquera".
-¿Por qué siempre estás vestida de negro y lucís una cabellera tan larga? ¡Parecés una amazona de Games of Thrones!
-[Risas] ¡Y hasta me peino con una coronita! Lo hago para estar siempre prolija. De chica me vestía con diferentes colores, pero ahora opto exclusivamente por el negro porque es más elegante. Si te sacan una foto en un escenario donde la luz no es muy buena los colores salen tremendos; en cambio, si estás vestida de negro, siempre salís bien. Me gusta mucho el color negro, estiliza, es elegante. El pelo es todo mío, no tengo extensiones. He cambiado muchos colores hasta que llegué a este rubio clarísimo, casi canoso, hace ya como 20 años. Me gusta tenerlo largo porque me encanta hacerme rodetes, tenerlo recogido porque es más cómodo. Pienso que voy a terminar así: con un vestidito negro, un collarcito de perlas y un rodetito. ¡Y a los setenta y pico de años seré una vieja rockera divina!
Agradecimiento: Café Cortázar
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